No, Borensztein: la derecha no es lo que viene: la
derecha está
Alejandro
Borensztein comienza su columna de hoy en “Clarín”* con el siguiente párrafo:
“Una de las poquísimas cosas
feas que tiene el kirchnerismo es que están transformando el término “progresista”
en una mala palabra. Parece mentira. Tanto progresismo, tanto proyecto
nacional, tanto embromar con este asunto, y al final estos ñatos van a terminar
degradando estas banderas y dejándonos de regalo una flor de derecha. Ya
van a ver (después no digan que no avisé)” [el destacado es del original].
Hasta
“banderas” es ironía pura, en sintonía con las características de la columna,
pero lo que sigue no es chiste: “Dejándonos de regalo una flor de derecha”: Borensztein,
¿usted cree que 1) la derecha ha estado hibernando, y 2) va a aparecer tras el
colapso del kirchnerismo?
No es así, según mi parecer. La derecha siempre
existe, y subsistirá mientras existan los privilegios y la consiguiente
necesidad de sostenerlos mediante el apoyo político, institucional, legal e
ideológico (y armado, si hiciera falta).
¿Usted
cree, Borensztein, que lo que ha pasado en estos diez años en beneficio del
capital concentrado, del saqueo, de la acumulación por desposesión, de la
rapiña del erario en beneficio de la gavilla gobernante y sus paniaguados, de
la creación de instrumentos represivos contra el descontento social, podría
concebirse sin una derecha presente y muy activa?
Mi
opinión, en cambio, es que ante nuestros ojos está sucediendo algo similar a lo
que se ve cuando alguien pisa y desbarata un hormiguero: parece que hay más
hormigas, y más activas, pero son las mismas, incluso menos, pero más
desorganizadas, sin una hegemonía, con múltiples líneas de acción para
reconfigurar su modus vivendi tradicional.
Ese modus
vivendi, en el caso del país, es el sistema de expoliación, y al entrar en
crisis el elenco gerencial que lo gestionaba con éxito aparecen nuevos y viejos
personajes, cada uno portando su receta (la que más lo beneficia, claro, dentro
del esquema al cual todos apoyan).
Pero quiero cerrar este
brevísimo punteo de tesis elementales con algo que no lo es tanto: donde
Borensztein y todos los Borensztein debieran decir “peronismo”, dicen
“kirchnerismo”, o “menemismo” o “López Rega”. ¿Por qué? Porque la derecha operativa
está enmascarada en su disfraz más perfecto: el populismo. Y eso hay que
mantenerlo a salvo: que se vaya el kirchnerismo, si está quemado, pero que
vengan el massismo, el denarvaísmo, el solanismo o el sciolismo.
¡El peronismo de cada día dánoslo hoy!, claman a los
cielos.
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