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¡Ojo con las palabras!
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Con esas piezas dentales que llamamos palabras masticamos la realidad para digerirla y comprenderla.
Juan José Millás
Infobae.com
trae hoy una interesante nota acerca de si debe decirse "ambiente" o
"medio ambiente".
El autor parece inclinarse por lo primero —lo cual me satisface—, pero no deja de
consignar algunos argumentos de la parte contraria, como que “medio ambiente”
está “sancionado por el uso” o “la RAE lo legitimó”.
Pero eso no implica que cada hablante —por ejemplo, yo— esté obligado a seguir al
rebaño: “medio ambiente” es un pleonasmo, una redundancia. Si aceptamos esa
anomalía, se incrusta como válida en nuestro aparato mental, contaminando todos
los razonamientos que la rozan, y su admisión desdibuja el concepto mismo de lo
que es una tautología.
Como bien advierte Millás, las palabras son el instrumento esencial para comprender. En
un punto, la imprecisión de que se ocupa la nota es “inocente”, o sea, no tiene un propósito
ideológico concreto y deliberado, como sí lo tienen, por ejemplo, llamarle
“español” al castellano, “deporte” a los espectáculos basados
en competencias entre hiperprofesionales, o “pueblos originarios” a los que se
adelantaron a los europeos en la ocupación del territorio americano.
Pero
no es inocente en el sentido de que torna menos confiable a nuestro aparato
mental, lo que es el objetivo más panorámico y más básico que se proponen los
privilegiados del mundo.