Paul Auster: “Nos guste o no el marxismo, el hecho es que dio esperanzas”*
[...] Tenemos
grandes problemas pero no estamos encarándolos, así que el país se está derrumbando
literalmente: puentes, carreteras, desastres ecológicos... la brecha entre los
pobres y los ricos es la mayor en los últimos cien años. Al menos un 30% de los
chicos estadounidenses viven bajo el umbral de la pobreza, y ahora también les
sacaron los vales de comida. Lo cierto es que están matando gente, si le sacas
la comida y el sistema de salud a los pobres, van a morir, y está pasando, y no
les importa.
[...] Para
los republicanos, la palabra “libertad” significa que uno debe poder llevar un
arma a donde quiera, o darle 25 millones de dólares a un candidato para que
gane las elecciones.
[...] los jóvenes tomaron la calle para decirles a sus
padres: “el mundo no funciona, lo hicieron todo mal, tenemos que cambiar el
modo en que vivimos”, pero tras las protestas espontáneas se volvieron a su
casas deprimidos. ¿Por qué? Porque no tienen detrás una filosofía ni una
organización política, saben que hay que cambiar pero no saben cómo ni hacia
qué, viven en una sociedad que está rota. Con el final de la Guerra Fría y la
muerte del marxismo como idea alternativa quedamos indefensos, porque no hay
ninguna teoría que discuta con el capitalismo. Nos guste el marxismo o no, el
hecho es que le dio a la gente esperanza. Pensaban: “cuando venga la revolución
estaremos bien”. ¿Qué esperanza hay ahora? Son problemas globales y habría que
tomar decisiones políticas, pero nadie lo hace. Vivimos un momento de gran
confusión, pero no significa que vaya a durar siempre, nada lo hace.
[...] cada cambio conseguido –la abolición de la esclavitud,
el voto femenino, por ejemplo– es consecuencia de la lucha de miles de personas
que dejaron la vida en el intento y no llegaron a ver los resultados. Pero cada
tanto, las siguientes generaciones toman algo y alguna cosa cambia para mejor.
Por eso no debemos dejar de pelear.