Como siempre, es necesario reflexionar
sobre aquello que nos dicen, y no tragarlo sin masticar
Forges.
Ese 7,2
puede ser un número usado como arma arrojadiza contra el gobierno nacional. Y,
en ese caso, incluso, podría ser un cómputo correcto. Pero, ¿cuánto tiempo lo
podrá sostener el gobierno de San Luis ante los trabajadores puntanos, particularmente
los estatales?: lo obvio es que se le van a ir encima: “Si la inflación es esa,
nosotros no aceptaremos un ajuste salarial inferior”. Por lo tanto, esa cifra,
reflejo de la realidad o no, tiene el límite de la segura ebullición social que
va a originar.
Lo dicho
vale para todas las oficinas oficiales de estadística del país, en una
situación de alta inflación y en un contexto en que los indicadores que
debieran servir para orientar las medidas económicas son adulterados sin
miramientos por los gobiernos —particularmente el nacional— en función de sus
necesidades políticas. Santa Fe, astutamente, le encontró la vuelta: con la
puesta en vigencia del nuevo cálculo del IPC por el Indec, ha resuelto dejar de
publicar su propio índice. Su especulación, probablemente, sería la siguiente:
si el número le conviene para sus propios fines, se calla bien la bocota; si lo
pone en aprietos —políticos o económicos— sugerirá que no es confiable. O sea,
podrá moverse libremente entre ambas posiciones, cosa que le estaría vedada con
índices propios.
—Si esto
fuera así, capo, ¿debemos atenernos únicamente a los cálculos que realizan las
consultoras privadas?
—Eso sí que
sería una ingenuidad suicida: la de pensar que empresarios privados van a
montar complejas y costosas estructuras por amor a la verdad, y no en beneficio
de sus propios intereses.
—¿Y
entonces, qué debemos hacer con esta cuestión, eh?
—Nada.
—¿Cómo?
—Con esta cuestión de las estadísticas oficiales, nada: no está a nuestro alcance. A lo sumo, debemos manejar algunas estimaciones caseras (para tener una guía), hechas por sindicatos o asociaciones de consumidores confiables, si los hubiera.
Lo que debemos pensar es que el sistema no puede ofrecernos sino mentira, injusticia, saqueo, exclusión, destrucción del planeta y barbarie. Si lo actual es malo, lo que viene es peor.
Para sobrevivir y hacer un mundo mejor tenemos que organizarnos y actuar políticamente.
Lo que debemos pensar es que el sistema no puede ofrecernos sino mentira, injusticia, saqueo, exclusión, destrucción del planeta y barbarie. Si lo actual es malo, lo que viene es peor.
Para sobrevivir y hacer un mundo mejor tenemos que organizarnos y actuar políticamente.
Ellos, que hagan el IPC.
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