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20 de Noviembre: Día...  ¿de  qué?
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Si Rosas viviera, los nacionalistas deberían preguntarle por las Malvinas.
"Toda historia es  historia  contemporánea.”
 Benedetto Croce.
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 Un hecho de armas tiene varios ángulos  desde los  cuales puede ser apreciado. El más obvio es el militar, dentro del cual  cabe  mencionar, entre otros aspectos, los medios utilizados, el orden táctico  y el  comportamiento de los combatientes. Pero esos tienen utilidad, sobre  todo, para  las academias castrenses. En cambio, el civil, el ciudadano consciente,  el  apasionado por la política y la historia pone su mirada en cuáles eran  los  intereses y los objetivos que movían a las fuerzas enfrentadas, y cuáles  fueron  las consecuencias de aquel acontecimiento.
 El oficialismo ha promovido este año que  el 20 de  Noviembre sea feriado nacional, así como en 2006 promulgó al 2 de Abril  como  feriado nacional inamovible, o sea que en el plano de los fechas patrias  tiene  el mismo rango que el 25 de Mayo y el 9 de Julio, y es superior al 20 de  Junio y  al 17 de Agosto, que pueden trasladarse a los lunes, si así conviene.
 Esta postura histórica entraña rotundas  definiciones que, por otra parte, encajan con exactitud en lo que ha  sido la  política del kirchnerismo: la retórica por un lado y los hechos por el  opuesto.  En las líneas que siguen trataré de ponerlo en evidencia con relación al  suceso  que se recuerda el 20 de noviembre.
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 Antecedentes inmediatos
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 a)  Inglaterra y Francia, las más encumbradas potencias europeas,  transitaban a  mediados del siglo XIX una desenfrenada etapa expansiva —dirigida, en  América, a  hegemonizar en provecho propio los despojos del sistema colonial  español— en la  cual, si bien competían, llegaban también a asociarse con el fin de  controlarse  recíprocamente y evitar que su rival tomara ventaja de alguna iniciativa   individual.
 b) En  el caso que nos ocupa, quisieron hacer valer ante el gobierno de Rosas  su  “derecho” de navegar libremente por nuestros ríos interiores con el fin  de  penetrar hasta el Paraguay para ampliar sus operaciones comerciales.
 c) Su  pretensión fue rechazada con sólidas razones, pero los aliados apelaron a  su más  consistente argumento: el poderío de sus escuadras, cada una de las  cuales no  tenía rival a la vista salvo su vecino al otro lado del canal de la  Mancha. Por  ese entonces, Estados Unidos, si bien llegaba a empardarlas o  superarlas,  procuraba extenderse en el dilatado territorio de América del Norte y  aún no se  había lanzado de lleno a los mares.
 d) En  respuesta, los aliados bloquearon el puerto de Buenos Aires y reunieron  un  imponente flota de naves de guerra y mercantes con el fin de forzar el  paso  Paraná arriba.
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 La trama de intereses
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 e)  Partamos de que ninguna burguesía quiere acabar con el imperialismo.  Todas  quisieran ser hegemónicas dentro de él, y aprovechar esa condición como  lo hacen  hoy EE.UU. y los otros imperialismos menores. Todas las burguesías son  imperialistas a su escala respecto de otras más débiles, a las cuales  procuran  someter y explotar (cuando no destruir). Las luchas de las burguesías  contra los  imperialismos son —en general— con el fin de obtener una posición más  favorable  en sus negocios con éste.
 f) El  Restaurador tuvo reiterados conflictos con las potencias imperiales —del  tipo  que hoy son noticia permanente, acá y en todo el mundo— por el tamaño de  las  porciones —porciones de poder, también, pero siempre factibles de ser  traducidas  en libras esterlinas— del negocio que tenían en común, dentro del  esquema de  intercambio que él representaba. Este esquema nunca estuvo en cuestión:  exportaciones ganaderas; importaciones de tejidos, harinas, cueros  trabajados y  otras manufacturas.
 g)  Aunque Inglaterra y Francia venían exigiendo con prepotente osadía más  concesiones y más ventajas para sus intereses, ¿cómo habría Buenos Aires  de  querer una guerra y una ruptura totales con quien tenía  indefectiblemente que  hacer sus pingües negocios? Pero la aduana única (con el concomitante  cierre de  los ríos interiores al comercio exterior) proporcionaba el 90 % de los  recursos  de la "Confederación" (Buenos Aires). Era impensable aceptar  desprenderse de  esta mina de oro. El gobierno de Rosas estaba, pues, tironeado por  conflictos  referentes a su propia esencia, y eso habría de reflejarse en la  ambigüedad de  sus actos.
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 Los preparativos para impedir el avance de  la  flota
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 h)  Según José María Rosa (“Historia argentina”, Buenos Aires, Editorial  Oriente,  1974, tomo V, pág. 208) "desde 1844 Rosas preparaba la defensa del  Paraná contra  la «demostración naval» que se anunciaba”. ¿Y qué hizo, contando con  tanto  tiempo, para oponer al invasor una fuerza proporcionada (y superior, si  era que  quería derrotarlo)?
 i)  Leemos la respuesta en “Vida de don Juan Manuel de Rosas”, de Manuel  Gálvez,  Ediciones Río de la Plata - CLASA, Buenos Aires, tomo 3, pág. 845: "La  escuadra  aliada va a subir por el Paraná. Rosas, que lo tiene previsto, ha venido   preparándose para obstruir el paso. Dirigirá la defensa el general Lucio   Mansilla, a quien Rosas le viene dando instrucciones. En su carácter de  comandante interino del departamento del Norte, ha formado un pequeño  ejército  con gente de la comarca [. . .] Hay mucho patriotismo y pocas  municiones".
 "Hay mucho patriotismo y pocas  municiones", ha  dicho Gálvez, como quien lamenta su mala suerte ("mucho patriotismo,  pero el  tiempo no ayudó").
 j)  Pero, ¿se quedó sin municiones en Chile San Martín, que tuvo que cruzar  los  Andes llevando todo, desde tiendas de campaña hasta ropa adecuada  para el  cruce y provisiones para la tropa y alimento para los animales? ¡Y no  para una  batalla, sino para toda una larga e impredecible campaña! Para más  datos,  transportando todo esto en agotadoras subidas y bajadas en la alta  montaña y  transitando por senderos casi inexistentes al borde de tremendos  precipicios.
 k) Y  se lee también en “Historia de la Confederación Argentina”, de Adolfo  Saldías,  El Ateneo, Buenos Aires, 1951, página 82: “...por relevantes que fueran  sus  condiciones [las del jefe, Mansilla], el hecho desgraciadamente positivo  es que  en ese momento le faltaban los recursos materiales para desenvolverlas”.  Y  líneas más abajo: “El 17 de noviembre, cuando supo que se aproximaban,  reiteró  su pedido de municiones de artillería e infantería para las dotaciones  completas, manifestando que las que tenía «sólo serían suficientes para  un fuego  de seis horas; y que era más que probable que si el enemigo atacaba esa  posición, el combate durase mucho más»”.
 l) En  palabras de dos historiadores no desafectos a Rosas (como todos  los  consultados para elaborar estas líneas) tenemos el resultado de los dos  años de  que se dispuso para la preparación de la defensa: soldados bisoños y en  número  escaso; levas tan informales que no se conoce el nombre de los muertos  (si no se  sabe ni el nombre de los que se llevó al combate, es de imaginar el nulo   adiestramiento militar y el pobre equipamiento que se les dio); pocos  cañones,  poca pólvora.
 m) Es  el día de hoy que juntas históricas de San Nicolás, San Antonio de  Areco,  Baradero y San Pedro tratan de establecer sin éxito la identidad y  origen de  muchos de los muertos, que procedían de levas apresuradas realizadas por  los  jueces de paz de esos pueblos a pedido de Mansilla a apenas días de  la  contienda.
 “Carne de cañón” se dice de los soldados  de línea  que sobrellevan el peso del combate: ¿cómo llamar entonces a estos  lugareños sin  preparación militar y sin equipo?
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 El combate de Obligado
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 n) El  20 de noviembre de 1845 se produjo el enfrentamiento —en el recodo del  Paraná  que lleva ese nombre— entre fuerzas que exhibían una manifiesta  desproporción de  poderío. Salvo la disparidad tecnológica, todas las demás deficiencias  —cantidad  de hombres, adiestramiento, municiones y otros pertrechos— fueron por  decisión  consciente y planificada de Rosas, según queda consignado. Por ejemplo,  tras  unas horas de que hablara la artillería, las municiones se les  terminaron, no a  quienes tenían sus fuentes de aprovisionamiento a más de 12.000 Km de  distancia,  sino a los defensores, que las tenían ahí a la vuelta. ¿Cómo es posible?  Esto  es, exactamente, lo que significa lo dicho más arriba acerca de el doble  papel  de Rosas: gobernante de una nación que quiere hacer valer sus derechos  soberanos  ante un enemigo que es a la vez su socio principal.
 ñ)  Por eso Rosas no contraataca sobre los intereses ingleses en Buenos  Aires, sino  que cruza cadenas en el río y manda al muere a un contingente de  paisanos  corajudos para recordarles a los invasores que deben tratar con él y  hacer por  su intermedio los negocios con el hinterland de Buenos Aires (en el cual  incluye  al Paraguay).
 o)  Mandar una fuerza militar a la batalla sin munición es enviarla a la  derrota y a  la muerte. Los barcos pasaron —con más daños que pérdidas de vidas— pese  a la  heroica defensa, que costó 150 muertos y 450 heridos. Y un dato que  generalmente  se olvida: los invasores desembarcaron en Obligado superando las cargas a   bayoneta y lanza que era lo único que podía oponérseles.
 p)  Desembarcaron y se quedaron: arrojaron a los defensores dos leguas  tierra  adentro y se establecieron en el lugar durante casi un año. Fue, por  lejos, la  más prolongada ocupación de nuestro territorio continental por una  potencia  europea, y sucedió durante el gobierno de Rosas. No fueron expulsados,  ni  siquiera combatidos. Rosas, en septiembre de 1846, reclamó ante el  negociador  Hood —empleado de la Baring— por la presencia de esa base de operaciones   fluviales anglofrancesa y cuando Herbert reemplazó a Inglefield en el  mando de  la flota en octubre de 1846 decidió retirar dichas fuerzas (Rosa, ob.  cit., tomo  V, pág. 254, Gálvez, ob. cit., tomo 3, págs. 846 y 850): es la tercera  invasión  inglesa, con la diferencia de que a ésta no se la enfrentó, como a las  anteriores, con todos los recursos que se podían  movilizar.
(Continúa.)
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