lunes, 29 de agosto de 2016

La foto inexplicable



¿Por qué? 

Vietnam (foto, dominiomundial.com).


Me pregunto qué será lo tan caro que hay que ahorrarlo al extremo de romper las cubiertas y la moto, y poner en riesgo a toda la carga (¡y al motoquero!).
Seguro que no es el costo de la hora del trabajador: basta verlo.
¿Será la nafta? Pero, ¿tanto que valga la pena romper las gomas y el ciclomotor para no hacer dos viajes?
La carga parece ser de llantas (digo yo, no sé; por cierto son evidentemente más grandes que las de la motito): ¿el destinatario tendrá cincuenta obreros sin producir, cada uno esperando su llanta?
¿Será para cumplir —a la desesperada— con una entrega con penalidades muy gravosas por incumplimiento?
El caso es que no me lo explico. Y eso que aprobé Economía y Política de los Transportes y las Comunicaciones.

@juandelsur2


miércoles, 10 de agosto de 2016

Yo le creo a Cordera


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Beck, esa pilcha te queda grande
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Muchísima gente se escandaliza al trascender pasajes de una clase en una escuela de periodismo, hecha con la cláusula —en gran medida, condición para su utilidad— de no divulgar sus detalles por tratarse de un simulacro de reportaje.

Es un ejercicio en el cual un personaje público pone a los estudiantes en el trance de repreguntar, incluso ante un exabrupto.

No era un reportaje a Cordera, sino a alguien notorio que actúa de inductor, con la condición de que sus dichos queden en el aula, y no circulen como su credo real.

Un piojillo, un trepadorcillo, comenzó lo que seguramente será una carrera signada por el oportunismo y la mala fe, grabando y difundiendo lo expresado en esa clase por Cordera como si fuera su ideario.

Yo no tengo nada ni en contra ni en favor de Cordera, cuya vida y milagros no integran el horizonte de mis intereses. Sí tengo mucho en contra de este sabandija que ha alcanzado una fama efímera por su infidelidad a lo pactado, y en contra de Beck, pertinaz arrastrada que intenta menoscabar al músico mordisqueándole los zapatos.

Vamos a ver esta cuestión por una faceta en la cual nuestras pulsiones —por así llamarlas— ideológicas y afectivas no intervengan de modo decisivo. Hay un chiste de Jaimito en el cual la maestra le pregunta por la cantidad de glóbulos rojos por milímetro cúbico de sangre. ¿Cuatro?, arriesga Jaimito. ¡Mucho más!, contesta la maestra. ¿Veinte? No, ¡muchísimo más! ¿Cien? No, Jaimito: ¡decí una barbaridad! Y Jaimito la dice.

La dice bajo el rótulo de lo que él mismo considera una barbaridad. Aunque no faltará el astuto que reponga "por algo lo dice"; "por algo dice eso y no otra cosa"; "es innegable que eso estaba agazapado en un rincón de su mente", etcétera.

Pero esa es otra historia, otro nivel de análisis, y cualquiera de nosotros está en condiciones de superar a Cordera, salvo si, en el trance de "decir una barbaridad", hacemos trampa y, en realidad, pensamos qué no decir, utilizando nuestros frenos inhibitorios, los mandatos del pensamiento políticamente correcto, y demás.

"Muchísima gente se escandaliza", comencé diciendo. A mí me escandaliza la gente que se espanta por estas barbaridades —barbaridades, sí— proferidas en el curso de un ejercicio en una clase no pública y no se siente ultrajada por el escándalo público del mundo: guerras, saqueos, hambre, corrupción.

Y si se siente ultrajada, se escandaliza un rato y siga, siga.



@juandelsur2



miércoles, 3 de agosto de 2016

[Casi] increíble: se pelean por quién de ellos es más asesino


Demócratas y republicanos sacan
a relucir los pergaminos obtenidos
en la carnicería de Vietnam

El Tribunal Russell —filósofos, juristas, científicos— halló a USA y a sus cómplices culpables de genocidio en Vietnam.
A cuarenta y tres años del fin de la guerra, en las convenciones de los partidos Demócrata y Republicano se desviven por demostrar que participaron de la matanza más entusiastamente que sus competidores.
El tonelaje de bombas lanzado en Indochina fue más del doble del arrojado por USA  y el Reino Unido en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Y están orgullosos.
Mataron a más de tres millones de personas en un país pequeño que está a más de diez mil kilómetros de sus costas.
Y exhiben sus medallas.
No hubo Núremberg, ni Conadep para estos criminales. Ningún gobierno de Estados Unidos ha tenido la integridad de juzgar los crímenes de los gobiernos anteriores: por consiguiente, todos los posteriores son responsables por las bombas atómicas sobre ciudades japonesas, por el genocidio en Vietnam o por la invasión de Irak mintiendo la existencia de armas de destrucción masiva, lo que resultó en la muerte de más de un millón de iraquíes y el descalabro social y material de ese país.
Nosotros no estamos en situación de desenfundar el dedo acusador, aclaro, porque en la celebración del Bicentenario en Tucumán la multitud aplaudió tres cosas increíbles: 1) el desfile militar; 2) el “Operativo Independencia”, y 3) la reivindicación acrítica de la canallada fascista de Malvinas. O sea, tres cosas inextricablemente unidas unas con otras y con la dictadura genocida.
Sin duda, después de setenta y tres años de la licuadora de cerebros que padecemos no cabía esperar otra cosa. Pero, reitero, aun así tuvimos una Conadep y una continuidad —selectiva y con vaivenes— en el juzgamiento de los crímenes del Estado.
En USA, demócratas y republicanos se pelean por demostrar cuál hizo más para ir a asesinar millones al invadido Vietnam.
Y que quede claro: en Estados Unidos nunca hubo una Conadep.

 Russell, héroe de las ideas: inteligencia
para forjarlas, coraje para sostenerlas.


@juandelsur2