Educando a Benja
Siempre he advertido a los padres
sobre mantener firmeza y un claro liderazgo.
Doctor Benjamin Spock.
Hace dos días, luego de meses de inactividad, las baterías
misilísticas de Gianinna* Dinorah empezaron a lanzar andanadas, a causa de
encontronazos judiciales con el Kun Agüero, padre de su hijo Benjamín. En
Twitter @gianmaradona escribió:
“Creo
en Q los hijos son el reflejo de los padres... Gracias juani y Lili por criar
un HOMBRE! Gracias por correr y salvarme en este caos Lu”
Se deduce que “juani” y
“Lili” son los padres de “Lu”, que es Luciano Strassera, su pareja desde hace
un año y medio. Me lo imagino al Kun diciendo “¿así que ese es un HOMBRE? Y yo
qué soy: ¿un pato?”. Y metiendo dos o tres goles, de bronca. O no metiéndolos,
también puede ser.
Pero no fue eso lo que atrajo
mi atención, sino la afirmación “Creo en Q los hijos son el reflejo de los
padres”. Enseguida se verá por qué.
Mientras, el jefe del clan
hacía bambolla acerca de su encuentro con Jana, otra de sus hijas, asunto que a
Dalma y Gianinna les saca ronchas. El clímax llegó cuando la segunda vio las
fotos de Jana y constató el parecido que las une: eso la destrozó hasta el
punto de caer en cama.
A medias recuperada, volvió a
tuitear, relatando la reacción de su hijo al verla así:
"Hoy:
presión baja... Mami te sentís mal? Te llevo al médico!? No puedo amarte tanto
enano mío”
No sé si lo notan: el nene de
cinco años se ofrece para llevar a la madre al médico. “¡Qué rico, qué amoroso,
me lo como!”, me parece oír.
¡Pse! Esperen a conocer el
contexto.
Tenemos que remontarnos seis
meses atrás, cuando se jugaba el mundial de Brasil: entonces madre y padre
tuvieron otra disputa acerca de cuándo veía este a su hijo. Lo interesante no
es saber cuáles eran las diferencias, sino cómo percibió la situación Gianinna.
De eso habló con Jorge Rial
(“Ciudad Góti-K”, Radio La Red AM 910, 23 de junio de 2014):
"Mi
hijo tiene 5 años y tiene unos huevos gigantes, es mi vida, nunca pensé que iba
a vivir una situación así."
Y en “El Argentino”,
24-6-2014, página 22, declara:
“Nadie
puede obligar a un nene de 5 años a quedarse a dormir con alguien que no
quiere. [...] Benja no se queda a dormir con otra persona. No lo hace tampoco
acá en Argentina. No es que lo hace en la casa de los abuelos, en la casa de un
tío.”
“Nadie puede obligar a un
nene de 5 años...”: ¿lo leyó? Pero, vayamos por partes: ¿qué querría decir que
un nene de cinco años “tiene unos huevos gigantes”? Déjenme deducir: no quiere
decir, creo, que padece una deformidad física. Más bien, va por el lado de que
tiene pensamiento propio y lo defiende; que no lo mandonean como si fuera un
nene de cinco años, ¿sí? O sea, ¿a los cinco años hace lo que quiere, y no lo
que sus padres disponen?
¿Es bueno eso?
Gianinna, la madre, le dice
(¡lo cuenta ella misma!): “Por favor, Benja, que tenés que ir a ver a tu papá”.
“Por favor.”
Y capaz que el nene, si se le
canta en sus “huevos gigantes”, le hace el favor a la madre.
Prosigo: “Benja no se queda a
dormir con otra persona”. A ver, explíquenme esto. Con paciencia, porque
últimamente hay novedades que mi cerebro es incapaz de procesar. ¿Cómo es eso
de que “Benja no se queda a dormir con otra persona”? ¿Qué hace para lograrlo:
llama a un remís, agarra su bolsito y se va? ¿Los revienta a piñas a todos?
¿Empieza a quemar cosas? ¿Se la pasa dando alaridos sin parar? ¿Durante cuántas
horas, en casa de quiénes lo ha hecho, cuántas veces?
Ahora, agárrense fuerte. Lo
que sigue puede leerse en la biografía de Dalma Nerea Maradona que presenta
Wikipedia:
“De
niña tuvo que irse a vivir a la ciudad italiana de Nápoles, debido a que su
padre jugaba en un equipo local. También vivió algún tiempo en la ciudad
española de Sevilla por la misma razón. A los 6 años decide volverse a Buenos
Aires a vivir con su abuela, ya que no se sentía cómoda en España.”
“A los 6 años decide volverse
a Buenos Aires a vivir con su abuela, ya que no se sentía cómoda en España.” Yo
quiero escribir esta frase en la cordillera de los Andes, con letras de bronce
de por lo menos quinientos metros de alto cada una. Es mejor, aún, que “Benja
no se queda a dormir con otra persona” y “tiene unos huevos gigantes”.
Repasémosla: tiene seis años, está en Sevilla y “decide volverse a Buenos Aires”, porque “no se
sentía cómoda en España”.
¿Somos tan estúpidos? (Sí, lo
somos. Voy a arrancar por otro lado, más frontal.)
Se la sacaron de encima:
Claudia y Diego estaban incómodos con la nena, le inocularon la idea de lo
lindo que es estar en Buenos Aires con los abuelos, le hicieron creer que era
un pensamiento propio y luego convalidaron “su” decisión.
Ahora Benja repite la
historia de su tía: ¡qué novedad! Lo que no se destapa, no se discute y no se salda,
tiende a repetirse. Con la agravante de que estos modos aberrantes de procesar
los conflictos originan una confusión de roles, muy visible en esta
constelación familiar: las hijas de Maradona vienen actuando el rol de padres
de él, quien, a su vez, funge de hijo tarambana y caprichoso, que ahora ha
encontrado una nueva amiguita —que es su hija Jana, y que por suerte ya está
criada— a la cual mostrarle su mundo. Su asqueroso mundo, agrego yo, por si a
alguien le interesa.
Finalmente, Benja ensaya el
rol de padre de su madre, que ya empieza a asumir. Sí, señora Gianinna: ¡los
hijos son el reflejo de los padres! Y alrededor de su padre —el Diego, Dios—
todos los roles están trastocados.
Señora Gianinna Dinorah, se
lo voy a decir, sin esperanzas, pero por aquello de “di tu palabra y rómpete”:
un chico de cinco años hace lo que le enseñaron, lo que aprendió, lo que le
permitieron, lo que le avalaron. No tiene conocimientos ni desarrollo mental
como para deconstruir la realidad según se la presentan sus referentes y volver
a armarla de acuerdo con su propio criterio y experiencia.
Un nene de cinco años tiene
unos “huevos gigantes” si la o las personas que lo influyen le enseñaron que su
“¡no!” —el del nene— tiene un valor supremo.
Obviamente, en los casos en
que ese ¡no! ha respondido a las conveniencias e intereses de sus mayores (o
una parte de ellos). Pero el caso es que el nene queda convencido de que es
quien decide.
Eso desordena la psiquis del
chico, deforma su visión de la realidad y complica el funcionamiento familiar.
Por lo tanto, señora Gianinna, me veo en el deber de advertirle que está
criando a un monstruo de autoritarismo, de soberbia, de necedad.
Un Maradona, bah.
* En internet, los modos “Gianinna” y “Giannina” están
llamativamente empatados con igual número de apariciones: 789.233 cada uno.
“Gianina”, así, sencillito, solo ha sido escrito cuatro veces.