(Él, igual, tiene que
practicarla un cachito más)
Me
encantó encontrar en Netanyahu, ese hombre probo y bueno, la sonrisa
“Krisabelita” (de labios apretados: tan sincera, natural y contagiosa).
Uno ve
sonreír a Krisabelita, y sonríe también, como un tonto.
Cuando
ella sonríe es cuando más se nota que es una persona buena.
Cuando está
con amigos la sonrisa le estalla en el rostro.
¡Ah, qué a
gusto se encontraba con Dilma!
Atención
revendedores: hay zonas disponibles para esta sonrisa.
A nobles
causas, sonrisas auténticas.
El Congreso
le queda chico: ¡Krisabelita al mundo!
Lo dije al
principio: su sonrisa es muy contagiosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario