sábado, 15 de agosto de 2015

Con las palabras masticamos la realidad

 
La reducción del lenguaje estrecha el campo de la visión y reduce el del pensamiento
 
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Me gusta decir que la lengua es un órgano de la visión porque cuando voy al campo yo solo, y dada mi ignorancia en asuntos relacionados con la naturaleza, apenas veo árboles, pero cuando voy con un amigo experto, además de árboles, veo acacias y chopos y pinos y fresnos y álamos y castañales y robles.
 
La reducción del lenguaje estrecha el campo de la visión y reduce el del pensamiento. Una sociedad que habla mal o que escribe mal no puede pensar bien, aunque tenga los ojos azules y mida 1,80. Digo esto porque, además del triunfo inesperado del esperanto [inglés] y de la pérdida diaria de alguna lengua, uno tiene la impresión de que del mismo modo que cada vez hay menos clases de escarabajos, cada vez se utilizan menos palabras en los idiomas que sobreviven a esta extinción desoladora.
 
Cada palabra que se cae del vocabulario, como cada lengua que se pierde, equivale a la pérdida de una pieza dental. Con esas piezas dentales que llamamos palabras masticamos la realidad para digerirla y comprenderla.
 
Los tractores que esquilmaron impunemente la Amazonía no sólo acabaron con un ecosistema, sino con multitud de lenguas a través de cuya óptica se comprendía la necesidad de mantener intacta esa reserva. Quizá deberíamos comenzar a mostrar en relación a las palabras y a los idiomas la misma preocupación que mostramos por las especies animales o vegetales.
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Lengua e incesto

JUAN JOSÉ MILLÁS
15 AGO 2015
 

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