(O qué resulta de peronismo + Tinelli)
Sandra al Bailando
No tengo
TV, y si tuviera, jamás miraría a Tinelli.
O sea,
yo podría ignorar a Tinelli.
Pero no
puedo.
Porque
el programa de Tinelli es el preferido de LAGENTE.
Así como
el peronismo es el cauce ideológico preferido por LAGENTE.
Tinelli
construye la sensibilidad, la ética, la estética y los valores sociales de LAGENTE
(por ejemplo, los que orientan el comportamiento en relación con las cuestiones
de género).
Vivimos
en un país tan tinellizado como peronizado: es devastadora la sinergia que esas
tensiones tienen sobre/contra nosotros, aunque —aparentemente— a veces no
coincidan.
Ambos
—peronismo y Tinelli— estimulan
comportamientos inescrupulosos, brutales, soeces. Ambos exhiben un
respeto cerval —y, a la vez, canalla— hacia las supersticiones religiosas,
particularmente hacia la católica.
La
sociedad se degrada. Su pan de cada día la envilece.
No en
bloque, por suerte: aquí y allá se mantienen, contra viento y marea, los
rescoldos de otros modos de afrontar los desafíos de vivir y convivir.
Surgen
resistencias.
Esto
pasará, sin duda. Y más rápido cuanto más hagamos para lograr arrancarles las
máscaras.
Al
peronismo.
Y a
Tinelli.
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