miércoles, 8 de enero de 2014

María Ginestà, ícono del antifascismo 
 
Imágenes integradas 1
 Marina, 1936.

Marina Ginestà tenía 17 años, un carné de las juventudes socialistas y el sueño de una revolución cuando en verano de 1936 posó orgullosa y desafiante en la terraza del Hotel Colón de Barcelona para el fotógrafo Juan Guzmán, que tomó una imagen simbólica que se convirtió en un ícono de la resistencia.

Vestida con un uniforme miliciano, con el cabello al viento, pertrechada con un fusil que portó por primera y última vez en toda su vida, la joven republicana sirve de primer plano a una imponente vista de la Ciudad Condal.

Primero como traductora del enviado especial del diario soviético "Pravda" Mijail Koltsov y luego como periodista de varios medios republicanos, Ginestà vivió la guerra desde una retaguardia militante y afanada por mantener alto el ánimo de su bando.

Tras la derrota tuvo que abandonar el país en busca del exilio francés, su patria de nacimiento. La llegada de los nazis la obligó a tomar un barco con destino a América.

La decepción de la derrota, el recuerdo "de los compañeros que se quedaban atrás, muchos de ellos fusilados", se mezclaba entonces con el sueño de que las democracias europeas vencieran al fascismo en la recién iniciada Guerra Mundial.

"Esperábamos que ganaran la guerra, que en España volviera la República y que Franco fuera fusilado", aseguraba.

La instantánea se encuentra en los archivos de Efe y un documentalista logró recientemente descubrir la identidad de la modelo y localizar su paradero.

Ginestá consideraba que la imagen tiene algo de artificial y prefería otras, como la del reencuentro con su hermano Albert en el frente del Ebro, que mostraba con orgullo.

Marina acaba de morir en Francia. Para ella, un recuerdo sin tristeza.

Siempre nacen nuevas Marinas.



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