lunes, 12 de agosto de 2013

Perdió el kircherismo, pero ganó el kirchnerismo

 
Habrá más penas y olvido




El kirchnerismo es una de las mutaciones del virus “peronismo”. Por lo tanto, es insustancial que pierda si quienes lo desplazan son una forma tan o más letal del mismo virus.

—Eh, maestro, pare un cachito: ¿por qué dice “más letal”? ¿No se le va la mano?

—Me parece que sé lo que usted tiene en mente: que me estoy apresurando; que a Massa hay que dejarlo andar para recién entonces poder juzgarlo.

—¡Y claro! ¿O no?

—Pero eso, para mí (“para mí”, ojo: como enseña Matu, la genia), tiene dos respuestas. Una, que Massa lleva diez años (como los Kirchner en su momento con Menem) siendo socio del kirchnerismo. Lo que lo ha movido para hacer esta jugada es que ha visto en el deterioro del cristinismo una oportunidad personal de lanzarse al estrellato.

La segunda observación va a la médula de lo letal del resultado de las PASO en la provincia de Buenos Aires: la victoria de Massa obtura la posibilidad de que el kirchnerismo —léase el peronismo— sea derrotado por algo que no sea más de lo mismo. El peronismo, más temprano que tarde, se va a reagrupar en torno del nuevo mandamás y se va a presentar, virginal, ante los amnésicos ciudadanos. Y pasarán otros años. Y después vendrá Capitanich. O Florencia Peña, vaya a saber. Y así.

El peronismo ha conseguido, en sucesivos reciclamientos, que este país, uno de los más ricos del mundo, tenga un tercio de las personas en la pobreza, que malviven coaccionadas por las migajas del poder.

—Hay que tener más esperanza, jefe: más fe, más optimismo. A usted, con esa amargura, se le va a caer todo el pelo.

—Pero, ¿no se acuerda de que esta película ya la vimos muchas veces? ¿Cómo van a decirme que el kirchnerismo "perdió" en la provincia de Buenos Aires, si hace un mes el que le ganó no sabía ¡él mismo! si era kirchnerista o no? ¿Me toman por gil? Además, es ceguera pensar que la cultura de “el que venga atrás, que arree”, que han instalado setenta años de peronismo, se va a superar votando cada dos años.

—¿Entonces?

—Uno que algo sabía anotó que “locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes”. Eso, nomás.
 

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