No es cuestión de
manotear
En efecto: no es cuestión
de manotear cada sobre vacío, o cada ausente, y contarlo como propio. Lo digo
porque circulan por ahí algunas interpretaciones que se adueñan de las cifras de abstención en las
PASO y las utilizan en aval de sus posturas.
La
gente no va a votar por muchas razones:
Porque está muerta
Porque está enferma
Porque es muy mayor
Porque está de viaje
Porque perdió el documento
Porque cambió de
jurisdicción
Etcétera.
Eso,
entre los buenos motivos. Porque están los malos motivos.
Cualquiera
que tenga trato social en medios diversos
sabe que, en general, la gente que proclama que no va a votar es horripilante. Sus motivos
son egoístas, misantrópicos y reaccionarios al extremo. O, en el mejor de los
casos, expresan un pensamiento prepolítico.
En
algunas redes sociales, muy específicas, se encuentra la postura
abstencionista asociada a ideas contestatarias o de cambio. En la calle, salvo
en grupos igualmente específicos, no tiene presencia mensurable. A mí, aclaro, me gustaría que la tuviera, aunque, por supuesto, no descarto la participación electoral cuando esta no significa la disipación de energías que podrían estar volcadas en la lucha de clases real.
La
suma acrítica y oportunista de “los que no fueron”, “en blanco” y “nulos
/ impugnados” da 9.160.000. Yo
aseguraría que si un décimo de esa cifra fueran ciudadanos objetores del
sistema convencidos, conscientes y determinados, otro sería este país.
Me parece que el volumen de aquel conjunto va en aumento.
Pero, según palpo
también en la calle, por los malos motivos.
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