Mis frases, todos estos pensamientos, tienen fecha de caducidad. No pretendo que valgan para siempre, no son los versículos de una fe que pretende ser eterna. [...] Pensar es pensar la incertidumbre.
¿Qué es un crédulo? Un crédulo es alguien que asume una verdad fácilmente, sin exigir demasiadas garantías a la realidad que debe soportarla. [...]
Ser creyente es, sencilla y llanamente, el grado máximo de credulidad, el caso más grave. [...]
Creedor: el que cree con garantías razonables y está dispuesto a cambiar la verdad vigente por otra más coherente (con menos contradicciones) y/o más completa (con menos lagunas). Un científico, como científico, es siempre un creedor de la creencia en la que trabaja, nunca un creyente o un crédulo. El método científico (basado en la objetividad, la inteligibilidad y la dialéctica con la realidad) sirve para tratar ideas, no tanto para captar ideas. Por eso, el científico necesita creer, partir de una creencia. Cree en una idea, pero luego la pasa por el método. Si después de la colisión creencia-realidad la creencia queda libre de paradojas de contradicción (la realidad dice A y la creencia dice no A) y de paradojas de incompletitud (la realidad dice A y la creencia no dice A ni no A), entonces el científico continúa creyendo. En caso contrario abandona la idea y busca otra. En resumen: creedor sería el que exige todas las garantías que la realidad pueda ofrecer en un momento y lugar; crédulo, el que exige muy pocas, y creyente, el que no exige ninguna.
Lo mejor que la humanidad ha hecho en favor de sí misma ha sido por la gracia de algunos creedores que empujan y para la desgracia de algunos creyentes que se resisten. La esclavitud humana fue compatible con millones de creyentes de cientos de miles de religiones desde el amanecer de la humanidad hasta ayer mismo. La abolición de la esclavitud no estaba impresa en ninguna creencia de creyente, fue un boceto de creedor. Algo parecido ocurre con la liberación de una de las dos mitades de la humanidad: las mujeres. La democracia hunde sus raíces en una creencia de creedor; cualquier otro sistema político lo hace en una creencia de creyente. Lo que más se acerca a un absoluto en materia de exigencia moral quizá sea la llamada Declaración de los Derechos Humanos. No conviene ser creyente ni siquiera en honor de tan hermosa idea, porque cualquier día caemos en la cuenta de que falta un nuevo derecho o un nuevo matiz. Yo apuesto por los creedores. Y si a la hora de organizar la convivencia humana hay que elegir entre un creyente o un crédulo, por favor, que sea un crédulo.
Jorge Wagensberg, "Creyentes, crédulos y creedores"
"El País" - http://www.elpais.es/http://digital.el-esceptico.org/leer.php?id=574&autor=248&tema=70
Ser creyente es, sencilla y llanamente, el grado máximo de credulidad, el caso más grave. [...]
Creedor: el que cree con garantías razonables y está dispuesto a cambiar la verdad vigente por otra más coherente (con menos contradicciones) y/o más completa (con menos lagunas). Un científico, como científico, es siempre un creedor de la creencia en la que trabaja, nunca un creyente o un crédulo. El método científico (basado en la objetividad, la inteligibilidad y la dialéctica con la realidad) sirve para tratar ideas, no tanto para captar ideas. Por eso, el científico necesita creer, partir de una creencia. Cree en una idea, pero luego la pasa por el método. Si después de la colisión creencia-realidad la creencia queda libre de paradojas de contradicción (la realidad dice A y la creencia dice no A) y de paradojas de incompletitud (la realidad dice A y la creencia no dice A ni no A), entonces el científico continúa creyendo. En caso contrario abandona la idea y busca otra. En resumen: creedor sería el que exige todas las garantías que la realidad pueda ofrecer en un momento y lugar; crédulo, el que exige muy pocas, y creyente, el que no exige ninguna.
Lo mejor que la humanidad ha hecho en favor de sí misma ha sido por la gracia de algunos creedores que empujan y para la desgracia de algunos creyentes que se resisten. La esclavitud humana fue compatible con millones de creyentes de cientos de miles de religiones desde el amanecer de la humanidad hasta ayer mismo. La abolición de la esclavitud no estaba impresa en ninguna creencia de creyente, fue un boceto de creedor. Algo parecido ocurre con la liberación de una de las dos mitades de la humanidad: las mujeres. La democracia hunde sus raíces en una creencia de creedor; cualquier otro sistema político lo hace en una creencia de creyente. Lo que más se acerca a un absoluto en materia de exigencia moral quizá sea la llamada Declaración de los Derechos Humanos. No conviene ser creyente ni siquiera en honor de tan hermosa idea, porque cualquier día caemos en la cuenta de que falta un nuevo derecho o un nuevo matiz. Yo apuesto por los creedores. Y si a la hora de organizar la convivencia humana hay que elegir entre un creyente o un crédulo, por favor, que sea un crédulo.
Jorge Wagensberg, "Creyentes, crédulos y creedores"
"El País" - http://www.elpais.es/http://digital.el-esceptico.org/leer.php?id=574&autor=248&tema=70
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