sábado, 1 de octubre de 2016

Una historia que nunca existió


¡A los refugios: se viene la paz en Colombia!

Grabémonos esto que dice Bittan ("Saskia 136", postaporteña 1672): “Pero todos, izquierdas o derechas, todos festejan la paz en Colombia. Vuelven a escribir una historia que nunca existió. La que dice que los cambios sociales profundos se pueden lograr sin violencia. Los señores feudales fueron feroces al trote de sus caballos. Los  burgueses no dejaron títere con cabeza y todavía se solazan en las venganzas como en Haití. Y los medios dicen que lo natural es la paz. MANGA DE IDIOTAS!!!.

Lo único que le corregiría es lo de “manga de idiotas”: ¡manga de turros!, diría yo (si hay idiotas en esta historia, no son ellos, sino nosotros).

Pero yo voy a aguar la fiesta —si cabe— un poco más. Voy a recordar que hace treinta años un sector de las FARC, junto a otros grupos guerrilleros, sellaron una paz por la cual se desmovilizaron y se integraron a la contienda política institucional con el nombre de Unión Patriótica.

Voy a “spoilear” el final: la mayoría de sus cuadros políticos más importantes, incluidos los candidatos a presidente, fueron asesinados, y con ellos miles de militantes, en cantidad cercana a cinco mil: ¿se entendió? Los que aceptaron el juego de la legalidad fueron exterminados sistemáticamente. Y no solo los reinsertados y los militantes reconocidos, sino que el genocidio se extendió a todos aquellos que cuestionaban de algún modo las injusticias del sistema: en un lapso de quince años el poder gobernante en Colombia despachó, entre muertos y secuestrados que nunca aparecieron, a 20.000 opositores.

Con el pecho estrujado, debo decir que no espero nada distinto ahora, aunque en principio quizá no tenga características masivas, sino que se traduzca en el asesinato aquí y allá de algunos desmovilizados, con el fin de aterrorizar al resto y desmovilizarlos también en su actividad política legal. Sin embargo, no excluyo tampoco un asalto sangriento a alguno de los campamentos o “veredas transitorias” donde se concentrará a los guerrilleros que abandonen las armas, como modo de escarmiento y advertencia.

¿Qué estoy diciendo: que hay que agarrar los fierros (o no soltarlos)? Nada de eso.

Estoy diciendo que ni el grupete más esforzado, heroico y capacitado de militantes de bronce podrá reemplazar a las masas en la tarea de hacer la revolución. Y que si lograra hacer algo con ese nombre que parezca una revolución, no será tal, sino el engendro monstruoso de un grupo de iluminados.

Y dicho esto, confieso que no tengo una propuesta para las muchachas y muchachos de las FARC que van a quedar indefensos (peor de indefensos de lo que estamos todos), y que en cuanto levanten el pío los van a cazar como pajaritos. Por supuesto, no a pasarse al enemigo; no a esconderse bajo las piedras; no a ponerse al margen de la sociedad adoptando formas individualistas de rechazo. O sea, no a aceptar dejar de ser las personas que fueron.

Pero recuerdo a la Unión Patriótica. ¿Entonces? No sé. El que lo sepa, que lo diga.

@juandelsur2


No hay comentarios: