Hesse - Spinoza
A pesar de que luego de las
opiniones de Luppi y Soledad Silveyra sobre el kaso Darín (y del espectacular
recule de este último) ya parece todo dicho, Hermann Hesse y Baruch Spinoza tienen el descaro de pedir
la palabra:
Si los hombres no osaran decir lo que
piensan cundirían la corrupción y el engaño
Suponiendo
que la libertad pudiera ser tan reprimida y que los hombres pudieran estar tan
restringidos que no osaran siquiera moverse sin el permiso de los poderes
superiores, ese estado de cosas no podría lograr nunca que pensaran lo que
otros quisieran... Una consecuencia necesaria sería la de que los hombres
hablarían cotidianamente en forma diferente de lo que realmente piensan; así se
corromperían la confianza y la fe, que son las cosas más necesarias en el
Estado, y reinarían la hipocresía y la reticencia despreciables, de modo que
habría corrupción y engaño de todas las buenas costumbres... ¿Puede pensarse en
una desgracia mayor para un Estado que el hecho de que hombres respetables sean
desterrados como criminales solamente porque piensan en otra forma y no se
resignan a ocultarlo?
 Spinoza, Baruch, Tratado
teológico-político, capítulo XX.
Solo os seguirán los que no valen
Os
 llevaréis un chasco si creéis que el literato es un instrumento del que
 la clase en el poder puede servirse a su antojo, como si fuera un 
esclavo o un talento a la venta. Mal os va a ir con vuestros literatos 
si partís de esta idea, y solo os seguirán los que no valen. A los 
auténticos artistas y literatos los conoceréis, si algún día os interesa
 saberlo, en su irreprimible propensión a la independencia y en que 
dejan al instante de trabajar cuando se los quiere forzar a hacer su 
trabajo de modo diferente a lo que les dicta la conciencia. No se dejan 
comprar con golosinas ni con prebendas, y prefieren dejarse matar a ser 
manipulados. En esto los podréis conocer. 
Hesse, Hermann,
Lecturas para minutos, Alianza Editorial, Madrid, 1975, p. 20.

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