lunes, 25 de julio de 2011

Alfredo Grande tuvo otro ACV

Aunque la noticia aún no ha trascendido a la prensa, eso se deduce clínicamente de su texto “La discreta impunidad del voto”*, pues los desvaríos e incoherencias en que incurre son propios del desbarajuste en las ideas que precede a los síntomas más graves del ACV. Y digo “otro”, porque los tiene recurrentes: ¿se acuerda, por ejemplo, de lo que dijo de Mujica el año pasado? Bueno, vamos al grano, veamos qué dice ahora:

“Resulta poco digerible o directamente vomitivo que los tres vices del kirchnerismo sean de derechas”. Sí, leyó bien: “vomitivo”, que “los tres vices” sean de derechas. ¿Y los titulares? ¿Filmus, Scioli, Cristina Fernández, qué son? ¿Y los diputados, los gobernadores, los ministros, los intendentes?

Para no hacerla larga, hablemos solo de la zarina: ¿puede ser de izquierda alguien que se enriqueció ejecutando deudores hipotecarios, mientras otros argentinos pagaban con su vida enfrentar a la dictadura? ¿Puede no ser de derecha quien desde la presidencia malversa los recursos del Estado mediante los más torpes negociados (como los de los terrenos de El Calafate) y quien ha llevado al extremo la entrega del país a la voracidad de las multinacionales, en desmedro de la salud y el futuro de sus habitantes?

Y Grande remata así ese párrafo: “Me encantaría ser peronista para hacer tronar el escarmiento ante tanta burla al legado de Evita”. El legado de Evita (más allá de su fortuna, motivo de interminables disputas judiciales en tribunales de la Argentina y de Europa) es el peronismo. Es lo que el peronismo ha hecho y hace y el “manual de procedimientos” de que se vale para perpetrarlo: es un legado tangible, material, verificable. Es de mala fe hacer el cambiazo de ese legado cierto, operante, por otro que solo existe en el deseo o en la bruma del ensueño.

Grande dice aún algo más pernicioso: “Queda claro que el peronismo ya no será revolucionario, pero el dilema es qué será”. No, eso no es un misterio (ni mucho menos un “dilema”): “lo que será” no es algo que nos “sucederá”, como si se tratara de una lluvia de material volcánico o un invierno crudo: está aún por construirse; será lo que le dejemos ser, lo cual depende de nuestra conciencia, de lo que sepamos acerca del pasado y el presente reales del peronismo. Pero nada podremos cambiar si se nos sacraliza el “legado de Evita”, el cual no es ni más ni menos que la presente perversión de todas las prácticas políticas y la descomposición de los modos de convivencia social (al menos en el área metropolitana, que es lo que conozco bien): salga usted a la calle y verá en el cotidiano desprecio por el otro el reflejo de lo que los ciudadanos perciben como usos consagrados por nuestros gobernantes.

El daño que Grande produce con estas tergiversaciones de la realidad es más grave que lo que puedan tener de bueno sus aciertos puntuales o algún retruécano ingenioso, porque al respaldar la ideología, la mitología, la cultura y la metodología que el legado de Evita fusiona, nos condena a que en el futuro otros, colgándose de lo mismo, prosigan haciendo lo que hacen estos y lo que han hecho los anteriores:

[así] es seguro

que habrá más penas y olvido.

Juan del Sur.


* http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=5810:la-discreta-impunidad-del-voto&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106

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