jueves, 27 de abril de 2017

Todo tiempo pasado fue.


Qué bajo hemos caído
Ahora nuestro presidente no le apoya la mano en la pierna al de EE.UU.


Nota: Esta escena sucedió el 24 de julio de 2003, cuatro meses después de que el gobierno de Bush consumara ​la criminal agresión contra Irak, con la falsa imputación de que este país poseía armas de destrucción masiva.

@juandelsur2

viernes, 21 de abril de 2017

lunes, 17 de abril de 2017

Un hilo desde Trump hasta el hincha muerto


La “pasión más pura” y la muerte del hincha

Examinemos "la pasión más pura", según la llamaba Discépolo (Enrique Santos).

En un templo donde se rinde culto a esa pasión la víctima sufrió fractura de cráneo con paro cardiorrespiratorio y múltiples golpes en todo el cuerpo, causados por otros hinchas de su misma divisa.

Pero, ¡aclaremos!: los hinchas de Belgrano se los propinaron de buena fe, creyendo que era un hincha de Talleres ("Taieres", para que nos entendamos todos).

No solo eso sufrió: también el robo de sus zapatillas mientras estaba inconsciente, caído en las escaleras del nivel inferior.

En efecto, en las fotos de cuando lo arrojan las tiene colocadas, y ya exánime en el suelo se lo ve sin calzado. Le robaron las zapatillas cuando estaba moribundo.

Eso, ante la mirada de cientos de personas (¿personas, dije?) que observaban "desde el pullman" el resultado de su hazaña.

En gran parte, el mundo está como está a causa de que el fútbol (el espectáculo de competiciones entre hiperprofesionales) escamotea el tiempo, la pasión y la ética de las masas. Pasión, inteligencia, energías que deberían estar aplicadas al beneficio de la humanidad. Más en este momento crucial en el cual está en riesgo la supervivencia de la especie.

Pero, pongámosle que exagero, que “¡mirá si...!”, etcétera. Igual el tema a mí me inquieta: esos hinchas son mis compatriotas; conviven conmigo y... votan en las elecciones. ¿Cómo quieren ustedes que nos vaya a los argentinos?


@juandelsur2

domingo, 9 de abril de 2017

Jorge Fernández Díaz votó al peronismo durante veinte años


Jorge Fernández Díaz: "Voté al peronismo
20 años y siento que me traicionó",
titula "La Nación"*

Si JFD siente que el peronismo lo traicionó es que está hablando de las expresiones mayoritarias del partido de Perón y Evita, aquellas que mediante sus actos de gobierno o su influencia social podrían haberlo satisfecho. Quiero decir que no se refiere al "Peronismo Descamisado", por ejemplo.
Fernández Díaz nació en 1960, de modo que las primeras elecciones en las que estuvo habilitado para votar fueron las del ’83. Entonces, si desplazamos ese tramo de veinte años sobre una línea de tiempo que va desde 1983 hasta 2015 (últimas elecciones) obtenemos los siguientes destinos para sus votos (lo cual puede ser un dato relevante para algunos, pero no para mí, puesto que el peronismo siempre ha sido básicamente lo mismo).
Si los “20 años” arrancan en 1983, votó al peronismo que quería convalidar la autoamnistía de los genocidas, y a Menem. En 2003 ya no votó al peronismo.
En cambio, si empezamos por la otra punta, podríamos pensar que la última vez que votó al peronismo fue cuando Cristina resultó electa presidenta, en 2007. Más allá de esa fecha las posturas públicas de JFD hacen dudoso que siguiera votando al kirchnerismo. Entonces, los “20 años” incluyen la elección de Menem en el ’89, su reelección, todas las legislativas intermedias y la elección de convencionales constituyentes de 1994. Y, por supuesto, la proyección a la presidencia de Néstor y Cristina.
En cualquier caso, votando al peronismo, en el plano sociopolítico se avala 1) al partido de la Triple A; 2) al sostenedor de la burocracia sindical, y 3) al del asistencialismo clientelista, destructor de la ética de las clases desfavorecidas, de la moral de la autosuficiencia y de la cultura del trabajo.
Para mí (ojo, para mí), que alguien haya sido peronista después del ’73, y haya votado al peronismo durante veinte años es un dato muy significativo.
Un datazo.
  
*http://www.lanacion.com.ar/2007335-jorge-fernandez-diaz-vote-al-peronismo-20-anos-y-siento-que-me-traiciono


@juandelsur2


martes, 4 de abril de 2017

Solo había que decir NO a la guerra

 
1982: se dilapidó una oportunidad


Un jueves de 1982, durante la guerra. Con la Casa de Gobierno al fondo, una madre de la Plaza muestra el cartelito a la cámara: "Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también"*.
Era obvio que los militares no esperaban que un cartel de las Madres dijera "Las Malvinas son argentinas; los desaparecidos son agentes de la subversión internacional apátrida, y bien muertos están".
O sea, habían obtenido para la operación en curso el máximo aval posible de su antagonista más notorio, cuya demanda era insoluble: solo se podía saltar por encima de ella, y la guerra —había calculado la Junta—proporcionaría el envión necesario.
Y hete aquí que la jugada era aprobada justamente por quienes eran llamados a sufrirla, aquellos que, además, habrían estado en condiciones de constituirse en un referente capaz de colocar sobre el tapete el rechazo a la guerra.
En esos días trágicos las Madres pusieron en el mismo nivel de legitimidad la guerra fascista y la demanda de aparición con vida de los secuestrados, víctimas de los mismos que estaban tratando de tapar la sangre con más sangre. Por cierto, ni siquiera era el mismo nivel, pues para los detenidos-desaparecidos se pedía “también” un lugarcito junto a lo que se reconocía como el anhelo máximo e indiscutible de los argentinos: la recuperación de las islas... para colocarlas en la bolsa junto con todo el territorio continental, ya ocupado, saqueado y avasallado.
Durante la guerra comenzó la bancarrota política del sector mayoritario de Madres (el de Hebe) que, aunque parezca imposible, no ha dejado de profundizarse hasta hoy.

* No se piense que pasado el tiempo recapacitaron: 35 años después siguen exhibiendo esa foto con orgullo:
https://twitter.com/abuelasdifusion/status/848533817879146497


@juandelsur2



lunes, 3 de abril de 2017

Heroísmo - Victor Klemperer


Victor KLEMPERER: “LTI: La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo” (1947)

Klemperer, en su materia, es un equivalente de lo que significa Darwin en ciencias naturales: es la capacidad —en condiciones en las cuales se está exponiendo la vida— de ver cosas minúsculas, u otras que de tan inmensas se hacen invisibles, y registrarlas minuciosa, tercamente, para luego ordenarlas, analizarlas y correlacionarlas hasta descubrir la ley que las une.
Darwin y Klemperer representan la ciencia llevada al plano de la aventura, tal como la definía Whitehead: la conjunción de riesgo físico aceptado junto a audacia del pensamiento.
La humanidad ha sido infinitamente afortunada de que ellos (y sus investigaciones) sobrevivieran a las múltiples asechanzas implícitas en sus búsquedas, peligros que en el caso de Klemperer abarcan cada segundo de su vida desde la adopción de las leyes de sangre por los nazis en 1935 hasta la derrota del Tercer Reich diez años más tarde.
El monumental resultado de aquel esfuerzo es “LTI: La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo” (1947), donde “LTI” (lingua tertii imperii) era un desesperado intento para que en el caso de que alguno de sus apuntes —escritos con letra micrométrica en papelitos varios— fuera descubierto en una requisa, el tema al cual estaban concernidos no quedara declarado explícitamente.
A continuación se transcriben algunos fragmentos del comienzo de la obra, la cual no por rigurosa es menos atrapante. En suma, doblemente recomendable.


Heroísmo
(EN VEZ DE UN PREFACIO)

[…] En el llamado «instituto nocturno» de la Universidad Popular de Dresde y en los debates organizados por la Asociación Cultural junto con la Juventud Libre Alemana, me llamó la atención más de una vez que los jóvenes se aferraran a argumentos del nazismo, con toda inocencia y en un esfuerzo sincero por remediar lagunas y errores de su formación durante todos esos años. Ni siquiera se daban cuenta; los usos lingüísticos heredados de la época anterior los confundían y los seducían. Hablábamos del sentido de la cultura, del humanismo, de la democracia, y yo tenía la impresión de que pronto se haría la luz, de que algo se aclararía en aquellas mentes tan llenas de buena voluntad... y de repente, de forma inevitable, alguien se refería a un comportamiento heroico o a una resistencia heroica o al heroísmo en general. En el preciso instante en que este concepto entraba mínimamente en juego, la claridad desaparecía y volvíamos a meternos de lleno en los nubarrones del nazismo. No solo los jóvenes que acababan de regresar de los campos de batalla y del cautiverio y no se consideraban debidamente tenidos en cuenta y menos aún celebrados, sino también las muchachas que no habían prestado servicio militar: todos ellos estaban totalmente cautivados por esta dudosísima concepción del heroísmo. No cabía la menor duda, desde luego, de que no podía establecerse una relación realmente adecuada con la esencia del humanismo, de la cultura y de la democracia cuando se pensaba de este modo sobre el heroísmo o, mejor dicho, cuando se erraba de este modo al pensar sobre él.
¿Pero en qué contextos se presentó la palabra «heroico», con toda su parentela semántica, a una generación que en 1933 apenas había superado aún la fase del aprendizaje del abecedario? La respuesta sería, sobre todo, que siempre la vieron de uniforme, con tres uniformes diferentes, pero nunca de paisano. […]
Durante doce años, el concepto y el vocabulario propios del heroísmo se aplicaron de manera creciente, más y más exclusiva, a la actitud intrépida de desprecio a la muerte demostrada en alguna acción militar. […]
—Pero, señor profesor, ¡usted realmente no nos hace justicia! A nosotros..., no me refiero a los nazis, que no lo soy. Pero sí estuve en el campo de batalla durante todos estos años, con algunas interrupciones. ¿No es lógico que en tiempos de guerra se hable sobremanera del heroísmo? ¿Y por qué ha de ser falso el heroísmo que se demuestra en tales circunstancias?
—Para el heroísmo no solo se necesita tener coraje y jugarse la vida. Eso lo consiguen cualquier matón y cualquier delincuente. En su origen, el héroe es alguien que realiza actos positivos para la humanidad. Una guerra ofensiva, acompañada, además, de tantas atrocidades como la de Hitler, no tiene nada que ver con el heroísmo.
—Aun así, había entre mis camaradas muchos que no participaron en las atrocidades y que estaban firmemente convencidos, pues nunca se les había dicho otra cosa, de que librábamos una guerra defensiva, aunque atacáramos y conquistáramos, y de que nuestra victoria sería positiva para el mundo. Solo mucho más tarde, demasiado, comprendimos las verdaderas circunstancias. […] ¿Niega usted que hubiera un heroísmo silencioso y auténtico en la época de Hitler?
—En absoluto..., todo lo contrario. La época de Hitler generó el heroísmo más puro, pero en el terreno contrario, por así decirlo. Pienso en los numerosos valientes de los campos de concentración, en los numerosos ilegales intrépidos. Allí, el peligro de muerte y los sufrimientos eran incomparablemente superiores que en el frente, ¡y a ello se sumaba la total ausencia del elemento decorativo! Allí no le esperaba a uno la tantas veces celebrada muerte «en el campo del honor», sino en el mejor de los casos la guillotina. No obstante, a pesar de la ausencia del elemento decorativo y a pesar también de la indudable autenticidad de su heroísmo, estos héroes poseían igualmente algo que los apoyaba y aliviaba en su fuero interno, pues ellos también eran conscientes de pertenecer a un ejército, también creían firmemente y de forma justificada en la victoria última de su causa y podían llevarse a la tumba la convicción orgullosa de que su nombre resucitaría algún día rodeado de una gloria que sería tanto mayor cuanto más infame fuera en esos momentos su asesinato.


“Mucho se habla de extirpar la ideología del fascismo […] pero el nazismo no se introducía por los grandes discursos, sino por las expresiones aisladas, cotidianas, repetidas, mecanizadas, las de todos los días […] Los tópicos, de este modo, acaban por apoderarse de nosotros y piensan por uno.” - V. K. 

 

@juandelsur2