martes, 4 de abril de 2017

Solo había que decir NO a la guerra

 
1982: se dilapidó una oportunidad


Un jueves de 1982, durante la guerra. Con la Casa de Gobierno al fondo, una madre de la Plaza muestra el cartelito a la cámara: "Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también"*.
Era obvio que los militares no esperaban que un cartel de las Madres dijera "Las Malvinas son argentinas; los desaparecidos son agentes de la subversión internacional apátrida, y bien muertos están".
O sea, habían obtenido para la operación en curso el máximo aval posible de su antagonista más notorio, cuya demanda era insoluble: solo se podía saltar por encima de ella, y la guerra —había calculado la Junta—proporcionaría el envión necesario.
Y hete aquí que la jugada era aprobada justamente por quienes eran llamados a sufrirla, aquellos que, además, habrían estado en condiciones de constituirse en un referente capaz de colocar sobre el tapete el rechazo a la guerra.
En esos días trágicos las Madres pusieron en el mismo nivel de legitimidad la guerra fascista y la demanda de aparición con vida de los secuestrados, víctimas de los mismos que estaban tratando de tapar la sangre con más sangre. Por cierto, ni siquiera era el mismo nivel, pues para los detenidos-desaparecidos se pedía “también” un lugarcito junto a lo que se reconocía como el anhelo máximo e indiscutible de los argentinos: la recuperación de las islas... para colocarlas en la bolsa junto con todo el territorio continental, ya ocupado, saqueado y avasallado.
Durante la guerra comenzó la bancarrota política del sector mayoritario de Madres (el de Hebe) que, aunque parezca imposible, no ha dejado de profundizarse hasta hoy.

* No se piense que pasado el tiempo recapacitaron: 35 años después siguen exhibiendo esa foto con orgullo:
https://twitter.com/abuelasdifusion/status/848533817879146497


@juandelsur2



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