sábado, 28 de febrero de 2015

¿Es lícito hacer semejante desastre ambiental para entretener a un montón de palurdos?

 
Parece que sí: nadie lo criticó
 
 
En las exhibiciones acrobáticas del Salón Aeronáutico Internacional de Australia en el aeródromo Avalon, cerca de Melbourne, se queman enormes cantidades de inflamables para producir un efecto que deje boquiabiertos a descerebrados que deben de vivir en otro mundo.

Revisé en internet varias decenas de publicaciones internacionales que reprodujeron esta y otras fotos similares, ¡y son tales para cuales con los espectadores: todas ponderan este desastre con admiración y simpatía!

Deben de pensar que no hay problema porque ahora el petróleo está barato.


jueves, 26 de febrero de 2015

Apuntes sobre el libro de Darío Aranda “Tierra arrasada”


Tierra arrasada, pueblos estrujados

Con siete días de vida, un bebé tuvo, por intoxicación, su primera visita al hospital después del paso de un tractor fumigador que roció todas las casas de su calle con agrotóxicos.


Los negocios de la soja, la megaminería, las pasteras y los combustibles no convencionales afectan a una parte importante del territorio nacional. Se trata de emprendimientos de grandes empresas que se instalan en puntos estratégicos para obtener un rédito millonario, y ocasionan daños graves en la salud de los habitantes y un deterioro irreparable en el ambiente.

Las resistencias de las asambleas socioambientales, de los campesinos, de los habitantes de pueblos indígenas son reprimidas por las corporaciones, y esto muchas veces no encuentra eco en los medios: algunos, por el compromiso que puedan tener con las empresas, y otros, por su dependencia del gobierno.

La resistencia de las poblaciones campesinas en Misiones frente al avance de los monocultivos de árboles, en particular, tiene poca prensa, porque estamos más enfocados en el tema de la soja; pero las plantaciones de árboles para la industria en Misiones y en Corrientes [y en Entre Ríos, agrego] funcionan de la misma manera: tienen tan malas, o peores, consecuencias que las de soja.

El libro contiene un trabajo de archivo que, como premisa principal, demuestra el impacto del extractivismo en el medio ambiente, pero también la resistencia que se produce ante ello, y la violación de los derechos de las personas que, frente a estas corporaciones, son objeto vulnerable, y frente al Estado parece que fueran objeto invisible.



sábado, 21 de febrero de 2015

Vamos por mal camino


Un diagnóstico crudo

—Si continúa la promoción indiscriminada de los emprendimientos megamineros, vamos a contramano de lo que necesitamos desde el punto de vista energético (sin contar los otros horrores ambientales que se generan). Una sola megaminera consume la misma cantidad de electricidad que toda una provincia.

—La expansión de los agronegocios, una de las bases de sustentación de las exportaciones argentinas, ocasiona un consumo gigantesco de energía en toda la cadena del sector (desde la producción primaria hasta el consumo final, pasando por el transporte).

—La armaduría automotriz, uno de los puntales de la reactivación industrial y uno de los sectores claves del plan estratégico del país hacia el 2020, es pura promoción de consumo irracional de combustible, algo que se dará de narices contra el muro del colapso energético en un plazo cortísimo en términos históricos.

Es cierto que no podemos pensar en lograr un cambio abrupto, pero siento que si no se inicia un urgente proceso de transición, el cambio igual vendrá pero en condiciones de colapsos y caos, donde no solo se afectará el transporte y el uso domiciliario de energía, sino también la accesibilidad a los alimentos. Y la cuestión es que no contamos con demasiado tiempo, de ahí que siempre prefiero mostrar las cosas con toda crudeza y proponer alternativas más profundas, porque estimo que las reformas tibias y acotadas no van a dar resultados consistentes en el tiempo.

En síntesis, desde mi perspectiva y para mi gusto, poner un poco más de dura realidad al tema es necesario si buscamos que la sociedad comience a reflexionar y reaccionar a tiempo.


Luis Lafferrière - Asamblea Ambiental
(Extractos.)

martes, 17 de febrero de 2015

Yo no soy Nisman. Ni lo quiero ser


Yo no soy Nisman. Ni lo quiero ser


La apasionante cuestión de si durante aquella larga noche los policías comieron o no comieron facturas en el departamento de Nisman concentra ahora el interés público.

Mencionarlo no es banalizar la muerte de una persona, sino un modo de poner en evidencia hasta qué punto los medios de comunicación pueden desviar la atención acerca de los elementos de esa historia que son verdaderamente importantes para nosotros.

No es el momento de escribir ochocientas páginas sobre eso: tales páginas ya están escritas —y un millón más— y quien quiera saber y entender las encontrará, aun debajo de las piedras.

Entre aquellos elementos importantes de la realidad, está darnos por enterados de que Nisman no fue el único muerto en las últimas semanas. Así es: hubo varios niños muertos por desnutrición (que, ¿no son personas, también?) en el país que según alardea la presidenta puede alimentar a quinientos millones de seres humanos; además, en el hospital Garrahan otros luchan contra enfermedades penosas —y varios mueren, mes a mes— a causa de su exposición a los agrotóxicos. Etcétera.

Pero lo realmente importante es que estos muertos —y otros muchos— son víctimas de guerra.

¿Cómo?

Sí, víctimas de una guerra económica que solo en algunas partes del globo asume la forma armada, pero que en todas partes arrasa con los derechos de las personas y con los bienes naturales de las comunidades.

En la Argentina, usted ya sabe, las aves de rapiña se abalanzan sobre los recursos mineros, desmontan hasta el último rincón aprovechable y se llevan, con las cosechas y con los minerales, el agua, la fertilidad del suelo y la calidad del aire que respiramos y del agua que bebemos.

Bueno, ¿y qué tiene que ver Nisman con esto? Lo siguiente: él era un soldado de una de las hordas que se disputan a dentelladas una porción mayor de la ganancia. Un soldado de escritorio, sí, o más bien, una especie de sirviente.

Esto se conoció aquí hace cinco años, con los cables que filtró Wikileaks. Yo no me enteré. Y si me enteré, tenía tan poca visión de su importancia que lo olvidé completamente: resulta que usted y yo pagábamos millones de dólares anuales para mantener un funcionario y una estructura a las órdenes de EE.UU. e Israel: nada menos que los países que desde 1950 en más han asesinado a millones de personas para apoderarse de sus riquezas y destruir sus modos de organización.

¿Podíamos esperar algo bueno de este fiscal? No, nada. Solo lo malo. Lo peor.

Pero tenemos sí, otras personas que por todas partes —en los pueblos, en las rutas, en las fábricas, en las calles— se levantan y enfrentan a los que con la complicidad de los gobiernos nos explotan, nos saquean y nos envenenan.

Si con alguien debemos identificarnos es con ellos. Somos ellos.

No Nisman.


Cuando uno le toma el gustito a liberar, quiere liberar todos los días


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¡Libia será verdaderamente libre cuando
no quede ningún libio!, dicen
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Insaciables: ahora proponen formar otra coalición para liberar a Libia de la coalición que la liberó de Kadafi: ¡qué gente tan liberadora!: 
http://www.lanacion.com.ar/1769125-egipto

Libia bastante liberada. Pero no fue suficiente.


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lunes, 16 de febrero de 2015

Al Carnaval del Uruguay


Vendrá mi negra con su alegre compás


—El Carnaval, sobre todo en el Río de la Plata, es ocasión para que las murgas y comparsas planteen críticas de tipo social.
—¿Por qué justo en Carnaval? ¿Y qué hacen durante todo el año?
—Durante el resto del año se escriben las canciones, se confeccionan los trajes y se practican los pasos y coreografías del desfile.
—Entiendo, entiendo.
Dialoguito con un carnavalero militante

María O’Donnell, por quien confieso simpatía a causa de su estilo desacartonado y espontáneo y las múltiples y agradables inflexiones de su voz (nada ideológico, como se ve, porque... en los entrevistados hay agujeros, y ella no repregunta), conversó esta tarde en su programa “La Vuelta” con el murguero de “Falta y Resto” Raúl Castro, “Tinta Brava”.
Juntos repasaron las particularidades de las murgas a uno y otro lado del Plata: más de desfile y pasos en la Argentina, más teatral y de contenidos en la otra orilla, creí entender, mientras me ocupaba de otras cosas.
Esto mismo llevó a que en el diálogo se examinara qué pasó en Uruguay con la murgas durante la dictadura. Paré la oreja. Dejaron correr —dijo Castro—, porque hay que tener en cuenta que los milicos tienen sus propias simpatías con alguna murga, y no se iban a tirar contra eso. Es que el carnaval y la murga son inherentes al ser uruguayo, milicos incluidos, señaló.
Ajá. Por ende, no se los puede suprimir.
La vida, la integridad de la persona, la libertad, los derechos humanos y políticos no son inherentes a los orientales, y esos sí se pueden conculcar.
Ahí va la bocha: el carnaval “es inherente” (y el fútbol, y el asado, y la playa también), y no hay problema —ni peligro— en dejarlo correr.
Si yo tuviera que hacer un semejante reconocimiento de impotencia, de infructuosidad de mi hacer, antes me cortaría las venas con una vainilla (una plantilla, bah) mojada en leche fría.


domingo, 15 de febrero de 2015

Malvinas y la izquierda


Un debate que solo las masas podrán saldar

Verdad concreta: Verdad fundada en el análisis y en la generalización de las condiciones históricas concretas en las cuales se produce cada acontecimiento, en el comportamiento de todos y cada uno de los procesos objetivos. La verdad es siempre concreta, puesto que todo depende de las condiciones, determinadas, del lugar y del tiempo.
“Diccionario de la lógica”, Elí de Gortari, 1988.

Dice Marcos Rojo en su nota “El 18 de febrero, una aventura extramatrimonial...”, Posta Porteña 1347*: “En el año 1982 me pareció correcto tratar de enlistarme, como uruguayo civil, voluntario, para combatir en Malvinas contra el colonialismo británico. Aún sostengo aquélla loca posición, de que para derrumbar a los milicos genocidas había que armarse primero, ser parte de un sentido reclamo popular, combatir contra la humillante colonización y militarización de las Malvinas, legitimarse con ese sufrido pueblo, que soportaba la sangrienta dictadura, y aun así ofreció sus mejores hijos a las trincheras”.
Por supuesto que no coincido en nada de lo que postula ese párrafo. Ni siquiera en que los soldados de Malvinas fueran los mejores hijos del “sufrido pueblo”, compasiva fórmula que insumiría, ella sola, varias páginas de análisis. Y me rectifico: sí, coincido en algo, en el rapto de lucidez que engloba ese todo bajo el rótulo de “loca posición”.
Es que en el supuesto (patológico) de que tuviéramos que enviar a nuestros jóvenes a una guerra territorial por las Malvinas, lo primero que habría que asegurar es que la dirección de nuestras fuerzas no estuviera en manos de los socios de los usurpadores, ¿verdad?
Pero, por cierto, si se va a ofrendar la vida, tiene que ser a cambio del bien más alto, sin el cual la vida no merece ser vivida. ¿Las Malvinas son ese bien?
Lo que ofreció “el pueblo” —no a las trincheras, sino a los militares genocidas, para personalizarlo mejor—, fue su carencia de conciencia política y de clase: los hijos iban incluidos en ese kit. En 1982 —y antes— algunos (pocos) ya nos habíamos “enlistado” en la única guerra justa para los oprimidos y explotados: el antagonismo contra los opresores del pueblo trabajador.
Me releo y cae sobre mí el peso de tantos años de decir las mismas cosas. Y no a los enemigos de la clase: con ellos no discuto. Pero Malvinas es una de las cifras de nuestra derrota política, y seguiré dando esta pelea, aunque buscando la concisión, para no aburrir y no aburrirme.
Pero sería injusto no destacar la portentosa idea de enlistarse como voluntario para combatir en Malvinas con el fin de “legitimarse con ese sufrido pueblo, que soportaba la sangrienta dictadura”, pero que ofrecía la sangre de sus hijos por no poder soportar la ocupación de unos peñascos distantes.
Los de izquierda nos legitimamos ante los compañeros porque les decimos la verdad y les cuestionamos fraternalmente sus errores. Buscamos su adhesión  por la justeza de nuestras caracterizaciones y lo eficaz de nuestras propuestas, no por avalarle sus supersticiones políticas.
Esto puede no tener un rédito inmediato, pero “no temer en el presente una ruptura completa con los prejuicios dominantes es el único modo de conquistar el derecho de dar expresión mañana a los pensamientos y sentimientos de las masas insurgentes”.
Lo dijo uno que sabía.


  

jueves, 12 de febrero de 2015

¡Paren las rotativas!: ¡Krisabelita dijo una verdad!


La ancestral aspiración peronista

"A ellos les dejamos el silencio"

El peronismo nació totalitario. Sus parteros fueron un grupo de militares con simpatías nazifascistas, asustados por la aparición en el horizonte de un horrible oso rojo.

Como muchos otros gobiernos totalitarios de todo el mundo, ha obtenido apoyos electorales plebiscitarios.

A despecho de ellos, jamás se ha desprendido de sus credos originarios. Por ejemplo, del que considera a una oposición presente y activa como un  mal intolerable.

En las primeras presidencias de Perón logró eliminarla plenamente. Lo intentó, a sangre y fuego, en el período 73-76.

 El Silencio Es Salud. Y los Falcon. Que no eran nada saludables. 
(Foto: plazademayo.com - Archivo Difilm)

Pudo ignorarla en la década de la pizza y el champán, a favor del uno a uno y el deme dos.

Y este gobierno no puede ni suprimirla ni ignorarla: la padece, y cómo.

Añora aquellos viejos tiempos.

"A ellos les dejamos el silencio".

Es casi una plegaria.


sábado, 7 de febrero de 2015

Mujica es más bueno que el pan


Un viejo loco al que le decían Pepe

02/02/2015

El viejo empezó a hablar. El auditorio lo escuchaba y todos babeaban. El auditorio olía a perfume fino y a sonrisa posada, y el viejo, a monte y a sol. El auditorio estaba lleno de dignatarios, unos menos dignos que otros. Y los esperaban en sus hoteles los ujieres y las copas y los platos de los menús escritos en francés. El viejo que hablaba, parecía cualquier pensionado de esos que matan la tarde en pantuflas con un periódico al lado en un sillón de cualquier corredor de cualquier barrio. El viejo y los dignatarios (unos menos dignos que otros, y otros indignados) apoyaban sus brazos, en una mesa traída de Cuba, y solo ese transporte había costado unos ocho mil dólares. El viejo hablaba de la mesura, del consumismo, de la falsedad de las apariencias, de la pobreza, de la miseria, de la hipocresía de su clase, y los dignatarios que sudaban colonia y eructaban calamares mediterráneos y trufas austriacas, sonreían con sus dientes sucios de saliva cansada.
“Humildemente podría hablar de la pobreza en mi país, de la indigencia en mi país. Yo no me siento orgulloso, me siento con pesadumbre, de que en mi país quede un medio por ciento de indigentes, y un diez por ciento de pobres, porque no debería haber nadie”, decía, y el auditorio lo auditaba desde las sillas alquiladas en las que se sentaron por unas cuantas horas, para demostrar cuán preocupados estaban por los seiscientos millones de almas latinocaribeñas de la América no sajona.
El viejo hablaba de la historia de un subcontinente cuyo pecado mayor es la desigualdad, y jugueteaba con los anteojos entre sus dedos. “Hay gente que tendría que vivir doscientos treinta años y consumir un millón de dólares por día, para consumir lo que posee”.
El silencio y la dureza de las caras de los escuchadores eran absolutos. El viejo los veía casi con lástima, y a quemaropa les espetó cuán natural e inherente a lo humano es la corrupción, para recomponer la esperanza con una máxima que bien pudo sacar de una postalita de cereal, pero que en su boca sonaba a verdad verdadera: “He visto hombres y mujeres capaces de entregar la vida por un sueño, y eso no se compra, porque eso no se vende”.
Poco faltó para la lágrima derramada en alguna cara de los escuchantes. Ese día, el viejo pronunció uno de los últimos discursos que daría como uno de los últimos presidentes que aún asombra; sin embargo, entendía que estaba allí hablándole a sombras, porque las sombras son solo la proyección oscura y sin sustancia, en el espacio donde un cuerpo real se antepone a la luz.
A esta hora nadie sabe, si el viejo hablaba solo para esperar ser escuchado, o si en realidad tenía esperanza en que su mensaje calara en algún lado. Tantas veces había dicho lo mismo, y el mundo seguía viéndolo con la admiración pasajera que genera la rareza sin que algo tangible pasara.
Al final, el viejo terminó de hablar. Había dicho suficiente por ese rato. Había hablado en contra de ellos, los había expuesto, les había señalado sus pecados y su fetidez, los había dejado en evidencia en su estúpida apariencia de gente bien, en su farsa, y el viejo sonreía triste, al ver, como uno a uno, todos los que había señalado, se levantaban para aplaudirle.
Entonces, en medio del estropicio del silencio que es el aplauso, al viejo le pareció oler en el aire un añejo aroma a napalm.

:: Esteban Mata ::

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El viejo empezó a hablar. El auditorio lo escuchaba y todos babeaban. Sí, esos que olían a perfume fino y eructaban calamares mediterráneos y trufas austríacas. El viejo terminó de hablar, y todos —aquellos mismos—  se levantaban para aplaudirlo de pie.
“A esta hora nadie sabe, si el viejo hablaba solo para esperar ser escuchado, o si en realidad tenía esperanza en que su mensaje calara en algún lado.”

¿Nadie sabe?

Digamos que algunos de los que no saben, y no sabrán nunca, es porque no quieren saber: está todo bien así, ¿para qué complicarlo?

¿Podría ser que alguien que verdaderamente quisiera acabar con el privilegio, la injusticia y el saqueo pensara que sus ideas pudieran calar en los privilegiados, los injustos y los saqueadores?

¿Qué opinan ustedes?

Eso es lo importante: qué opinan ustedes. Ahora viene qué opino yo, que es lo no importante, de modo que lo aconsejable sería que dejaran de leer y se quedaran pensando.

Prosigo escribiendo, pero ahora solo para mí.

Creo que Mujica no esperaba convertir en revolucionarios a esos chupasangres. Quería mostrar cómo es capaz de decirles en la cara esas cosas, para que Esteban Mata en la Revista Paquidermo se “asombre” y le siga el juego.

Como se lo seguían los atildados dignatarios que celebraban que se pudiera levantar aquellas banderas y lograr que todo continúe como estaba. O peor, en términos de organización, de conciencia: “la izquierda no sirve para edificar un mundo distinto”.

Blancos y colorados no lo harían tan bien. Es más: no lo hicieron. Necesitaron de los militares y la dictadura, y la jugada pudo salir muy mal, pero no... gracias a los Mujica, los Tabaré Vázquez, los Fernández Huidobro.

¿Qué estarían anhelando esas personas, las del auditorio? Voy a arriesgar mi opinión (puede fallar).

"Ojalá hubiera muchos como él."



jueves, 5 de febrero de 2015

Para que no queden dudas

 
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Soy muy crítico de este gobierno, pero...
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martes, 3 de febrero de 2015

Muerte con olor a barril y cosechadora

La pista más seria: al fiscal Nisman lo mató la revolución

En homenaje a los que se esfuerzan en sostener principios y valores contra la corriente, aquí algunas puntas para desenredar la madeja de espionaje y corrupción que esconde su muerte.


Tirso Fiorotto/De la Redacción de UNO 
Domingo, 01 de febrero de 2015 

David Rockefeller tenía 50 años ya, cuando nació Alberto Nisman. Nisman acaba de morirse, Rockefeller va para los 100 (ahora, en junio que viene), y sus socios y sirvientes hacen cola para el besamanos. Hierba mala nunca muere, dice el refrán. En esta columna damos pistas para demostrar que a Alberto Nisman lo mató Rockefeller. Rockefeller como símbolo (no se enoje, don David).
Por lo menos intentamos hurgar en pistas que nos saquen del baño de Puerto Madero.El mundo cambió en 2014, y muchos de nosotros, como el propio Alberto Nisman, pudimos estar tan enfrascados en asuntos de segundo orden que no alcanzamos a calibrar los desplazamientos de las placas del “orden”. Esta perspectiva tiene importancia en este momento. Así el fiscal hubiera muerto por un conflicto amoroso, desde este ángulo que decimos podemos apreciar que estamos en el mismo problema: su muerte, por dolorosa que sea, no cambia nada porque la bisagra se colocó antes: en 2014.
¿No cambia nada? Es un decir. La sociedad argentina está saturada de problemas que la clase política no ha hecho sino multiplicar, de modo que un incendio, una muerte, por ejemplo, puede desencadenar muchas otras cosas y no tenemos la bola de cristal.
¿Por dónde empezaremos a tirar el hilo en la enmarañada madeja que envuelve la muerte de Alberto Nisman?
Una pista: el orificio de la bala, el proyectil, el arma, la mano, el contexto, los custodios, las llamadas telefónicas, las circunstancias, sus denuncias recientes, las personas cercanas. Otra pista: el cambio del mundo en los meses previos, el giro de las diplomacias de los países poderosos, las nuevas alianzas, el mundo de los dueños del petróleo y los alimentos y los medicamentos, los reacomodamientos históricos que pudieron dejar a Alberto Nisman colgado de la brocha, o dicho de otro modo, con lisas en un pantano. Nos interesa más, para el caso, esta opción porque explicaría en parte la muerte de este argentino y explicaría otras muertes, otros cambios, es decir: con el mismo esfuerzo abrimos todo un panorama que nos saca del laberinto del edificio que guarda para siempre los últimos sueños y secretos de Nisman, y nos encamina no ya a un muerto sino al universo de la muerte.

Gran impacto

Un atentado es impactante y tensa todas las relaciones sociales y políticas porque es provocado y, además, todos mueren a la vez. (El biocidio entrerriano, por caso, sería noticia excluyente del planeta entero por un mes completo si lográramos mostrar ante las cámaras en un día la tala rasa -con la enumeración de las muertes horrorosas de millones de ejemplares de miles de especies- que produjimos aquí en un siglo para ofrecerle el territorio libre de vidas molestas a las multinacionales. Eso sería un best seller si le agregáramos la masacre de personas que precedió ese biocidio, es decir, el genocidio, nuestro tributo al capital financiero que es nuestro dios).
Respecto de las muertes en sí, un atentado que se lleve a 100 personas en la Argentina equivale a los efectos del 2 por ciento de los choques en las rutas de la Argentina (como el que acabó con la vida del colega Tomás Bulat ayer), en un año, choques que también son evitables pero están naturalizados, como la tala rasa.
En las dos décadas que pasaron desde el terrible ataque a la AMIA que dejó 85 víctimas fatales, han muerto en las rutas argentinas por choques estúpidos unas 120.000 personas. Sería tan justo echar a todos los responsables de la seguridad de Nisman, como echar y descontar sus sueldos a todos los presidentes, gobernadores, ministros, legisladores que en estos 20 años provocaron la muerte de 120.000 personas en las rutas. Empezando por los que, en 20 años, gobernaron 20.
El impacto y las consecuencias de la muerte de una persona con poder, que investigaba casos de enorme repercusión pública, son sin dudas superiores al impacto y las consecuencias de la muerte de un niño desnutrido, sea en un barrio o entre los qom o los wichí, porque hemos naturalizado que los niños en un barrio o entre los qom y los wichí estarán más o menos desnutridos. Y depende también de la propaganda del sistema.

Sin enojarnos

La muerte de Alberto Nisman no debiera enemistar o separar a los argentinos, al contrario, es motivo de unidad y reflexión. Los que han cometido errores en el apuro por caratular esta muerte quizá no estén con margen anímico para admitirlos o pedir disculpas, en un año electoral, y bajo la presión de distintas denuncias, sea por corrupción o por encubrimientos varios. Dentro de algunos años, Cristina Fernández de Kirchner, ya más serena, reconocerá tropiezos y se preguntará por el flaco favor de asesores y seguidores acríticos.
El caso tiene muchas aristas para analizar. Hijas destruidas, gobierno atolondrado, espías ensoberbecidos y enfrentados, y un sinfín de actores que dan para todo el arco de sensaciones posibles. Aquí buscaremos una perspectiva distanciada sobre el rol del país en el mundo, porque la muerte de Nisman se produce en el mismo instante en que la Argentina se encuentra con un plus de debilidad, dada su oscilación en la búsqueda de amos.

USA baja un cambio

Un problema que sufre la Argentina en las últimas décadas es la subordinación a los Estados Unidos de América –USA- y sus aliados. El fiscal no venía a contrapelo en esta corriente. Los principales sospechosos estaban en el “eje del mal”, la cosa marchaba aceitada. Durante 2014 el mundo sintió un sacudón y empezó a rearmar las piezas. Estados Unidos ya no hace y deshace a gusto y placer. Por casualidad, o no, Alberto Nisman murió en el mismo instante en que la Argentina muestra con mayor claridad una mutación, y un cierto desconcierto. En 2014 Rusia y China frenaron a USA en Siria y en Ucrania. Hoy, la USA de Obama no lanzaría bombas sobre Irak así nomás.
Las negociaciones de los países están al rojo vivo. Los acuerdos de China y Rusia, los intereses cruzados sobre los países árabes, el derrumbe del precio del petróleo, pero principalmente la consistencia de las armas de otros países que no son USA y sus desarrollos en defensa antiaérea, le cerraron a USA el camino fácil del ataque a capricho. De uno u otro modo las clases poderosas de la tierra están preparando la destrucción del mundo, y decidiendo quién se salvará de esa catástrofe (perdón por la noticia, pero Martín Fierro está vigente como nunca: “dentro en todos los barullos pero en las listas no dentro”). Nosotros no entramos en la lista del imperio. (Sería largo desarrollar aquí el modo de selección que han pensado los “estrategas” que siguen los caminos imperialistas de Kissinger).
Si nos atenemos al equilibrio de fuerzas entre las potencias imperiales, hoy el Este, con China y Rusia a la cabeza, tiene voz y voto. Por eso USA (y compañía) muestra esos balbuceos en Siria, en Irán, en Ucrania, y opta por desgastar a las estructuras con poder que podrían convertirse en peligrosas para su aliado Israel y para sus necesidades de materias primas, pero no las destruye de una. El escenario internacional es un tembladeral. La bisagra: 2014. Ahora con el capitalismo chino al frente.

Colonialidad

¿A qué vienen estos comentarios? Los gobiernos argentinos son permeables a los estados imperialistas. Se recuestan donde el sol calienta. Durante años se ha educado a los argentinos para hacerlos permeables a la “colonialidad”. La escuela, los medios masivos de comunicación, somos útiles en esa línea. Así es que en un país parasitado por el imperialismo, a través entre otras cosas de las multinacionales y el capital financiero en el centro, ni oficialismo ni oposición sienten reclamos insoportables por la independencia. Sí una relajación, un campo abierto que el gran capital aprovecha, como aprovechan las organizaciones de espionaje. Salta a la vista.
Con una fuerte clase media no preocupada por el saqueo de las multinacionales sino por los subsidios a los desocupados, el camino está allanado. Así, cuando un gobierno está precisando dólares o mercado para salir de un pantano, y un país que llamaremos Equis le ofrece auxilio y a cambio exige que le concedamos la construcción, vamos a suponer, de una obra por millones de dólares sin licitación, el gobierno lo resolverá en un santiamén. (Por supuesto, previamente debió edificar un sistema de licitaciones digitadas, en sociedad con las corporaciones, para que los que puedan hacer la obra estén enhebrados y callen). Las potencias conocen al dedillo las debilidades de la inmediatez y el exitismo. Este es el sistema. En la división internacional nosotros cumplimos el rol de consumidores y productores de materias primas. En cada crisis de la Argentina sacarán un bocado USA, Francia, España, Alemania, Gran Bretaña, China, Rusia, en fin. Esto, desde los tiempos de Rivadavia.

Cómo saber

No es fácil para nosotros acceder a alguna pista verosímil sobre las razones profundas de la muerte de Alberto Nisman (quién disparó es lo de menos). Hay mucho secretismo, mucho espionaje, demasiados pactos ocultos. No sabemos, siquiera, cómo se constituyó en el norte de Siria el llamado Estado Islámico, una organización con la que los medios de mayor alcance aterrorizan a la humanidad mostrando degüellos antioccidentales, mientras Siria y otras fuentes afirman que es una obra exquisita de “inteligencia” de la CIA y el Mossad…
Desequilibrar para invadir, dividir para reinar. Más viejo que la escarapela. Y vaya si lo saben los yanquis. Algunas décadas después el gobierno ordena “desclasificar los archivos” (si no los revela Snowden a puro coraje), y descomprime luego de que el daño ya está hecho y el objetivo logrado. ABC del imperialismo. Ahora, tan lejos de esos intereses, ¿cómo orientarnos? Para encauzar el tema, digamos que a Nisman lo mató el sistema, que lo dejó colgado de la brocha. ¿Y quién expresa mejor el sistema? Los filántropos. A Nisman lo mató, entonces, la filantropía.

Los filántropos

El poder es como el tero, grita lejos del nido. Pasa con las multinacionales, pasa con los gobiernos. La filantropía es una condición muy usual del ser humano, pero la más conocida es la “filantropía” entre comillas que practican los Rockefeller, los Bill Gates, entre otros, es decir, los dueños del petróleo, el comercio, las patentes, las comunicaciones, los grupos financieros. Gritan donde están las “fundaciones” y ponen los huevos en Monsanto, Barrick Gold, en la banca JP Morgan Chase, en Goldman Sachs, por decir. Si decimos JP Morgan Chase estamos diciendo Monsanto, y estamos diciendo Barrick Gold, los accionistas son compartidos, y el apellido que mejor sintetiza la sociedad es Rockefeller. Lo decimos para facilitar la respuesta, cuando alguien pregunte de quién es la Argentina. Rockefeller es una dinastía, pero ayuda saber que uno de ellos, David Rockefeller, ha tenido una estrecha relación con los presidentes argentinos desde Jorge Rafael Videla hasta Cristina Fernández, sin solución de continuidad, es un emblema de la colonia. Rockefeller (un apellido que sintetiza una veintena de los apellidos que dominan la tierra) simboliza al hombre que acumula y sin escrúpulos, el que se siente dueño y señor, el que toquetea el suelo y el subsuelo, toquetea el aire y la semilla y patenta sus monstruos. Representa a los que matan la fuente de la vida (las abejas por caso) y luego bancan el documental para llorar la muerte de las abejitas. Los que destierran a 99 campesinos de 100 y luego le palmean la espalda al que quedó para armarle un proyectito turístico. Eso es moneda corriente en Entre Ríos, y que lo diga Irazusta.

Rockefeller

Entrar en buenas migas con Rockefeller y todo lo que eso significa (Comisión Trilateral, Club Bilderberg, etc), y a la vez en juegos amatorios con el “eje del mal”, así calificado por el imperialismo estadounidense, y querer negociar con China en el apuro por las divisas que faltan hoy, todo eso es para una diplomacia fina, no para entusiastas de la verborragia que convertirán un licor en un cóctel explosivo. Ahora, a este tipo de gobiernos, a la hora de sostenerse ¿les importa la verdad o las divisas?
Las patentes, los transgénicos, los insumos agropecuarios, el petróleo y los minerales, y principalmente el manejo del capital financiero, no dan lugar para ir a contrapelo.
Así es como una investigación puede correr aceitada y toparse, de pronto, con un camino sin salida. Para los poderosos, la justicia es un entretenimiento, sino una ilusión.
Si Estados Unidos y Rusia están desenfundando las espadas, y lo mismo China y Europa, todos armados hasta los dientes, con algún equilibrio incipiente en cuanto a capacidad ofensiva y defensiva, y a cada cual mejor pertrechado para el espionaje, es una obviedad que los gobiernos de países como la Argentina deberán tener proyectos muy claros y actitudes muy firmes si no quieren ser arrastrados por estos vientos como juguetes, que es lo que hoy ocurre.

El rol de la CIA

El problema se origina en los gobiernos (no es una exclusividad del actual) que en vez de actuar con soberanía se dejan arrastrar por los intereses de los países poderosos, imperialistas, y acceden a las sugerencias (e imposiciones) de sus servicios de espionaje, sean estadounidenses, israelíes, iraníes, británicos, rusos o chinos, por dar ejemplos.
Si está acreditado que sectores del poder rendían cuentas a espías de afuera y sus embajadas, y se sostuvieron en sus puestos durante más de una década, no hay que ser muy astuto para advertir la magnitud del arreglo, y para olfatear el toma y daca en que entró la investigación por el crimen en la AMIA que dejó 400 víctimas entre heridos y muertos, más sus familiares y amigos. Así las cosas, cuando ya conversamos demasiado con los “patrones” del mundo, luego ellos entienden lo que está a la vista: que somos sus perritos falderos, y exigen. Hacer algo distinto a lo que se conversó pasará a ser una traición. Si en el periodismo se aconseja que el profesional no tenga un diálogo amistoso con el gobernante o el gran empresario, para no sentirse condicionado, qué diremos en los ámbitos del espionaje y la diplomacia. Por este lado podríamos sospechar, de entrada, de la CIA. Hoy está en ascenso China, de manera que los sectores que han rechazado el imperialismo yanqui y no son antiimperialistas (ahí tenemos un problema adicional en la Argentina) sino antiyanquis, negocian un poco con Estado Unidos para no cortar el ombligo, un poco con Europa, un poco con Rusia, y un poco in crescendo con China. Si a la diplomacia China se le antoja negociar con Irán, por decir un supuesto, no sería raro que un país dependiente, con gobiernos regalones, al momento de pedirle un auxilio financiero a China acceda a pedidos del aliado de China. ¿Quién triangula? ¡Todos! Puede ser Venezuela, puede ser Rusia…
Las triangulaciones son moneda corriente en la diplomacia, una exigencia puede no provenir directamente del país que exige.
El que exige indirectamente puede ser un Estado, o no, quizá un socio al que le debemos un favor: un narco, un banquero, una organización de otro tipo de crímenes, un imperio, algún grupo que nos puso plata en la campaña electoral, alguien que sabe demasiado…
El sistema nos puso en el gobierno, nos debemos al sistema, el camino es sinuoso, dejamos hombres en el camino. Ahora, ¿por qué entrar en el toma y daca? Los que entran son los gobiernos, porque están encabezados por la alta burguesía que se beneficia, en su familia, en su clase, con las relaciones de tipo colonial.
Nadie le palmea la espalda y le besa las manos a Rockefeller o a Peter Munk o a los accionistas de Monsanto, por decir, si no es para beneficiar a su bolsillo, a su grupo, a su clase social, a sus socios. El que se acaricia con Rockefeller y le palmea la espalda a los del barrio, sabemos a quién le está clavando el puñal. Sea presidente o propietario de un multimedio. El problema del gobierno (de los gobiernos) de la Argentina no está en dejar entrar a espías de aquí y de allá, está en la permeabilidad. Cuando uno es permeable, los que mejor pasan son los poderosos o, perdón: los filántropos. Que los hay aquí y allá, y uno los simboliza: Rockefeller.
Los mayores capitalistas hacen de filántropos, y no solo eso: están en la vanguardia de la revolución. Llaman revolución a los transgénicos, revolución a la fractura hidráulica. Nisman murió en manos de revolucionarios.

El fin

Volvamos pues a Rockefeller y los suyos, volvamos al capital financiero, a Chevrón, Monsanto, la banca Morgan, Cargill, Barrick… Nisman estaba entregando sus esfuerzos por un sistema que carga el germen de su muerte. Se equivocó, como nos equivocamos todos los que de vez en cuando creemos en este sistema, los que no advertimos cómo las multinacionales son las verdaderas cabezas de nuestros estados.
Hace mucho que los gobiernos argentinos están aliados a los Estados Unidos (y Gran Bretaña y la OTAN), flirtean con la CIA y el Mossad, y a la vez ‘hacen como que’ con los países vecinos del cono sur y sus simpatizantes (tipo Irán). La presencia de Monsanto, varios bancos, Cargill, Chevrón, y los impresionantes pagos de una deuda externa fraudulenta sin investigarla son algunas pruebas. Eso facilitaba la adjudicación del atentado de la AMIA a los “enemigos” iraníes. Pero en gobiernos atados al humor de los poderosos (habrían estado con España en 1800, con Gran Bretaña luego, con Estados Unidos después), la ascendencia de China y la recuperación de Rusia los hipnotiza, y en este juego cualquier cosa que tenga olor a verdad, molesta.
La serie es sencilla. Muere Nisman, arriba de Nisman hay dos asuntos asociados: 1- el problema de un gobierno acorralado en su economía que busca socios con alguna desesperación (arriba, el plan económico del país -más soja, más granos, más petróleo- sostenido en programas que llegan de afuera), y 2-un subproducto del enfrentamiento de poderes que es el terrorismo, con su grueso chorro de sangre inocente.
Arriba de esas circunstancias está el sistema dominado, en la Argentina y en el mundo, por las multinacionales de las finanzas, el petróleo, los alimentos, los medicamentos, los grandes medios masivos, en los que Rockefeller es rey. Arriba, determinaciones de lo más granado del capitalismo (Trilateral, Club Bilderberg, respaldo militar de los grupos de poder a través de los estados), donde Rockefeller es socio fundador y vanguardia.
Nisman no investigaba las causas del terrorismo, investigaba una consecuencia concreta. La verdad no es ingrediente en el plato de la política, ¿Nisman creía que sí? ¿Y si la política negocia? ¿Y si Irán cambia de gobierno? ¿Y si USA va por otra vía? ¿Dónde queda la pretendida justicia cuando de poder se trata?
Si a los intereses económicos y estratégicos de Estados Unidos, Israel, China, Rusia, Alemania, Gran Bretaña, Irán, les conviene saber quién mató en la AMIA, podrá investigarse. En el mismo instante que no convenga, se moverá la escalera. El obrero caerá al vacío. Eso por la permeabilidad argentina, que decíamos, permeabilidad ante los mayores “filántropos” y “revolucionarios”. Después, podrá desaparecer por mano propia, mano ajena, melancolía, amor, retiro. Se le puede caer en la sien un acoplado de soja, un barril de petróleo, un quintal de dólares. No participará, claro, en el cumple 100 del maestro, David Rockefeller, que celebraremos este 12 de junio con los amiguitos de la Argentina.

http://www.unoentrerios.com.ar/afondo/La-pista-mas-seria-al-fiscal-Nisman-lo-mato-la-revolucion-20150201-0007.html

tirso - postaporteñ@ 1338 - 2015-02-01 19:53:33