sábado, 18 de diciembre de 2021

Feinmann y el relato


El día que Feinmann frenó en el borde

La última vez —que yo sepa— que las palabras de José Pablo Feinmann [JPF] alcanzaron amplia difusión en los medios, fue en ocasión de sus reflexiones en el programa de Juan Di Natale en Radio 10*, al pedírsele su opinión sobre el resultado de las PASO del 12 de septiembre de este año.

Concretamente, cuando lo interrogaron por la buena performance de Milei en los barrios más pobres del sur de la Ciudad, JPF dijo:

Cuando nos sorprendemos porque los pobres votan a la derecha, tenemos que pensar que la pobreza no es garantía de lucidez política, sino, al contrario, más bien que la pobreza —por eso es tan condenable— hunde a las personas en la confusión, en la ignorancia, en el odio, en la bronca, y seguramente votaron por Milei, porque Milei es muy frontal con el gobierno, y les habrán gustado a esos votantes las sandeces que dice Milei […].

Ahora, esas expresiones volvieron a estar presentes en muchos de los obituarios y semblanzas del intelectual fallecido, con el mismo asombroso efecto que hace tres meses.

¿Por qué asombroso?: porque esa caracterización pertenece al bagaje ideológico de la izquierda (de la auténtica, no de las falsificaciones que reptan por todas partes), y el peronismo, al contrario, siempre ha sostenido la opinión de que los muy pobres son los que la tienen más clara y, por eso, desde hace muchas décadas transportan su identidad peronista de generación en generación.

En efecto, cualquiera podría constatar —en la calle y en los resultados electorales— que los más necesitados y desamparados han manifestado su fidelidad al peronismo reiteradamente. Y que esa persistencia le ha significado a este una gran parte de su capital político y electoral.

“Cualquiera podría…” Pero no pudo, empezando por JPF, porque eso equivaldría a colocar a Milei y al peronismo en la misma bolsa: o sea, aprovechándose de la confusión de los desvalidos.

Pero lo más extraordinario es que, excluido JPF (y todo otro peronista) de la admisión de las consecuencias de su desliz, tampoco nadie de otro palo (que yo sepa, aclaro nuevamente) puso el foco en su significado.

Violenta frenada

¿Cómo JPF no iba a pensar —al tiempo que examinaba el voto a Milei en las villas,  acerca de a quiénes votaban antes esos menesterosos que en las PASO pusieron en el sobre la boleta del peludo? Pero si avanzaba un milímetro más tenía que vérselas con el hecho de que esos “ignorantes” y “confundidos”, antes de dar su voto a Milei, ya venían votando: y usted, lector, sabe, y JPF, sabía, por quién.

Eso habría significado poner patas para arriba todo el relato peronista. Y no solo el del kircherismo, sino desde 1945 en adelante.

JPF era, entre otras cosas, un filósofo. Y quien lo es porta la propensión a sobrepasar lo que se tiene por asentado, y examinar sus consecuencias. Y aunque Aristóteles dijo “soy amigo de Platón, pero más lo soy de la verdad”, todos los filósofos son de carne y hueso, y antes de desbarrancarse clavan los frenos como el que más.

Que lo digan, si no, los cachos de goma que dejó Feinmann en el asfalto.

 

* “Segunda Dosis”, con Juan Di Natale, 14-9-21, 3'50".   https://www.youtube.com/watch?v=ljLh2wVP_vI

 

@juandelsur2

 

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