jueves, 10 de noviembre de 2011

cfk, reprobada en matemáticas

. Foto: Télam.

La presidenta participó en el Teatro Maipo de la presentación de un nuevo libro de Paenza y, como es habitual, no se privó de desplegar su vocación docente. Pero con una agravante: como el autor, para interesarla, con la invitación le había enviado un problema simple de cálculo de probabilidades, ella vino a contarnos como lo resolvió. Así:

“La cuestión es que leo el problema que eran 3 monedas e imaginemos 3 monedas, una donde tiene cara y seca [sic], la de 1 peso, cara y seca, 2 tienen cara y 2 tienen seca. Entonces, uno si saber cuál elige, agarra una, la revolea, la agarra en el aire y sale cara. ¿Cuántas probabilidades había de que hubiera cara del otro lado? Y yo acerté, esa cara y otra más, dos más, era correcto.” [Textual, los destacados son míos.] *

La respuesta es... ¡incorrecta! Y la pregunta, tal cual nos la transmite cfk, también es impropia del cálculo de probabilidades, ya que debería indagar por “casos”, favorables o desfavorables, o por “la” probabilidad, que es una sola y está expresada por la relación entre el número de casos favorables dividido por el número de casos posibles. O sea, el modo de contarnos lo que dice que “resolvió” nos revela que sigue sin entender el problema, y si hubiera dado una respuesta correcta era de casualidad.
Veamos la solución rápidamente: si la moneda que arrojamos muestra una cara, ya descartamos a la que tiene dos cecas. La moneda, entonces, puede ser cara-ceca o cara-cara, por lo cual hay una posibilidad de que lo acuñado que está boca abajo sea cara (moneda cara-cara) y una de que sea ceca (moneda cara-ceca). Casos posibles, dos; casos favorables, uno; probabilidad, 0,5.

“Bueno, la presi no se da maña con matemáticas, ¿y con eso?”

Con eso, nada, porque con tener un asesor que haya terminado el secundario, ya zafaría. Yo cuestiono estas otras cosas: 1) La osadía de la presidenta, que lleva su vocación didáctica hasta a darnos lecciones sobre temas —matemáticas— que confiesa no entender; 2) que en el lanzamiento de un libro de matemáticas, y a la vez que predica la necesidad de estimular las ciencias duras y las disciplinas tecnológicas, deje picando la superioridad de su “deducción de carácter visual” para resolver de un plumazo [mal] lo que a Paenza le llevó tres páginas y a mí seis líneas (pero, ojo, lo mío puede estar equivocado); 3) que no haya nadie capaz de frenarla y explicarle el tema, empezando por el felpudo Paenza. Vuelva a mirar la foto de Télam: ¿no es denigrante tanta baba chorreando?
Denigrante, para el país, para sus ciudadanos, es, sin duda. Pero no puede decirse que sea sorprendente, pues forma parte insoluble de la tradición peronista.
Cuando hablamos de los “legados” de Perón y Evita a su partido debemos contar a la obsecuencia como uno de los más distintivos e irrenunciables. Como a Perón, como a Menem, como a Kirchner, los que escuchan a cfk la van a aplaudir siempre. A rabiar. Diga lo que diga. Y nadie de su entorno la va a corregir; nadie le va a decir “no es así”: cuidan el puestito, el lugar donde agarran a manos llenas.
Eso tiene riesgos para el propio endiosado: la pérdida de contacto con la realidad, la renuncia a autocriticarse, a superarse: para qué, si siempre cosecha felicitaciones y ovaciones. Por esa causa nuestra presidenta, que además de hablar con facilidad e ilación es bastante inculta, no tiene reparos en ir por el mundo imbuida de su rol docente, y descargar, como en Cannes, sus trivialidades sobre otros líderes que al día de hoy aún no habrán salido de su estupor.
Algunos opositores se burlan de las ridiculeces y la soberbia de nuestra jefa de Estado: no se rían tanto, muchachos. El problema lo tenemos nosotros.

La historia se repite.

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*http://www.casarosada.gov.ar/discursos/25511-presentacion-del-libro-de-adrian-paenza-palabras-de-la-presidenta-de-la-nacion. La lectura total del discurso es muy interesante porque, a los muchos desvaríos y dislates de cfk, los responsables del sitio oficial de la Presidencia les han agregado los propios hasta llegar a la interesante cifra de dos centenares.





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