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(Continuación.)
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El bloqueo
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q) Lo que sucedió en ese año y en los que continuó el bloqueo agota la capacidad de asombro: “Poco a poco se traba relación amistosa con los intrusos adversarios, y Mansilla autoriza a que se les suministren víveres frescos en ciertos puntos determinados de la costa, y recibe la visita de jefes y oficiales. Tanto se estrecha la amistad que los bloqueadores solicitan autorización de bajar a tierra firme. Piden se les faciliten cabalgaduras con el deseo de galopar en la llanura que les asombra y atrae por su inmensidad, poder cazar y salir del aburrimiento de la perezosa vida de a bordo”. Mansilla mismo dio traslado de esa petición a Buenos Aires, la cual, por lo menos en el aspecto formal, no prosperó (Ministerio de Relaciones Exteriores, carpeta VII, legajo B, documentos citados por Néstor S. Colli, “Rosas y el bloqueo anglofrancés”, Editora Patria Grande, Buenos Aires, 1978).
Destacan estos autores que Rosas no sólo les entregó víveres frescos a los bloqueadores, sino que compensó la paralización de los negocios facilitando a los comerciantes —principalmente a los ingleses— el depósito de las mercaderías y eximiéndolos de los impuestos.
.La negociación, el arreglo. Contexto
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r) Hemos visto que la flota invasora, gracias a la decisión de Rosas de no llevar muy lejos su oposición armada, cumplió —si bien, como toda guerra, no fue un paseo— con sus objetivos militares. Donde resultó cierto, en cambio, aquello de "navegar tantas leguas, venirse al cuete", fue en su fin esencial: para José María Rosa (ob. cit., tomo V, p. 219) la expedición comercial fue un completo fracaso. Luego de algo más de seis meses que la escuadra anglofrancesa había pasado por la Vuelta de Obligado, la expedición, cuya rentabilidad se daba por segura, resultó un fiasco. Corrientes, empobrecida por tantos años de guerra, no fue ni el asomo de un buen mercado. Tampoco Paraguay, ya que su líder, Carlos Antonio López, no se dejaba engañar con promesas de libre comercio y exigía, antes de cualquier acuerdo comercial, el reconocimiento de la independencia paraguaya por parte de los interventores.
s) Si bien fue lo más importante, no fue lo único que terminó inclinando la balanza hacia un arreglo: Estados Unidos, preparándose ya para su papel de mandamás de América, reprobó duramente la intervención anglofrancesa; los comerciantes ingleses en Buenos Aires, con más discreción, comenzaron a quejarse por la merma de sus negocios a causa del bloqueo; aquí y en Londres, los tenedores (“bonholders”) de los bonos del empréstito de la Baring también reclamaron el cese del bloqueo ante el Foreign Office porque la Confederación suspendió los pagos, que se hacían con los ingresos de exportación e importación, ahora casi inexistentes.
Y, como si todo esto fuera poco, la revolución de 1848 aconsejó a las monarquías absolutistas de Europa no distraer fuerzas militares en objetivos secundarios al esencial, o sea conservar sus privilegios en la metrópoli.
t) “La diplomacia británica, coercitiva y pertinaz cuando persigue ventajas seguras, aun cuando no fueren inmediatas, es prudente y práctica si vislumbra que puede obtener utilidades comerciales por un camino distinto y menos espinoso”. Por eso, ante la “resistencia” de Rosas, “Inglaterra optó por sacrificar algunas de sus pretensiones y buscar por otros medios pacíficos la expansión de su comercio” (Adolfo Saldías, “La evolución republicana”citado por Carlos Ibarguren, “Juan Manuel de Rosas”, Frontispicio, Buenos Aires, 1955, pág. 339).
u) Las tratativas para poner fin al entredicho fueron lentas, prolijas, a causa principalmente del carácter de Rosas: “Su minuciosidad no descuidaba el detalle más mínimo” (Ibarguren, ob. cit, pág. 284), a tal punto que sus fatigosas exigencias al negociador argentino, Arana, de relatos escritos pormenorizados al nivel más nimio casi acaban con la salud de éste. Destacar esta característica de Rosas y el estilo que rigió la tramitación del acuerdo no es gratuito, y enseguida se verá por qué.
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La Convención Arana-Southern
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v) El 24 de noviembre de 1849 se firmó solemnemente la convención que puso fin la conflicto con la Gran Bretaña, en cuyo preámbulo —preste mucha atención— se declara que el anhelo de los firmantes es “concluir las diferencias existentes y restablecer las perfectas relaciones de amistad”, concepto que se ratifica en el artículo 7º con estas palabras: “Mediante esta Convención queda restablecida la Perfecta Amistad entre el Gobierno de la Confederación y el de su Majestad Británica”. Aunque el concepto de “perfecta amistad” es clarísimo, aún se puede agregar que en términos diplomáticos esa expresión, en un tratado, significa que quedan zanjadas todas las controversias previas a la firma de éste y que, en consecuencia, las partes no tienen nada que reclamarse en referencia a pasados diferendos.
Aparte de estipulaciones concernientes al fin de la intervención por ambas partes en el conflicto de política interna de la Banda Oriental, la convención reconoce la navegación del Paraná como interior de la Confederación y sólo sujeta a sus reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental; Gran Bretaña se obliga a evacuar la isla Martín García, a devolver los barcos que apresó y a saludar la bandera argentina con veintiún cañonazos.
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¿Y las Malvinas?
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w) Entendámonos: no es que las Malvinas me quiten el sueño a mí; por el contrario, pienso que los argentinos tenemos que resolver dos millones ochocientos mil problemas antes de colocar nuestra atención en las islas. Pero cualquiera puede ver que a otros —a Rosas, a los rosistas, a los peronistas— ese tema los obsesionó o los obsesiona. Sin embargo, lo olvidan cuando recordarlo podría ser operante.
Empecemos con Rosas: una referencia a las Malvinas fue una parte imprescindible de su mensaje anual a la Legislatura cuando era gobernador. Sin embargo, el 17 de febrero de 1843 entregó al gobierno inglés la propuesta formal de cederles las islas Malvinas si Inglaterra renunciaba al cobro del remanente de la deuda contraída con la Baring. Digamos, en su descargo, que la venta de territorio por dinero no era rara en aquella época; en 1867 Rusia vendió Alaska a los Estados Unidos. Pero convengamos en que las vacas y las ovejas, y no las ballenas, las focas o el guano eran la preocupación de Rosas y sus sostenedores.
Desde la presentación en 1846 de las “bases Hood”, que con leves variantes se plasmaron en la Convención Arana-Southern, hasta la firma de ésta pasaron más de tres años, tiempo suficiente para que, incluso inspirado por su mensaje anual a la Sala de Representantes, Rosas se acordara de las islas y las incluyera en la discusión. Pudo haber dicho también “no firmo nada hasta que devuelvan las Malvinas”, o insertar en el texto de la convención una reserva (claro que eso ya la invalidaría como de “perfecta amistad”). Pero no: Rosas se acordó... de olvidarse.
Pero, continúo con los rosistas, no hay ninguno de los autores mencionados que se escandalice por el “olvido”, y lo mismo nuestra presidenta, que no menciona ese desliz cuando enaltece el combate que, por lo señalado en los puntos e a q, encaja perfectamente en la cadena de acontecimientos que termina en esta sigilosa e ignominiosa entrega, que si en 1843 era como pago de la deuda, en 1849 fue a cambio de veintiún cañonazos. Y de la continuidad de las buenas relaciones y negocios con Inglaterra, claro.
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Síntesis y apreciación final
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x) Después de mandar al sacrificio a los paisanos en Obligado, Rosas firmó la Convención Southern-Arana, por la cual declaró la perfecta amistad con Inglaterra. El país no recibió ninguna reparación ni indemnización por las depredaciones, daños y perjuicios sufridos durante el bloqueo y la invasión. Inglaterra renunció a su absurda pretensión de la libre navegación de nuestros ríos, la cual ya había abandonado internacionalmente. Restituyó nuestra isla Martín García y se comprometió a la devolución de los barcos apresados, cuya suerte se podría resumir parafraseando un antiquísimo chiste español: “las cinco naves devueltas por los ingleses fueron tres: la ‘Maipú’”.
Toda esta parábola, en su conjunto, es la más escandalosa entrega de las vidas, el patrimonio y el territorio de loa argentinos.
y) Cuando fue destituido Rosas se radicó, ¿dónde, si no?, en Inglaterra. Y en su testamento nombró albacea a lord Palmerston, el ministro que había ordenado arrebatarnos las Malvinas.
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He reseñado someramente los hechos más salientes de esta historia, y ahora repito: 20 de Noviembre, Día... ¿de qué?
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Juan del Sur.
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2 comentarios:
El purismo suele ser una excusa para no actuar, para ver la historia desde el sillón de la casa de uno. Como nada es tan perfecto como mi pensamiento y la idea que tengo acerca de cómo deben ser las cosas, entonces no hago nada, o lo mejor que hago es criticar todo sin construir jamás una alternativa viable. El principal error de los puristas es que saben poco o nada acerca de eso tan elemental en política como es: la relación REAL de fuerzas existente a la hora de lanzar las maravillosas ideas. Sobre ideas que pierden contacto con la realidad es fundamental leer a Jauretche.
Quien actúa (actúa?) de esa manera suele ser una adicto a la visión idealista de la historia y al método que tanto critica Don Arturo por ser contrario al conocimiento verdadero de las cosas: el deductivo. Obviamente si trasladamos el razonamiento a la actualidad el kirchnerismo está lleno de traidores a la patria y los intelectuales que lo apoyan somos en el mejor de los casos muchachos "idealistas" y en el peor de los casos corruptos u oportunistas comprados por un buen sueldo.
Sigamos construyendo mientras otros ven la historia desde el sillón de sus casas. En definitiva el país que le dejemos a nuestros hijos será el producto de albañiles y no de mirones.
Un abrazo para los cumpas en el día de la soberanía
buuuu y de donde sacaste que estamos mirando la realidad desde un sillón? Me gustaría saber cuantas horas te dedicas a la "construcción".
en el sillon veo a los intelectuales que apoyan a este gobierno (en un sillon mirando 678), hablando de la buena onda en un país que se enorgullece de tener la misma pobreza que en el 95.
Se asocian a moyAAAno, Scioli, Gioja, Grobocopatel, Macri, Blaquier y por eso se creen amplios. Eso no es amplio eso es vencido. Lo que falta que ahora, no solo hay que lavarle la sangre a moyAAAno sino que además es el salvaguarda de los intereses de los trabajadores. Según ustedes es este modelo sindical o "la derecha", caraduras.
Nadie dice que los intelectuales k son idealistas, ni ingenuos ni traidores a la patria o acomodaticios, esa es la polarización que se intenta todo el tiempo o sos k o sos derecha. eso si es ser hipocrita.
Por último lee la nota del intelectual oficialista Horacio Gonazales que salió el martes 23/11
en Pagina12 sobre Rosas y la vuelta de obligado. A menos que para vos la tarea del intelectual sea la de ser funcional, sino no se explica que te ofendas ante la crítica a Rosas, más siendo un intelectual, es como si dijeras que criticarle a Sarmiento su racismo fascista es la postura cómoda de los que no se comprometen.
Los intelectuales k (en general) son culposos, gente que siempre fue pasiva ante la realidad como Feinmann y hoy se sienten en la trinchera.
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