jueves, 10 de junio de 2010

Fútbol: ¿usted creía que éramos los únicos?

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No, no somos los únicos en utilizarlo para distraer la atención y las energías de la población, y quizá ni siquiera somos los peores en eso, aunque no andaremos lejos.
Leo una nota* de Daniel Lizárraga y Beatriz Pereyra, titulada “Calderón y Aguirre: la mancuerna mediática” (“mancuerna”: pareja de animales atados por los cuernos). Dice:
El uso político del fútbol se está llevando al extremo en México. Montado en los quehaceres de la selección mexicana, Felipe Calderón [el presidente] ataca con sus arengas de unidad envueltas en el discurso deportivo, mientras que Javier Aguirre, el técnico del equipo tricolor, se ha convertido —alejado ya de sus convicciones izquierdistas— en punta de lanza del mandatario. En el mayor de los excesos, Aguirre comparó al presidente mexicano con Nelson Mandela. Por si fuera poco, se paró al pie del Ángel de la Independencia [un monumento de la capital mexicana] y, con un lenguaje mimetizado del oficial, nos recetó una perorata con resabios
de informe de gobierno.
El presidente Felipe Calderón se presenta como un devoto del fútbol. Frecuentemente ataviado con la camiseta verde, al menor pretexto se deja ver con la selección mexicana que participará en el mundial de Sudáfrica. Con sigilo, su gobierno se aprovecha políticamente del equipo tricolor y de su director técnico, Javier Aguirre, antes de que se mueva el balón en Johannesburgo.
Sin saberlo, los jugadores y Aguirre han servido al gobierno: primero como señuelo para hacer desaparecer a Luz y Fuerza del Centro (LFC) [gremio que sostiene un largo conflicto], luego como estandartes para llamar a la unidad nacional en la guerra contra el narcotráfico, como comodines de una campaña publicitaria de programas oficiales y, por último, como arietes en los festejos patrios de 2010.
[...]
En nuestro país, ya sabemos: el fervor popular y la avidez de los comerciantes por aprovechar la onda, que hasta los lleva a uniformar a su personal con la camiseta del seleccionado argentino, hacen que encontremos la celeste y blanca allí donde posemos la mirada. No caben dudas de que el ciudadano de a pie, en trance hipnótico, ya no discierne bien —si es que alguna vez pudo hacerlo— entre lo que es la suerte de la patria y la performance de los que representan a la AFA en Sudáfrica.
¿Quién podría encarnar mejor este trastorno mental colectivo?: por supuesto, nuestro “Aguirre”, claro, que es capaz de decir —con la mezcla de mala fe e idiocia que es su característica— que quienes lo critican “son antiargentinos”.
Para empeorar las cosas, tengo la convicción de que tiene a sus órdenes el mejor plantel del mundial.
Y lo que puede resultar de eso, combinado con la peste emocional a la que acabo de aludir, lo vamos a pagar muy caro.

*http://www.proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/80053
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