jueves, 24 de noviembre de 2016

¿Mínimo no imponible? ¿Seguro?


La ruptura de los mecanismos de la razón en los oprimidos es el objetivo prioritario de los opresores

Ármate, pues, de una justa desconfianza contra aquellos que
se oponen a los progresos de la razón, o que te insinúan que el
examen puede dañar, que la mentira es necesaria, que el error
puede ser útil. Todo el que prohíbe el examen tiene intenciones de engañar.
D’HOLBACH

Un país que casi unánimemente le llama “mínimo no imponible” (de Ganancias) al máximo no imponible, está dando al mundo una medida de su racionalidad.
¿Cómo podría reconocer, en cuestiones más intrincadas, el brillo muchas veces tenue de la verdad, si no es capaz de hacerlo respecto de una disyuntiva concreta, patente, inmediata?
Eso puede suceder solo mediante el mecanismo de olvidar todo lo que se sabe —incluido el propio idioma que se está usando— al momento de elegir el término opuesto, el antagónico al que describiría la realidad.
Este no es un fenómeno exclusivo de la Argentina (me refiero a la irracionalidad en los discursos y en los actos), puesto que inducirlo está en la agenda de los poderosos en un inconmovible primer lugar desde que comprendieron que es el medio más eficaz para mantener sometidas a las masas.
Aunque quizá, sí, la Argentina sea en política el ejemplo más clamoroso de irracionalidad, ya que los trabajadores y los sectores postergados ostentan el récord de llevar más de setenta y tres años apoyando al movimiento que fue creado —en momentos de honda inquietud entre los garantes del orden explotador— con el propósito de impedirles que accedieran a la teoría y construyeran las organizaciones que representaran y defendieran sus intereses.
Setenta y tres años (no días, ni semanas, ni meses: años): al “mínimo” no imponible todavía le falta un rato.

@juandelsur2

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