jueves, 14 de enero de 2016

La payasada de Macri en el Hospital Fernández la vamos a pagar cara

 
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Nos toman por idiotas
(Digo yo: ¿no lo seremos?)
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Cuando a principios de 1976 Isabel designó ministro de Economía a Emilio Mondelli y este escenificó ir a jurar a la Rosada en subte —bufonada que mereció la tapa de todos los diarios y de la revista "Gente", los cuales lo presentaron como un signo de austeridad y de proximidad con el pueblo—, los que miran la realidad de frente comprendieron la necesidad imperiosa de usar calzoncillos de lata. Acertaron, por supuesto. Pero no alcanzó, ya lo vimos.

Ahora Macri va a hacerse un chequeo al Hospital Fernández. Empecemos por la ridiculez implícita de que el presidente, en ese caso, recibe la misma atención que cualquiera y experimenta las mismas carencias e incomodidades que los usuarios habituales del hospital público. No es así: por ejemplo, ¿saca número, Macri?
 
Retrocedamos aún más: Evita también se atendió en un hospital público: lo equiparon para ella con la avanzada tecnológica mundial y trajeron del exterior a los más reputados especialistas para atenderla. Eso está muy bien, pero, ¿lo hacían con todos los pacientes? ¿Lo hicieron con los pilagá heridos en Rincón Bomba o, en cambio, los remataban en el suelo?
 
¿Qué gana con "gestos" como este el usuario obligado —la víctima obligada— del sistema público de salud?
 
Veamos otro caso: los kk equiparon con lo mejor a una “unidad presidencial” en el Hospital Argerich. Jamás la usaron. Estuvo inactiva durante años. De esa aparatología, de esos insumos y comodidades fueron privados los usuarios reales de ese hospital.
 
El tema no es si Krisabelita o Macri se atienden en el hospital público: eso es una farsa para la gente incauta. El tema (no permitamos que lo embarullen) es si la población en general obtiene que el Estado atienda su salud con eficiencia y decoro.

@juandelsur2

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