lunes, 27 de mayo de 2013

Como habla(ba) un Premio Nobel de Literatura

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La realidad latinoamericana, claro está, ofrece al escritor un verdadero festín de razones para ser un insumiso y vivir descontento. Sociedades donde la injusticia es ley, paraísos de ignorancia, de explotación, de desigualdades cegadoras, de miseria, de alienación económica, cultural y moral, nuestras tierras tumultuosas nos suministran materiales suntuosos, ejemplares, para mostrar en ficciones, de manera directa o indirecta, que la realidad está mal hecha, que la vida debe cambiar. Pero dentro de diez, veinte o cincuenta años habrá llegado a todos nuestros países como ahora a Cuba la hora de la justicia social, y América latina entera se habrá emancipado del imperio que lo saquea, de las castas que lo explotan, de las fuerzas que hoy lo ofenden y oprimen. Yo quiero que esa hora llegue cuanto antes y que América latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y de nuestro horror. Pero cuando las injusticias sociales desaparezcan, de ningún modo habrá llegado para el escritor la hora del consentimiento, la subordinación o la complicidad oficial. Su misión seguirá siendo la misma; cualquier transigencia en este dominio constituye de su parte una traición. 

Mario Vargas Llosa, al recibir el Premio Rómulo Gallegos en 1967.
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