jueves, 31 de enero de 2013

Cerró la Llibreria Catalònia

 
Cuando el músico guarda el violoncelo
en su negro sarcófago,
el cadáver de Dios huele a resina.
“Epílogo” - Prosemas o menos, Ángel González.

 
Yo no la conocí —no he ido a Europa— pero hace muchos años encargué a alguien que vivía en Barcelona unos libros de Ángel González, y los trajo empacados (aún no se usaban las bolsitas) con el papel de envolver de la librería. Con ese papel forré a uno de ellos. Es este: Prosemas o menos.
 
 
Es, pues, Ángel González quien me conecta con la “Llibreria”, aunque para los barceloneses ella tiene su propia y rica historia de 88 años, como que, por ejemplo, durante el franquismo fue obligada a eliminar toda referencia catalana de su nombre, y debió llamarse Casa del Libro.
 

Ahora en el solar que ocupaba se instalará un McDonald’s: Una librería por un McDonald’s. La metáfora más perversa. Una cadena de fast food (en americano, por supuesto), el ícono de lo que mamamos ahora; una librería con casi 90 años de historia, el de lo que dejamos de mamar (hace ya mucho tiempo, en realidad). Cuando estudiaba Historia en la facultad, uno de los chistes más crueles, recurrentes y divertidos era: “¿Qué le dice un historiador en paro a uno con trabajo? ‘Dos cheesburger y unas patatas fritas, por favor’”. ¡Qué ironía!, escribe Toni Polo en eldiario.es. El lector curioso podrá encontrar otras interesantes notas en lavanguardia.com, lavozdegalicia.es, elpais.com, etcétera.
 

Pero no hay mal que por bien no venga (a veces) y, como decía más arriba, la noticia del cierre me aproximó de nuevo a A.G. (1925-2008). Que es el simpático muchachito de la foto:

Aunque no a todos les caía simpático, según podrán imaginarse luego de leer más abajo. Una biografía suya publicada recientemente se llama Mañana no será lo que Dios quiera, y ese título está tomado de un verso de una poesía de A.G., el cual  con gusto tomaría yo como divisa. Es, obviamente, una réplica al inerte y sumiso “...si Dios quiere”, y está inserto en el contexto de estos dos poemas:



Porvenir

Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.

¡Mañana! Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.


 


El futuro


 

Pero el futuro es diferente
al porvenir que se adivina lejos,
terreno mágico, dilatada esfera
que el largo brazo del deseo roza,
bola brillante que los ojos sueñan,
compartida estancia
de la esperanza y de la decepción, oscura
patria
de la ilusión y el llanto
que los astros predicen
y el corazón espera
y siempre, siempre, siempre está distante.

Pero el futuro es otra cosa, pienso:
tiempo de verbo en marcha, acción, combate,
movimiento buscado hacia la vida,
quilla de barco que golpea el agua
y se esfuerza en abrir entre las olas
la brecha exacta que el timón ordena.

En esa línea estoy, en esa honda
trayectoria de lucha y agonía,
contenido en el túnel o trinchera
que con mis manos abro, cierro, o dejo,
obedeciendo al corazón, que manda,
empuja, determina, exige, busca.
¡Futuro mío...! Corazón lejano
que lo dictaste ayer:
no te avergüences.
Hoy es el resultado de tu sangre,
dolor que reconozco, luz que admito,
sufrimiento que asumo,
amor que intento.

Pero nada es aún definitivo.
Mañana he decidido ir adelante,
y avanzaré,
mañana me dispongo a estar contento,
mañana te amaré, mañana
y tarde,
mañana no será lo que Dios quiera.
Mañana gris, o luminosa, o fría,
que unas manos modelan en el viento,
que unos puños dibujan en el aire.

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