sábado, 19 de septiembre de 2009

¿Julio López es peronista? ¿Julio López está secuestrado?


Las dudas son válidas porque quienes participamos de la marcha y acto de ayer por la aparición de Julio no pudimos encontrar un solo indicio de que los peronistas sientan preocupación por este tema y lo asuman como propio.
¿Por qué el gobierno —peronista, también, como López, y “de los derechos humanos” (para más datos)— no se pone al frente de una gran movilización nacional que acorrale políticamente a los partidarios del genocidio y fuerce a los investigadores y a la fiscalía a actuar diligentemente para esclarecer el hecho? Al contrario de eso, adopta una actitud huidiza, y los peronistas mismos parecen hacer lo posible por olvidar esta cuestión escabrosa.
Los estribillos que coreaba la gente y los volantes de las organizaciones participantes lanzaban una pregunta recurrente: ¿Dónde está Julio López? Y yo la compartía, por supuesto, pero miraba a mi alrededor y me preguntaba también: ¿Dónde está el peronismo? ¿Dónde está la CGT? ¿Dónde está la CTA? ¿Dónde está D’Elia, tan raudo otras veces para llegar a la Plaza? ¿Dónde están los que hace tres días fueron enfardados en decenas de colectivos y combis para copar los aledaños del Congreso mientras la Cámara de Diputados trataba la Ley de Medios Audiovisuales?
El peronismo, con Julio López, no hace sino repetir sus virajes en relación con las víctimas de la represión: puede ser el victimario, como cuando los acusaba de “infiltrados” y “marxistas” y propugnaba “eliminarlos uno a uno” (Perón), o puede jactarse de que la mayoría de los muertos por la dictadura fueron peronistas, si eso da rédito, o puede barrerlos debajo de la alfombra.
Como a López.

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