sábado, 28 de agosto de 2010

Uruguayidad

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Levrero, por Gabriel Ciccariello.

"Hay algo terriblemente culpable en el hecho mismo de ser uruguayo, y por lo tanto nos resulta imposible decir no clara, franca y definitivamente. Es preciso agregar un enorme palabrerío para justificar ese no, siempre y cuando lleguemos a pronunciarlo; más a menudo nos enredamos en transacciones complicadas, viciadas de irrealidad, que suelen conducir a desastres monumentales."

Esto se lee en la primera página de "Dejen todo en mis manos", de Mario Levrero (1940 - 2004), y en las siguientes acumula otras observaciones sagaces sobre la idiosincrasia de los orientales y las propias manías del narrador. Quien, oh casualidad, es un escritor, lo cual le permite deslizar unos cuantos apuntes acerca de la situación del gremio en el paisito. Como éste:

"Soy un escritor. No soy Phillip Marlowe. Ni siquiera debería aceptar una investigación tipo Biblioteca Nacional. Pero aquí no existe la profesión de escritor, y el escritor está obligado a hacer cualquier cosa, excepto —naturalmente— escribir, si quiere continuar sobreviviendo."

Libro no indicado para leer en el colectivo, porque los otros pasajeros lo pueden tomar a uno por loco cuando estalla en risas incontenibles, no es tampoco un modelo para posicionarse políticamente —más bien es útil para acertar, sustentando las posturas contrarias—, pero, por suerte, Levrero, en estas páginas, no insiste en inculcarnos sus ideas (salvo subliminalmente).

Bien mirada, la frase que encabeza este texto refleja el carácter de quienes profesan una ideología centrista —tirando a la derecha— como el autor, y no el de los uruguayos que luchan por el cambio y miran la realidad de frente.
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