jueves, 1 de octubre de 2009

"Peronismo auténtico", burocracia y Kraft-Terrabusi

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El Movimiento Peronista Auténtico ha expelido un comunicado titulado “Con los trabajadores y contra las burocracias”: desde el mismo título, un derroche de irracionalidad —a sabiendas de que nunca les va a escasear y de que es una merca de enorme demanda—, pero también un texto pródigo en las bajezas que caracterizan a “los del palo” (y, cuanto más auténticos, peor).
Desde el título, porque, ¿cómo alguien podría ser un “peronista auténtico” y a la vez estar en contra de la burocracia sindical, que fue la creación a la cual Perón le asignó prioridad desde 1943, y que desde entonces se ha asegurado la defensa a ultranza del peronismo y es clave, no sólo para la domesticación y represión del movimiento obrero, sino para alimentar la “caja” que financia tantas iniquidades y peculados?
En ese comunicado, las fotos de Perón y Evita presidiendo un texto que dice estar “contra las burocracias” son un cachetazo a la memoria y la inteligencia de los trabajadores. Cuando Perón fue electo presidente en el ’46 Evita tomó la posta de reclutar en cada sindicato y en cada taller a los especímenes más lúmpenes, trepadores y coaccionables para darles las representaciones gremiales, a sabiendas de que esos jamás se iban a exponer, con algún gesto digno, a que el gobierno y la patronal les soltaran la mano, con la consiguiente pérdida de sus prebendas y privilegios. Y ahí siguen, hasta ahora, bajo el paraguas del peronismo y en simbiosis con él. En el terreno sindical fue donde Evita pudo llegar hasta el fin en su propósito de “no dejar un solo ladrillo que no sea peronista”. La burocracia, por ende, es la hija de Perón y Evita, pero, al menos, una hija agradecida: no hay más que tomar nota de los comunicados y afiches que emite en cada aniversario significativo de la pareja, o entrar en los sindicatos y ver los bustos y retratos que presiden todos sus ámbitos (no sé si usted se ha fijado en ese “detalle”).
Al título le sigue la cita de Cooke, que bate récords en lo empalagosa y hueca, pero es bueno recordar que JWC cultivó preferentemente la pirotecnia literaria, aunque, como sabemos, su palabrería comeniñoscrudos tenía como corolario invariable el “sí, Mi Jefe” (así escrito por él), o sea la subordinación a Perón. Al mismo Perón que no tuvo otro norte político durante toda su vida que la derrota de la clase trabajadora.
El comunicado repudia luego la intervención puramente retórica y tardía de la CGT y la CTA en el conflicto, o sea, les achaca exactamente lo mismo que podría reprochárseles a ellos mismos, a quienes no se les vio el pelo a lo largo de un conflicto de más de cuarenta días y ni siquiera en la marcha del lunes 28.
Aparte de todo lo consignado, que, como queda dicho, es el reverso exacto de la verdad, el comunicado desnuda al final el rencor que consume a sus autores, cuando dice que “los trabajadores argentinos saben que están librados a sus propias fuerzas. Saben que nada pueden esperar de la clase política (incluidos los partidos y agrupaciones de izquierda)”. Mi experiencia de muchos años a esta parte es que todas las luchas antiburocráticas y horizontales de los trabajadores han contado con la solidaridad, la difusión y el acompañamiento de la izquierda, enfrentando a las patotas peronistas, la policía y la patronal, la Santa Alianza que viene desde el ’43.
Pero en algo estoy de acuerdo con estos “auténticos peronistas”, y es cuando concluyen: “En este marco los trabajadores argentinos no necesitan que los halaguen, que les dediquen discursos enternecedores repletos de buenas intenciones con resplandores de fuegos artificiales tremendistas, ni mucho menos tardías y oportunistas solidaridades”.
Los traicionó la mala conciencia: uno de esos fallidos que hacen historia.

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