viernes, 16 de enero de 2015

El Papa los dejó colgados del pincel



Francisco hizo causa común con los asesinos

Los que gimoteaban en nombre de la libertad de expresión quedaron pataleando en el aire.


Me gusta ofender a la gente, porque creo que la gente que se ofende debe ser ofendida.
Linus Torvalds en la Universidad de Aalto,
junio de 2012

El callar es ninguno,
que non mereçe nomre;
el fablar es alguno:
por él es omre el omre.
Don Sem Tob, "Proverbios morales".

La historia tiene momentos deslumbrantes. Son como relámpagos que bruscamente iluminan los contornos que las tinieblas mantenían ocultos. Tal es lo que ha sucedido ayer con las declaraciones del Papa referentes a la matanza de “Charlie Hebdo”.

Recapitulemos: ese crimen atroz determinó que desde todos los sectores se formularan posicionamientos, todos ellos interesados, como debe ser, y como lo es este que estoy escribiendo.

Así, en el mundo “libre”, en el mundo de la libertad, la democracia, los derechos humanos, se alzó un clamor horrorizado.

¡Sí, los asesinos se horrorizaron! ¡Esos que han infligido sufrimiento y muerte a millones de personas en todos los rincones del mundo mediante bombas atómicas, napalm, fósforo blanco, uranio empobrecido y explosivos y metralla de la más refinada tecnología destinada a producir daño a mansalva! Esos mismos que han estrujado y asesinado en los socavones de América y África a centenares de millones de explotados para mayor gloria —y boato— de las metrópolis.

Libertad S.R.L.

Ese conjunto de voces condenó el hecho como un crimen contra la libertad de expresión o, más en general, como un ataque al logro más preciado de Occidente: la libertad.

En nuestro país esa postura halló eco en la franja opositora, siempre proclive a encontrar razón en los amos del capital. Pero no sucedió lo mismo entre las huestes del oficialismo, que se obstinaron en indagar cómo se gesta históricamente una crueldad tan desmesurada (Saintout) o en maravillarse de que dignatarios que se anotan en todos los bombardeos se espanten por los diecisiete muertos de París (“¡parece joda!”, dijo D’Elia).

Me dan infinito asco Saintout y D’Elia, alcahuetes de la pandilla que viene depredando, saqueando y entregando el país desde hace un cuarto de siglo, primero, como socios menores de Menem, y luego, ya como dueños de la empresa. Pero no voy a callar que en esto, para mí, tienen toda la razón, como no voy a dejar de decir que 2 + 2 son 4, por más que Perón lo haya dicho antes.

Tragando sapos

Lo del “contexto” de Saintout, el estupor de D’Elia ante el aquelarre de la marcha parisina y la misma tibieza del comunicado del gobierno argentino fueron blanco de la reprobación de la opo, que objetó en sus pronunciamientos la ausencia de una definición terminante contra el terrorismo y reparos larvados contra el papel del periodismo y de la crítica en general.

Así —hasta ayer— era todo risas en la oposición, que había encontrado un motivo de coincidencia en medio de todos sus desencuentros electoraleros.

Hasta este jueves negro, en que a Francisco le dio por abrir la tapa de su cofre ideológico (bien conocido, por otra parte, por todos los que gusten de mirar la realidad de frente).

¿Y con qué se descolgó? Con que si bien la libertad de expresión es un "derecho humano fundamental", tiene un límite, que es el de no ofender. "No se pude provocar, no se puede insultar la fe de los demás. No se le puede tomar el pelo a la fe. No se puede." "Matar en nombre de Dios es una aberración", dijo. Y puntualizó: "Es verdad que no se puede reaccionar violentamente", pero consideró "normal" que haya una respuesta [¡violenta!] ante ciertas provocaciones. Por ejemplo: "Si el doctor Gasbarri (responsable de la organización de los viajes pontificios), dice una mala palabra en contra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo... ¡Es normal!".

En buen criollo: a) libertad de expresión, sí… mientras no moleste; b) al que se pasa de la raya, Kalashnikov.

La oposición aún no sabe cómo reaccionar: están aturdidos. Si ante las matizaciones de los kirchneristas prácticamente los señalaban en complicidad con el Islam, ¿qué cabría decir de Francisco? Seguramente, definiciones muy duras. Que en la práctica equivaldrían a regalarle el Papa al cristinismo.

Algunos no tenemos ese problema: el Papa, la Iglesia, las otras religiones, los gobiernos “demócratas” de Europa, el peronismo, son nuestros enemigos. Enemigos mortales, según se ha comprobado largamente.

Hablando del Papa, se espera que el domingo, en Filipinas, dé una misa ante seis millones de personas. Sacando el hecho comprobado de que siempre a la Iglesia le inflan bastante las cifras (en la Argentina es fácil: la policía y el periodismo le agregan un cero a la concurrencia real), lo cierto es que el 99 % de los que vayan son víctimas de la alienación religiosa: vivirían materialmente mejor y con mayor integridad espiritual sin ella.

¿Irían si reflexionaran sobre el credo del Santo Padre?:

Opinar, pueden. Pero lo que yo autorizo. Si no, goma.


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