lunes, 27 de julio de 2009

“Vienen a...”, la saga


"Vienen a arrojar sus redes en la UAC" tuvo repercusiones de distinto talante en mi correo electrónico, pero hubo una que me turbó y —textual— es la siguiente:

.....de: leandro <invisible_leandro@yahoo.com.ar>
.....fecha: 24 de julio de 2009 22:34
..
.....andate a la concha de tu hermana infeliz

La existencia de esta "hermana infeliz", pobrecita, se me ha clavado en el corazón, mucho más cuando yo ni siquiera estaba enterado de que tengo hermanas: ¿quién es, dónde está, qué la aqueja? Lo insustancial de mi vida ha quedado al descubierto gracias a esta súbita revelación: ¡yo, perorando sobre cuestiones sociales o ambientales, mientras mi sangre ignota arrastraba sus penurias!
Nótese que la perentoria orden de leandro ("leandro", y no "Leandro": ¡cuánta humildad!), se refiere estrictamente a mi "hermana infeliz", de donde se deduce que a) está inspirada en el deseo de que yo contribuya a que mi hermana la desventurada alcance o recupere la felicidad, y b) que la otra o las otras parecen no haber echado de menos el auxilio fraternal para alcanzar su dicha. Pero el mandato da por sentada en mi hermana infeliz y en mí la disposición a quebrantar un tabú ancestral o, al menos, dejar a un lado el recato. Y es ahí donde le encuentro una debilidad: ¿con qué base da por segura mi automática aprobación a un remedio de tonalidades incestuosas —aunque esté implícito que proporcionado con intención y sobriedad terapéuticas—, si hasta hace pocas horas yo ignoraba incluso que tenía hermanas? Primero, siento que necesito asimilar este repentino incremento de mi más próximo círculo familiar, y luego, tras serena reflexión, decidir cómo manejo la nueva realidad y las demandas que trae apareadas.
No obstante, admito que cuando se trata de resolver cuestiones vitales, hasta una depravación puede tener tanto valor como la virtud.
A grandes males...

¡Todo un tema!


"Héctor Méndez, titular de la UIA, dijo que el tema del cuestionado secretario de Comercio 'es un tema urticante por un tema de personalidad'."
(Fuente: Infobae - Política - 26/07/2009 -
http://www.infobae.com/contenidos/462510-100897-0- La UIA embistió contra Moreno)

Temo que este tema se torne un poco reiterativo.

miércoles, 22 de julio de 2009

Viajar sobre el mapa


Parece bobo, pero me paso las horas escudriñando los mapas, tratando de representarme los lugares, a veces por su enclave en determinado entorno geográfico (cuando el relieve y la hidrografía de la cartografía dan alguna pista) o, más comúnmente, simplemente por su nombre. A veces logro ir con el cuerpo al sitio anhelado: así, durante mucho tiempo deseé conocer Londres (Catamarca), hasta que un día puede hacerlo, ¡y valió la pena!
Los nombres de los pueblos o de los parajes me hacen volar la capocha. Con un mapa de España, por ejemplo —sabida es la sugestión incomparable de su toponimia—, tengo aseguradas horas de viajes fantásticos.
En tierras de mi papá —Soria— suelo pasear por Villaciervitos, Cubo de Hogueras, Cantalucía, Puerto del Temeroso, Nomparedes, Velilla de los Ajos, Ventanueva (¿se acuerdan de las ventas por las que pasaban el Quijote y Sancho?), Molinos de Razón, Renieblas.
Pero en la Argentina los nombres también pueden ejercer una gran fascinación, sobre todo en algunas regiones. En la provincia de Buenos Aires, sin ir más lejos, trazando un rectángulo que abarca un poco más al oeste de Catriló, en el ángulo superior izquierdo, y Adolfo Gonzales Chaves y Benito Juárez en el opuesto (ángulo inferior derecho), se topa uno con acicates para la fantasía que lo dejan con la imaginación volando a mil.
Al norte de Coronel Suárez el ojo se extasía en Otoño, La Nevada y La Primavera; cerca de Laprida uno se encuentra con Voluntad y Paragüil, y Líbano —de no creer— está a un paso de General La Madrid, igual que Las Martinetas y Arboledas.
Darregueira tiene un zoológico alrededor: Tres Cuervos, Víboras y Avestruz. Guaminí está a pocos kilómetros de Saturno, y también de Rolito. Macachín —que ya tiene lo suyo— cuenta con Cereales y Alpachiri. A pocos kilómetros de Azul se encuentran Nieves (hoy había nieves en la mismísima Azul) e Hinojo. Y, para no hacerla larga, quien vaya para el lado de Benito Juárez puede aprovechar y llegarse al Paraje Chapar, que queda a la vera del arroyo Pescado Castigado.
Me desplazo un poco más allá de ese rectángulo: me saltan a la vista La Cotorra, La Carreta, El Recado, Moctezuma, Pueblitos...
Se me hace agua la boca.

Vienen a arrojar sus redes en la UAC

...
Dentro de la UAC (Unión de Asambleas Ciudadanas) hay quienes, por arrastrar añosos reflejos políticos, buscan un padre, un guía, un salvador. Y eso ya no es bueno. Pero resulta mucho peor cuando se combina con carcamanes demagogos que vienen a la pesca procurando armarse de apuro una estructura de apoyo nacional con fines electorales, con el plus de que los que pretenden capturar son cuadros fogueados en asambleas, debates y movilizaciones.
¿Quiénes son estos oportunistas?: los mismos rufianes que nos han conducido invariablemente a fracasos y derrotas y tienen la caradurez de proponerse como abanderados de nuestras luchas.
Se han pasado la vida vendiendo falsas expectativas y atajos milagrosos para evitar que el pueblo se organice horizontalmente y ahora, una vez más, pretenden hacer su cosecha en nuestras filas, armar su tinglado y, de paso, debilitarnos para que —cuando hagan lo que han hecho siempre— nuestro reclamo sea impotente.
Yo planteo que no debemos entregarles ni una pizca de nuestro trabajo ni de nuestra confianza para que los utilicen en su provecho y el de sus socios y patrones. Que debemos dejar de buscar redentores, hombres providenciales, personajones mediáticos; que, en cambio, tenemos que atraer a nuestros hermanos, y afrontar junto a ellos a los poderes que nos contaminan, nos saquean y nos oprimen.
Como dijo José Gervasio Artigas: "¡Nada podemos esperar sino de nosotros mismos!".

viernes, 17 de julio de 2009

Un artefacto asombroso

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El indestructible
Isaac Asimov

[...] Cabría imaginar un casete que estuviese siempre perfectamente ajustado; que empezara a funcionar en cuanto uno lo mirara; que se parara en cuanto uno dejara de mirarlo; que pudiera avanzar o retroceder deprisa o despacio, a saltos o con repeticiones, a placer del usuario. Qué duda cabe que ese es el aparato de nuestros sueños: un casete que puede contener información sobre infinitos temas; que es autónomo, manejable, parsimonioso en el consumo de energía, perfectamente privado y sometido en gran medida al control de la voluntad. ¿Será sólo un sueño? ¿Tendremos algún día un casete así? La respuesta es un sí rotundo. No es que lo vayamos a tener algún día, es que lo tenemos ya; para ser más exactos: existe desde hace siglos. El ideal que he descrito es la palabra impresa: el libro, la revista, un objeto ligero, privado y manipulable a voluntad.

¿Piensa usted que el libro, a diferencia del casete, no produce sonido e imágenes? Pues se equivoca.

Es imposible leer sin oír las palabras en la mente y sin ver las imágenes que producen. Y con la ventaja de que son sonidos e imágenes propios, no inventados por otros. Las imágenes y el sonido que ofrecen todos los demás medios de entretenimiento son «congelados», y tienen un nivel de detalle que mejora con el avance de la tecnología. El resultado es que los medios exigen cada vez menos del usuario. Incluso se insertan cuñas musicales y risas pregrabadas para promover determinadas emociones en el cliente sin esfuerzo de su parte. La persona a quien le cuesta leer (y a la mayoría le cuesta) recurrirá a estos productos «congelados», y seguirá siendo un espectador pasivo.

La palabra impresa, por el contrario, presenta un mínimo de información. Todo lo demás tiene que ponerlo el lector: la entonación de las palabras, la expresión de los rostros, la acción y el escenario han de ser extraídos de estas sartas de símbolos en blanco y negro. El libro es una empresa compartida entre el escritor y el lector, como ninguna otra forma de comunicación puede serlo.

Si usted pertenece a esa pequeña y afortunada minoría para quienes la lectura es fácil y agradable, el libro, en cualquiera de sus manifestaciones, le será irreemplazable e indestructible, porque exige participación. Por agradable que sea el papel de espectador, participar siempre es mejor.

(Tomado de un antiguo número de la revista “Muy interesante”.)

jueves, 16 de julio de 2009

Gioja, parejito


José Luis Gioja, gobernador de San Juan, se defiende ante los periodistas: “Dicen que soy socio de la Barrick: ¡ojalá fuera socio de la Barrick, no estaría sentado aquí!”, se indigna.
Mis comentarios: primero, que es exactamente al revés: si NO fuera socio de la Barrick NO estaría sentado ahí. Segundo: se supone que un político tiene la vocación de servir a su comunidad, que eso es lo que le importa. Pero resulta que no: de su propia —involuntaria— confesión surge que está ahí a falta de un negocio mejor, por ejemplo, el de ser socio de la Barrick... ¡como si ser gobernador de una provincia fuera menos que llenarse los bolsillos con el saqueo y la destrucción irreversible de su tierra! (¿Principios? ¿Y qué es lo que es eso, ah?)
A propósito, no debería escapar a la reflexión de quienes nos interesamos por la defensa del ambiente que en las elecciones del 28/6 la lista de Gioja se llevó el 56% de los votos de los sanjuaninos, triplicando a la que salió segunda.
Hasta ahora se ha contado a Gioja entre los incondicionales de la pareja gobernante, al igual que otros pájaros como Urtubey, Alperovich y Capitanich. Pero no hay que engañarse: todos ellos son incondicionales únicamente del poder y de los negocios, y bastará un leve cambio de viento para que éste los deposite, llegado el 2011, en los pagos de Reutemann, de Solanas o de Das Neves. ¿O usted no ha visto ya suficientes veces este peculiar fenómeno meteorológico?

martes, 7 de julio de 2009

Canción “de que”


“De que”, me dice el presidente;
“de que”, me dice el cantor, el gerente, el locutor...

“De que me va a decir algo, de que...”
Me dice que me dice “de que me va a decir,
de que me va a decir...”
¡Qué será, qué será!
“De que me va a aconsejar”; dice que me va a hablar
“de que me va a avisar...”
¡Qué demonios será que dirá, que dirá!:
dice “de que lo pensará”.
Me dice “de que le da rabia, de que”;
me dice que yo “piense de qué sucederá...”
¡Qué es lo que pasará, qué será, qué será!

Me dice que hablará —qué vergüenza le da—;
me dice “de que ya no puede soportar
de tener que explicar” lo que me dice que dirá.
Me dice “de que ya no sabe por qué la gente
no comprende de que ya sucedió”.
¡Qué cosa con la vida, que el pueblo la ve
y el que llegó hasta arriba me dice “de que”!:
de qué tartamudez, de qué cosa, tal vez,
que no puede creer, es que me dice que “de que”.

“De que me va a decir algo, de que...”
Me dice que me dice “de que me va a decir,
de que me va a decir...”
¡Qué será, qué será!
“De que me va a aconsejar”; dice que me va a hablar
“de que me va a avisar...”
¡Qué demonios será que dirá, que dirá!
Alfredo Zitarrosa.

sábado, 4 de julio de 2009

Perros y ciudadanos


Hasta hace algún tiempo, un año o un poco más, se podía encontrar un porcentaje mínimo —menor al 5%— de personas que recogían el excremento de sus perros. Ese porcentaje ha descendido muchísimo; hoy los que lo hacen son casi inhallables, y habría que colocarlos entre quienes poseen un temple y una moral a toda prueba, ya que perseveran en esa actitud de respeto al prójimo mientras la inmensa mayoría de los propietarios de canes se caga —literalmente— en los demás sin sufrir ninguna penalidad legal y ni siquiera padecer una condena social.
La ciudad de Buenos Aires, donde el desprecio a cara descubierta de los ciudadanos entre sí se pone en evidencia en eso y en todos los órdenes de la vida social, es la misma (no podría ser de otro modo) que vota en abrumadora mayoría —90%— con la orientación con que lo hizo el 28. Los que tienen y los que no tienen perros encontraron un modo común de cagarse en sus semejantes: defecando su sufragio reaccionario dentro de las urnas de votación.