jueves, 12 de octubre de 2023

¿Quiénes son los buenos?

 

¿Quiénes son

los buenos?


Lucía Etxebarria @LaEtxebarria

He estado cuatro veces en territorios ocupados en Israel. La primera vez hace veinte años y la última hace cuatro, con Breaking the Silence.

Soy una de las pocas españolas que no es corresponsal de un medio internacional que ha podido entrar en Hebrón y en la franja de Gaza.

Hace veinte años me comentaron mujeres palestinas que tenían miedo a la llegada del fundamentalismo islámico.

Que ellas pensaban que la desidia internacional, al no exigir que Israel respetara las resoluciones de la ONU, estaba haciendo que muchos hombres que se sentían frustrados y abandonados por la comunidad internacional volvieran sus ojos al fundamentalismo islámico.

Recientemente hemos visto en España cómo han intentado echar a una trabajadora de su puesto porque organizaciones transactivistas se han quejado de que dio un like a una cuenta feminista. Como me van a llevar a juicio a mí por decir lo que mis propios ojos me decían: que un hombre es un hombre y que su aspecto físico, en el caso en el que yo le doy, se correspondía con su sexo biológico e incluso registral.

Muchísimas mujeres que conozco en España no se atreven a decir la verdad de lo que sienten por miedo a las represalias.

Guionistas, actrices y periodistas se callan porque saben que si dicen en alto que el sexo es binario pueden perder trabajos (yo perdí varios).

Ahora imagínate vivir en Ramala, ser mujer y atreverte a decir en alto que tienes pánico al fundamentalismo islámico. Nosotras podemos perder trabajos, pero las consecuencias para ellas son mucho peores. Cuando se impone el terror el silencio se hace cómplice.

Afganistán o Irán hoy en día son el infierno para las mujeres.

La guerrilla talibán en su día recibió dinero de Occidente. Y de aquellos barros estos lodos.

Cuando yo estuve en Hebrón muchas mujeres me decían que su sueño dorado era casarse con un occidental. Que querrían irse de allí. Pero no tienen cómo.

Cuando hace 20 años el fundamentalismo islámico empezó a tomar Palestina, la comunidad internacional no hizo absolutamente nada por pararlo.

Y se sabía lo que estaba pasando.

Una parte no despreciable de la población palestina es laica, incluso otra parte es cristiana.

Hamás no está en lucha exclusivamente contra Israel.

Hamas está embarcado en una yihad, igual que el Isis.

Israel es el primer objetivo. Pero el objetivo a largo plazo es Occidente.

Por supuesto todos sabemos que el pueblo palestino ha sido ocupado, masacrado, despreciado. Y que Israel lleva años incumpliendo sistemáticamente las resoluciones de la ONU.

Pero Hamás y el pueblo palestino no son lo mismo.

La respuesta desde Israel de atacar a la población civil no va a conseguir nada.

La respuesta de “gestionar el conflicto” en lugar de “resolver el conflicto” es la que nos ha traído hasta aquí.

Cuanto más se ataque a la población civil, más hombres podrá reclutar Hamás, porque la desesperación les llevará a adherirse al movimiento fundamentalista islámico.

Hace veinte años Palestina era laica.

Yo estuve allí. Hace veinte años yo podía ir a los territorios ocupados con escotes sin el menor problema. Hace cuatro años fui con el pelo recogido y bien tapada.

Hamás es un ejército terrorista extremadamente peligroso.

Benjamín Netanyahu y Yoav Galant son igualmente peligrosos.

En medio está la población. Mujeres y niños que no tienen la culpa de nada.

El papel de la comunidad internacional debería haber sido siempre el de exigir que se cumplieran los acuerdos de paz, que se incumplieron sistemáticamente.

Apoyar el ojo por ojo solo va a conseguir lo que lleva veinte años consiguiendo.

Que el fundamentalismo islámico avance.

Y el delirio de la progresía española apoyando que las mujeres lleven velo no ayuda.

El Corán no exige que las mujeres lleven velo. El 90% de las musulmanas en el mundo no lo llevan.

El fundamentalismo islámico es una versión extrema y minoritaria del Islam.

Es una ideología totalitaria y expansionista.

Y es tremendamente peligrosa para TODOS NOSOTROS.

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Algunas observaciones del editor:

― “Benjamín Netanyahu y Yoav Galant son igualmente peligrosos”: no pienso lo mismo. El Estado teocrático de Israel es infinitamente más peligroso porque está en condiciones de matar a los habitantes de Gaza, y expulsar fuera de Israel a los sobrevivientes, si los hubiera. Y ya lo está haciendo, frente a los ojos del mundo.

― “Una parte no despreciable de la población palestina es laica, incluso otra parte es cristiana”: ese “incluso” es demoledor. Se lee así: “Muchos son laicos, e incluso, hay hasta cristianos”, como si eso hablara en favor de los palestinos. Esto merece varias objeciones, pero mencionaremos solo dos: 1) El Dios de los cristianos es el mismo que el de los judíos: el simpático texto del encabezamiento lo dijo el padre de Jesús; 2) cristianos son también los países ―empezando por USA― que respaldan y ayudan con todo tipo de medios a Israel en su empresa genocida.

Cualquiera que haya visto las imágenes que muestra la TV habrá notado (o no) que bajo el título de “Israel” se publican las fotos inenarrables de la destrucción de Gaza. Se puede oír (con la imaginación) a los televidentes, ya embalados por los 40 bebés degollados, diciendo “qué h… de p…, hay que matarlos a todos”. (Por los de Hamas. Que ―digámoslo― también hacen de las suyas, cuando pueden. Pero esa es otra historia.).

La nota que se ofrece más arriba es un poco de entrecasa, ideal para probar de estar atento y usar la pensadora. Y luego, emplear el mismo criterio, en defensa propia, para todo lo que nos venga a nuestros ojos y oídos.