Memoria.
A los que
marchamos por las nuestras desde hace treinta años en demanda de justicia por
las violaciones a los derechos humanos cometidas por el poder desde principios
de los años ’70, no deja de sorprendernos, pese a que data de varios años, el
nuevo decorado de ómnibus y combis que atiborran los alrededores de este
mismo tipo de actos cuando los organiza el kirchnerismo.
Igualmente
habitual es la aparición y desaparición de amores y desamores en el relato
oficialista, al compás de intereses políticos coyunturales. Por ejemplo, ayer,
eso se percibió en el estruendoso silencio sobre el papel de la Iglesia y del
actual papa durante los años de plomo, silencio unánime, tanto en lo que se
emitía desde el escenario, como en los cánticos del público durante el acto K.
También es
repetida la pretensión totalitaria de impedir el acceso a la Plaza de los que
no comulgan con ese flexible relato oficial: ayer, nuevamente, tomó un sesgo
violento que solo la prudencia de los organizadores del acto del EMVJ evitó que
llegara a mayores.
Lo que no querían
padecer los kirchneristas son verdades incómodas como estas:
Olé
olé, olé olá:
Mirá,
Cristina, qué “popular”:
es el
gobierno
con
más presos por luchar.
Este
gobierno espía a trabajadores
para
meter en cana a los luchadores.
A
treinta y siete años vamo’ a la Plaza
para
pedir perpetua para Pedraza.
Ya
pasaron treinta años,
y se
dice “¡nunca más!”,
pero
el compañero López
no se
sabe dónde está.
Qué
pasa, qué pasa,
qué
pasa, joven K,
que
hay desaparecidos
en el
gobierno “popular”.
Como contrapartida de los silencios del
acto oficial, cuando las columnas de la marcha del EMVJ pasaban frente a la
Catedral demostraban con estos estribillos que la amnesia no es un mal
generalizado:
¡Ustedes
se callaron
cuando
se los llevaron!
¡Iglesia,
basura,
vos
sos la dictadura!
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