«“Estos
curas no andan en nada raro”, le dije a Massera.»
Eso dice Bergoglio en una grabación pasada por la radio en estos días. Las personas simples, las que son una hoja llevada por el viento, oyen esa declaración y la entienden literalmente: “Le dijo a Massera que los largara, que no andaban en nada raro. Intercedió por ellos, les salvó la vida”.
Pero el más elemental análisis indica que:
1) Le
habló a Massera desde su mismo lado: “Te aseguro que estos curas no son
subversivos, posta”;
2) ¿Qué
sería “andar en algo raro”? Bergoglio no tiene que explicarlo; para él y
para Massera es lo mismo: querer transformar la sociedad, ser un agitador,
tener una ideología revolucionaria y/o haber tomado las armas o colaborar con
una organización guerrillera;
3) Si
anduvieran en “algo raro”... ¡ah, entonces no habría venido a pedir por ellos
(y solo por ellos): en tal caso sí se los puede secuestrar, torturar,
asesinar y hacer desaparecer sus restos!
Bergoglio no les dijo a la Iglesia, a los
argentinos y al mundo “¡Esto, no!”. Le dijo reservadamente a Massera “estos,
no”: pero porque son pichis, perejiles. Son “sanos”, como decían ellos
en esos años refiriéndose a los opositores inocuos.
Por supuesto, estas puntualizaciones tienen que
ver con la verdad acerca del “amigo de los pobres” que ha sido ungido papa.
Pero no solo con él, sino con casi toda la Iglesia y con la mayoría de la
sociedad argentina, que también dejaron hacer y dejaron pasar.
Esa misma mayoría que recurrentemente entona el
coro de que debemos dejar de escarbar en el pasado y solo mirar hacia el
futuro. Por algo será que lo dicen.
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