sábado, 22 de diciembre de 2012

¡Hasta el próximo fin del mundo!


 A este sí le llegó el fin del mundo maya.


Ahora es el momento de que los periodistas se burlen de la predicción fallida (eso sí, sin darse por enterados de dos cosas: de que el primer engaño de ese tipo lo formuló Jesucristo, y de que, sin la difusión de la prensa, estos embustes, directamente, no existirían).

Hasta que haya pasado un tiempo prudencial y llegue la ocasión apropiada para proclamar un nuevo fin del mundo. Para entonces, los desmistificadores que ahora explican por qué no y son entrevistados en bandada se habrán eclipsado discretamente y los gurúes de los misterios (que no los son, para ellos) coparán la parada sin obstáculos a la vista gracias a que los medios les abrirán sus puertas de par en par. Y el público, con algún escepticismo inicial, se irá empapando de las “razones” que con generosidad les suministrarán los periodistas (con la neutralidad que merecen estos delicados temas) y comenzará a ponerse anhelante y encontrará que no hay cosa más necesaria que comprobar que vivimos en un mundo misterioso y sometidos a fuerzas sobrenaturales y a leyes inescrutables.

Y así, mansamente, irán pasando las estaciones, y los años, hasta sumergirnos en nuestro fin del mundo personal sin haber comprendido cómo funciona la cosa.

¡Qué digo!: sin siquiera haberlo intentado.


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