Se nos está llenando de revolucionarios
Como Kicillof, Ignacio Guido Carlotto es tremendamente revolucionario: ¡usa saco y camisa de vestir, pero sin corbata!
Eso refleja, mejor que nada, el grado de ruptura con el imperialismo y los intereses del privilegio.
Porque una persona que no tuviera un compromiso tan extremo, si no quisiera usar corbata se pondría una camperita con una camisa sport, o con una chomba o remera, o luciría una guayabera. Pero un revolucionario verdadero, jamás, porque eso no atestiguaría lo irrevocable de su rechazo al sistema.
Si un peronista fuera revolucionario —es un chiste, ojo—, tendría que parecerlo además de serlo. Además de no serlo, quiero decir.
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