lunes, 21 de julio de 2014

Los dirigentes sindicales argentinos y el futuro de la humanidad


Tarea para el hogar 

el mundo


El más nazi de los sistemas ideológicos del mundo, el judaísmo, en sociedad con el 4° Reich, juega a voltear patitos en Oriente próximo. Los que se proclaman amigos de la mafia rusa —Putin— derriban aviones de pasajeros en nombre de una lucha “justa” que, sabemos, es asquerosa de ambos lados. Las potencias económicas depredan a sangre y fuego a los africanos que, como desde los tiempos de la conquista de América, siguen siendo no-humanos para los poderosos. Tierra arrasada es lo que dejan tras de sí las corporaciones después de saquear bienes no renovables cada vez más escasos por causa de un sistema económico irracional.
Hoy como ayer solo una internacional de los trabajadores, como quería Marx, puede ponerle fin a estas calamidades.
El camino no es fácil, pero es el único. Usted dirá: y en la Argentina, ¿quiénes son esos trabajadores en los cuales debemos confiar? ¿Caló? ¿Moyano? ¿Micheli? ¿Barrionuevo? ¿El Momo Venegas?
Ahí está la cosa. Siempre estas sanguijuelas sirvientes de la patronal —patrones ellos mismos— fueron causa de escaseces y penalidades para los trabajadores, y de persecución, cesantía y muerte para sus mejores dirigentes y activistas. Pero hoy la humanidad toda y el planeta mismo enfrentan una cuenta regresiva que terminará en la hecatombe, y para impedirlo tenemos que sumar nuestro esfuerzo al de todos los trabajadores del mundo.
Esto debemos hablarlo con la familia, con los amigos, con los compañeros. El sistema de alienación global, ¿cuántas decenas y centenas de horas nos robó, con el Mundial, de nuestras energías, de nuestro tiempo, de nuestra inteligencia? ¿Le parece que el presente trágico de muchos seres humanos y el futuro negro de todos tiene menos importancia?
Cuándo vuelve a jugar Neymar, si se podrá reparar bien la Copa FIFA y qué logrará hacer Almirón en Independiente son temas importantes, y merecen todos juntos una atención proporcionada: cinco décimas de segundo.
No solo por su insignificancia, sino ¡porque no dependen de nosotros! Esto es lo grandioso: no solo no son cuestiones que afecten nuestra vida, sino que no está a nuestro alcance resolverlas.
En cambio, las mencionadas más arriba sí nos conciernen, aunque prefiramos ignorarlo. Es curioso, pero si pretendemos hablar sobre ellas no faltará quien nos diga que perdemos el tiempo, que la decisión pasa por otras manos. Y volverá al tema de si la selección de AFA tiene que plantar un 4-4-2 o un 4-3-2-1.
Si los trabajadores tomáramos en nuestras manos los problemas del mundo —del tipo de los mencionados— podemos resolverlos, fraternal y democráticamente.
Empecemos a construir un mundo distinto: en nuestro trabajo, en nuestro sindicato, en la sociedad vecinal.
Echemos a las sanguijuelas y el mundo habrá empezado a cambiar.
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