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El incidente de la Embajada
En el
fondo, una pelea entre "Clarín" y el gobierno por quién
es más amigo del 4° Reich.
es más amigo del 4° Reich.
Descarte la idea de que
estas líneas pretenden ser una defensa o justificación del peronismo. Tómelas,
sí, como una expresión de alarma sobre con quién —por momentos— quedamos
entreverados al enfrentarlo.
Vamos
a los hechos:
1)
Ayer, en el festejo del 4 de Julio en la embajada de USA, periodistas de
“Clarín” hicieron un movimiento coordinado para provocar al secretario Moreno,
reconocido unánimemente por su equilibrio, buen trato y don de gente.
2)
La maniobra empezó con Silvia Naishtat acercándose a interrogar a Moreno sobre
la clausura de cuatro supermercados. La propia periodista admite1 que lo interrumpió mientras
hablaba con otra persona, y cuenta que Moreno le señaló su error con cierta
pesadez. Osvaldo Pepe2
opina que no hubo error ni exceso: “Naishtat hizo lo que todo buen periodista
hace: preguntar a un funcionario por un tema del día que lo involucra”.
Silvia Naishtat —la punta de
lanza— con Abal Medina.
3)
¿Es cierto que una reunión social donde se han dado cita todas las celebrities
es para los periodistas un coto de caza donde las tienen a todas en cautividad,
para interrogarlas a mansalva? No, es falso, aunque en Twitter Silvia Mercado
diga lo contrario. Allí se forman —y se desarman y rearman de continuo— grupos
por afinidades, y los que se suman o se acercan lo hacen cuando se saben
bienvenidos, o cuando el volumen de la conversación indica que el tema es
abierto. Si hay un periodista en el grupo se da por sentado que lo que se diga
puede trascender a la prensa, pero en una reunión social no se interroga:
se conversa.
4)
La respuesta de Moreno fue argumentativamente correcta, aunque quizá de tono
demasiado elevado, a causa de lo cual “la cuestión se desmadró cuando un
segundo periodista de este diario le pidió al secretario que no le faltara
el respeto a su colega” escribe, ¡precisamente!, el tal segundo periodista,
Walter Curia3. O sea, Curia logró imponer un combate de
testosteronas, a partir de lo cual Moreno perdió totalmente su frágil
serenidad.
5)
Entonces Moreno estalló, y gritó, y repitió “ustedes son empleados de Magnetto.
Ustedes tienen las manos manchadas de sangre”, para asombro de quienes estaban
en ese salón: misión cumplida.
6)
Todavía los de “Clarín” arrojaron contra Moreno un tercer torpedo, Marina
Aizen, quien le ponía por delante las manos mostrándole que no tenían sangre.
Solo una débil mental interpreta literalmente esa frase (“tienen
sangre...”) e intenta “demostrar”, materialmente, que sus manos no tienen restos
de sangre. Creo que es el caso. Lean un tuit de ella:
Por entonces,
la embajadora se descolgaba en su discurso de despedida de la Argentina con
expresiones incompatibles no ya con el estilo diplomático (“la vida es
complicada en Argentina”), sino con los buenos modos de un huésped. Justo el
día en que el amo utilizaba como trapos de piso a países soberanos de Europa.
Pero las
cosas quedaron como quedaron: punto para “Clarín” en su empeño de quedar unos
centímetros más cerca que el gobierno, de las botas del matón del mundo. Aunque
el procedimiento utilizado y el relato que lo recrea sean una suma de
irracionalidades y despropósitos. Así que si se dedica a leer hoy en “Clarín”
la cobertura de este episodio, aproveche y métale para adelante con otras notas
del mismo nivel, como “Despedidas hot: Un stripper cuenta el backstage”, o
“Cómo sos según el horóscopo maya”.
Que le
aproveche.
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