miércoles, 16 de noviembre de 2011

Elogio de la intolerancia

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Dicen que hoy es el Día de la Tolerancia.
Empecemos por el principio: ¿qué es “tolerancia”, según el diccionario? En relaciones interhumanas —hay también una tolerancia matemática, y una tolerancia médico-biológica— significa: 1. Sufrir, soportar; 2. Permitir, consentir. 3. Respetar las opiniones y prácticas de los demás.
Corominas informa que la palabra proviene de la raíz latina “tollere”, levantar, y tiene el sentido de soportar, aguantar.
Este “aguante” puede partir de dos situaciones opuestas, expresadas en las acepciones 1 y 2: se toleran vejaciones y pesadumbres porque en caso de resistirlas las consecuencias serían aún peores (o, quizá, se espera un momento más favorable para oponerse), o el que tiene preeminencia soporta actitudes o dichos de alguien a quien podría someter.
En ambos contextos la tolerancia tiene en su base una relación de desigualdad. Y, en general, expresa un equilibrio inestable, un disgusto eventualmente acumulativo, capaz de producir cansancio o hartura.
Pero también la relación puede no ser desigual, en cuyo caso hay modos de librarse del disgusto, por ejemplo, mediante la evitación.
La tercera acepción, el “respeto” parece ser la más noble y políticamente correcta. Pero, ¿es así?
Para empezar, saliendo al cruce de un lugar común que eructa que "todas las opiniones son dignas de respeto", yo creo que algunas no lo son, que las hay que merecen burlas, pedorretas y rechazos aún más enérgicos.
¿Respeto forzado a algo que a mí me repugne? ¿Así lo combata, como se combate a cualquier cosa nociva, como la vinchuca, o los sacrificios humanos?
¿Tengo que “respetar” la divinidad de Sai Baba, que 2 + 2 = 5, los ñoquis del 29? Pues no; ese respeto se le debe exigir a quien quiere permanecer dentro de la cripta de la respectiva creencia, no a los que expresamente nos colocamos fuera.
En “Eros y civilización” Marcuse se enfrentó al concepto de tolerancia, y describió lo que llamó “tolerancia represiva”. Más recientemente, arando en el mismo surco, Zizek apuntó:

Respeto por la creencia de los otros como un valor supremo puede significar dos cosas: o tratamos al otro de una manera condescendiente y evitamos herirlo para no arruinar sus ilusiones, o adoptamos la postura relativista del régimen de "múltiples verdades".

Y propuso como “única forma de mostrar un verdadero respeto” por quienes sustentan convicciones distintas de las nuestras someter sus ideas a un exhaustivo análisis crítico, o sea considerarlos como “adultos serios y responsables por sus creencias”.
Es que, al decir de Freud, la verdad "no puede ser tolerante", y cada uno debe sustentar la que propone sin excusas.
¿Tolerancia?: quizá hoy no sea buena idea. Como escribió Brecht en “La casa en llamas”, los que queremos abolir la injusticia y torcer el rumbo de catástrofe que lleva el mundo debemos cultivar, más bien, el arte de la intolerancia.

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