jueves, 30 de diciembre de 2010

Gauchos light

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La imponente figura casi llenó la puerta del boliche. Al ver a Paredes bebiendo en el mostrador, bramó:
—¿Usté anda diciendo que anoche nos estuvimos besando en lo oscuro?
Sorprendido, el aludido balbució:
—¿Yo, Muraña? ¿Cómo puede...? ¡Jamás haría eso...! ¡Jamás!
—Entonces, nos han visto —murmuró abatido Muraña, acercándose.
—Bueno, compadre, desde el principio sabíamos que eso podía pasar. Vamos, tómese un trago; tranquilícese.
—¿Qué haremos? ¿Adónde iremos a parar?
—Dicen que lo de Mendiguren se pone bueno a esta hora.
El recio rostro de Muraña se desencajó, y negó, casi sollozando:
—¡No!: ¡con tanta habladuría, tanta incomprensión...!
—Sosiéguese, nos observan, no la complique —Paredes bajó la voz—. Mire, hay un fotógrafo, disimulemos.
—¿Dónde...?—Muraña giró el rostro hacia el salón— ¡Ah!, ¿qué cuenta, amigazo? ¡Sáquenos una foto brindando con este paisano!
—¡Eso! ¡Choquemos los vasos! —apoyó Paredes.
Los gauchos miraron el objetivo y dijeron al unísono:
—¡Felices fiestas para todos!
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