“De que”, me dice el presidente;
“de que”, me dice el cantor, el gerente, el locutor...
“De que me va a decir algo, de que...”
Me dice que me dice “de que me va a decir,
de que me va a decir...”
¡Qué será, qué será!
“De que me va a aconsejar”; dice que me va a hablar
“de que me va a avisar...”
¡Qué demonios será que dirá, que dirá!:
dice “de que lo pensará”.
Me dice “de que le da rabia, de que”;
me dice que yo “piense de qué sucederá...”
¡Qué es lo que pasará, qué será, qué será!
Me dice que hablará —qué vergüenza le da—;
me dice “de que ya no puede soportar
de tener que explicar” lo que me dice que dirá.
Me dice “de que ya no sabe por qué la gente
no comprende de que ya sucedió”.
¡Qué cosa con la vida, que el pueblo la ve
y el que llegó hasta arriba me dice “de que”!:
de qué tartamudez, de qué cosa, tal vez,
que no puede creer, es que me dice que “de que”.
“De que me va a decir algo, de que...”
Me dice que me dice “de que me va a decir,
de que me va a decir...”
¡Qué será, qué será!
“De que me va a aconsejar”; dice que me va a hablar
“de que me va a avisar...”
¡Qué demonios será que dirá, que dirá!
Alfredo Zitarrosa.
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