jueves, 22 de enero de 2009

Anecdotario borgeano (I)

Aunque se comenta que también es autor de una respetable obra literaria, Borges es universalmente conocido por su copioso anecdotario. Aquí, algunos ejemplos, verídicos o no:

Para empezar, afeitarse

Biológicamente, físicamente me gusta el frío. En el verano me siento como una especie de canalla, realmente; en cambio, en invierno, me siento como una persona decente. Es como estar afeitado o no estar afeitado, ¿no? Cuando uno no está afeitado se siente como una especie de vagabundo. La persona afeitada ya puede aspirar al honor, al decoro, quizás a la inteligencia, también.

Borges y los boqueteros

Cuando en 1976 robaron con ese sistema la sucursal de Plaza San Martín del Banco Galicia, donde tenía una caja Borges, el banco lo citó para que verificara qué había pasado con ella. A la salida los periodistas lo asediaron: "Borges, Borges, ¿usted ha sido perjudicado? Y el contestó: "No he sido perjudicado, pero tampoco he sido beneficiado".

Reversión de la perspectiva

Borges estaba en la Galería del Este con Bioy firmando ejemplares de sus libros. Ya cansado de deslizar una y otra vez su lapicera sobre las portadillas, le dijo a su amigo: ¿Te imaginás lo que va a valer un libro nuestro sin la firma? Hemos firmado tantos...

¿Fiestas?

Y, la gente obra como si se fuera a terminar el mundo al final de cada año. Es una ilusión colectiva que se fomenta, a veces, o casi siempre, con fines comerciales, y en realidad no pasa nada. De Quincey decía que toda fiesta pública es triste, ya que la gente está obligada a celebrarla por tratarse de una fecha determinada. Yo creo que la felicidad es un fin en sí mismo más allá de toda celebración. La alegría tampoco es cuestión de brindis o de fuegos de artificio.

Borges, cabulero

¿Supersticioso? Lo soy. Muchísimo. El número 4 me trae una mala suerte tremenda. ¿Sabía que en Japón es sinónimo de muerte? Prefiero el 3 o el 5. Es más, para mayor seguridad, el 2 o el 6.

Hombres groseros

Esta mañana me llamaron dos señores que querían entrevistarme. Uno es un tal "Cacho" Fontana; el otro, un doctor "Borocotó Jr.". Yo les dije que no. ¡Cómo voy a aceptar que me entreviste alguien que se inflige públicamente esos apodos! Es más o menos como si yo me hiciera llamar "Pepe Borges" o "Coco Borges"... Son nombres groseros, ridículos para personas mayores de edad.

Genealogía

Una señora lo elogia a Borges:
—Todos sus ascendientes ilustres deben estar orgullosos de usted, señor Borges.
—No creo que se vea mucho desde el cementerio de La Recoleta —la interrumpe el escritor.
La señora insiste en la "vasta ascendencia ilustre". Borges la decepciona diciéndole:
—Bueno, todo mi árbol genealógico se desmoronaría con una sola infidelidad.
La señora sucumbe y calla.

Muchos años

El Premio Nobel a García Márquez lo sorprendió a Borges gestionando el pasaporte en el Departamento de Policía. Allí nos enteramos que García Márquez había sido galardonado con el Nobel de Literatura. Los periodistas acreditados en el Departamento de Policía se lanzaron sobre Borges para hacerle preguntas. "Yo pienso que es un excelente escritor —comentaba Borges—. ‘Cien años de soledad’ es una gran novela, aunque creo que tiene cincuenta años de más..."

Un mazorquero cariñoso

El trámite del pasaporte fue resuelto en poco tiempo y con comodidad. Ya en la calle a pocos pasos de la salida del Departamento de Policía, nos enfrentamos con un hombre joven, robusto, vestido con ropa deportiva y un bolso en la mano.
—Soy el sargento fulano de tal —se presentó—. ¿El señor es Jorge Luis Borges?
—Bueno, creo que sí, señor —respondió Borges.
—Maestro —dijo el sargento con voz firme—, yo lo sigo en todos los reportajes que le hacen en televisión y revistas. No lo he leído, debo confesarlo, pero siento una gran admiración por usted y quisiera besarlo.
Borges, sorprendido, asintió con la cabeza y el sargento lo besó tiernamente en la mejilla. Cuando el otro había partido, Borges, que aún permanecía inmóvil tomado de mi brazo, me dio un golpecito con el codo y comentó:
—¡Caramba, un mazorquero cariñoso!

Imitadores

Los imitadores son siempre superiores a los maestros. Lo hacen mejor, de un modo más inteligente, con más tranquilidad. Tanto que yo, ahora, cuando escribo, trato de no parecerme a Borges, porque ya hay mucha gente que lo hace mejor que yo.

Una, aunque sea

En una librería de Buenos Aires le presentan a Federico Manuel Peralta Ramos.
—¿Y usted a qué se dedica? —le pregunta Borges.
—Yo soy poeta, escultor, pintor, filósofo, actor... —le responde el vasto Peralta Ramos.
—¡Caramba! —interrumpe Borges—. ¡Cómo me gustaría a mí ser alguna de esas cosas!

Sabe todo, pero...

Hablábamos con Borges de George Bernard Shaw. Borges recordó una frase muy graciosa del escritor referida a un latoso personaje que lo acosaba con sus conocimientos. "Sí, es cierto —dijo Bernard Shaw al referirse a él—, el doctor Fulano lo sabe todo, pero es lo único que sabe."

Motivos para el suicidio

—¡Qué lástima que Lugones se suicidó antes de haber concluido su biografía del general Roca, de la que ya había escrito la mitad! —le comenta a Borges una señora.
—Bueno, yo creo que empezar a escribir esa biografía es suficiente motivo para llegar al suicidio —responde Borges.

Demasiada economía

En una conversación, Borges le pregunta a su interlocutor:
—¿Usted es creyente?
—Sí, señor, por supuesto.
—¿Y cree en un solo Dios?
—Sí, señor, soy monoteísta, soy católico.
—Bueno, eso no está mal —comenta Borges—. Pero creer en un solo Dios me parece una miseria. Habiendo tantos dioses creer en uno solo es un exceso de economía.

Vicios

No bebo, no fumo, como poco. Mis únicos vicios son la Enciclopedia Británica y no leer a Enrique Larreta.
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(De “En torno a Borges”, de Justo Molachino y Jorge Mejía Prieto, y “Borges, biografía verbal”, de Roberto Alifano.)

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