Tacones no tan lejanos
El taco alto, signo de la cultura dominante
William Rossi, autor de la biblia sobre el fetichismo del
calzado masculino, “La vida sexual del
pie y el zapato” (1989), nos cuenta lo importantes que son los zapatos
incapacitantes para los hombres, al declarar que "los hombres aún no están
seguros de si el mayor de todos los inventos fue la rueda o el taco alto”
(Rossi, 1989, p. 119). Rossi —como otros fetichistas de los pies, desde
diseñadores de moda hasta hombres habitués de burdeles y consumidores de
pornografía— es muy consciente de que el zapato de tacón es un instrumento de
tortura para las mujeres. Como dice Rossi, "el taco alto no tiene ningún
sentido práctico. No tiene valor funcional ni utilitario. Es un accesorio
antinatural en un zapato. Hace que estar de pie y caminar sea precario y
agotador. Es un peligro para la seguridad. Se lo culpa de una serie de
enfermedades pédicas y corporales" (1989, p. 119). Pero para los fetichistas de los pies, como veremos en este
capítulo, el daño y el dolor son partes cruciales de la excitación sexual que
obtienen de su obsesión. Observe el papel que el interés sexual de los
hombres en el pie femenino deformado y discapacitado ha jugado en la creación y
el mantenimiento de la venda de pies china; en esa práctica característica de
la cultura occidental supuestamente intelectual, el ballet, y en los zapatos de
taco alto, y busque comprender el impacto de este aspecto de la sexualidad
masculina en la vida de las mujeres.
Hay otras maneras en las que el uso de tacos altos cumple con los dictados de la cultura dominante masculina y da satisfacción a los hombres. Los tacones son una buena forma de marcar la diferencia. Como dice Rossi, “no hay ninguna razón práctica por la que los niños y las niñas, o los hombres y las mujeres, deban usar zapatos con marcadas diferencias de diseño. La única razón es sexual, una insignia para hacer visible la brecha entre los sexos” (1989, p. 17).
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