viernes, 25 de septiembre de 2020

Ameri, chivo expiatorio

 

Ameri, chivo expiatorio

Cuando las sesiones en la Cámara son presenciales, a veces hay 30 o 40 diputados en el recinto (sobre 257), de los cuales solo quizás un 20 % está escuchando al orador. El otro 80 % revisa el celu, mensajea o lee sus papeles.

¿Y los 210 o 220 restantes?

Bueno, en ninguno de los despachos de los legisladores, sea en el Palacio o en el Anexo, falta un cuartito con una cama. Si ahí duermen, cogen o besan una teta u otra cosa, a nadie le importa. Tampoco si ven TV, toman whisky o transan con otros legisladores o con lobistas, que estos sí que no duermen.

Digo que lo de Ameri, en ese contexto, es banal. Está usurpando el lugar de los gravísimos problemas de la gente (a la más desprotegida, me refiero). Y, encima, los oficialistas se alzan con la cucarda de que son rectos e inflexibles con propios o extraños.

Así que ¡ojo!, no le caigamos al facho-evitista-malvinero Ameri (por esto: por otras muchas cosas, sí).

No les hagamos el juego.

 

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