sábado, 25 de marzo de 2017

No fueron 30.000

No fueron 30.000

La autocrítica y la enmienda de sus errores les están vedadas a los que confunden política con religión.

Supongamos esta situación: alguien que en los Años de Plomo fue testigo de cómo los matones de los Falcon secuestraban en la calle a una persona, al declarar ante un organismo investigador dice que vio cómo secuestraron a dos, uno de los cuales era ciego. Lo hace con “buenos motivos”: uno de tantos, podría ser el furor que provocan aquellos cobardes asesinos; otro, que como con toda seguridad no se han descubierto todos sus crímenes, este inventado compensa a alguno de ellos. Etcétera.
Pero, ¿era necesario agregar esta víctima extra; originaba algún cambio cualitativo en la caracterización de la dictadura o solo podía servir, en caso de descubrirse el engaño, para echar sombras sobre las denuncias verdaderas?
El caso que propuse, con toda seguridad, es menos expresivo y rico que el real, que se ventila desde hace algún tiempo en el ámbito de los derechos humanos, con las obvias proyecciones políticas.
Pero el caso real y el supuesto tienen un sólido punto de coincidencia: la variación del número de víctimas de la represión, llegado ya este a las cifras que se conocen (y mucho antes de llegar a ellas, y aun sin cifra de respaldo alguna, con solo lo que vivimos los argentinos en aquellos años), no puede modificar —en quienes la padecimos y combatimos— el dictamen sobre la calaña de la dictadura.

La religión es el peor enemigo del conocimiento


Si se quiere transformar la realidad hay que construir una nueva cultura basada en la verdad, no en mitos que están para ocultarla y para obturar su aparición. Una cultura opuesta a la del capitalismo, la cual nos dice que la libertad y el bienestar solo pueden prosperar a su amparo, mientras vemos que en todas partes es causa de hambre, de exclusión y de guerra.
Ninguna fuerza transformadora puede apoyarse en mentiras, ni en palabras o verdades infladas, ni en textos o prohombres sagrados.
El fetiche numérico-religioso de los “30.000” se refiere a un hecho de nuestra historia, pasible de ser abordado con métodos basados en la ciencia, no en catecismos.
En el mismo número 1743 de la Posta*, donde luce la cerrada defensa del sagrado número 30.000, hay un texto de Sergio Bufano que contiene esta definición:
La memoria es una construcción social que necesita de insumos precisos (hechos, datos, testimonios, fechas, escritos) que requieren su correspondiente interpretación.
Acepto que yo también antes boqueaba “30.000” a diestra y siniestra: ¿cómo saber si entonces hacía lo correcto, y es ahora cuando estoy equivocado?
Pero en este devenir, que no es mío solamente, hay algo que se manifiesta como muy provechoso: la posibilidad de revisar nociones que construimos con la mejor intención, pero que un examen más sereno o nuevos elementos de juicio aconsejan modificar para poder actuar más acertada y eficazmente en la vida social.
Y eso les está negado a los que toman la política como una religión.

* http://postaportenia.blogspot.com.ar/ En el último número se pueden leer, entre otras, las notas sobre el impacto del fracking en el sur de la Argentina, y el artículo de Sergio Bufano sobre Perón y la Triple A, un clásico que salió en “La Lucha Armada en la Argentina”.


@juandelsur2

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