lunes, 18 de enero de 2016

Muerte de Nisman: su secretaria tiene la precisa


Gran nota de "La Nación"*

A un año del trágico suceso, ese diario publica hoy un informe en el cual, por el apuro, omite consignar algunos hechos intrascendentes, como que el fiscal, apenas un rato antes de morir, estuvo leyendo en internet una nota sobre “la vida después de la muerte”, o que tenía listo, firmado y rubricado, un expediente con conclusiones antagónicas al que denunciaba el pacto con Irán. 
 
Dejando esas banalidades a un lado, lo más revelador es lo que atestigua su secretaria, Soledad Castro: "Nisman nunca se hubiera suicidado con un arma ni otro método que implicara violencia o alterar su aspecto", dice. 

 
Los hechos le dan ampliamente la razón, puesto que en sus 47 años de vida —¡más de 17.000 días!— el fiscal jamás se suicidó con un arma. Y miren que en 17.000 días hay ocasiones, ¿eh? ¿Alguien puede creer que lo va a venir a hacer justo el último día de su vida, quebrantando una costumbre tan acendrada? ¡Imposible!: punto para Castro. 
 
La secretaria Castro aseveró, además, que forzado a quitarse la vida su jefe habría optado por tomar pastillas. Es que en esta cuestión todos tenemos nuestras preferencias: ¿quién, en la mesa familiar, o entre amigos, en cada ocasión que se presente, no deja asentado qué medios rechazaría si vinieran con el plan de forzarlo a suicidarse? Sin dudas, un tema sobre el cual es imprescindible definirse, y Nisman no era menos prolijo que nosotros. 

 
Decisivo, entonces, el aporte de Castro y “La Nación”: estos son datos. Datos sólidos. 

 
Lo demás es cháchara.


 
* http://www.lanacion.com.ar/1863090-las-ultimas-48-horas-entusiasmado-y-seguro-de-su-denuncia-trabajo-hasta-el-final

@juandelsur2

jueves, 14 de enero de 2016

La payasada de Macri en el Hospital Fernández la vamos a pagar cara

 
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Nos toman por idiotas
(Digo yo: ¿no lo seremos?)
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Cuando a principios de 1976 Isabel designó ministro de Economía a Emilio Mondelli y este escenificó ir a jurar a la Rosada en subte —bufonada que mereció la tapa de todos los diarios y de la revista "Gente", los cuales lo presentaron como un signo de austeridad y de proximidad con el pueblo—, los que miran la realidad de frente comprendieron la necesidad imperiosa de usar calzoncillos de lata. Acertaron, por supuesto. Pero no alcanzó, ya lo vimos.

Ahora Macri va a hacerse un chequeo al Hospital Fernández. Empecemos por la ridiculez implícita de que el presidente, en ese caso, recibe la misma atención que cualquiera y experimenta las mismas carencias e incomodidades que los usuarios habituales del hospital público. No es así: por ejemplo, ¿saca número, Macri?
 
Retrocedamos aún más: Evita también se atendió en un hospital público: lo equiparon para ella con la avanzada tecnológica mundial y trajeron del exterior a los más reputados especialistas para atenderla. Eso está muy bien, pero, ¿lo hacían con todos los pacientes? ¿Lo hicieron con los pilagá heridos en Rincón Bomba o, en cambio, los remataban en el suelo?
 
¿Qué gana con "gestos" como este el usuario obligado —la víctima obligada— del sistema público de salud?
 
Veamos otro caso: los kk equiparon con lo mejor a una “unidad presidencial” en el Hospital Argerich. Jamás la usaron. Estuvo inactiva durante años. De esa aparatología, de esos insumos y comodidades fueron privados los usuarios reales de ese hospital.
 
El tema no es si Krisabelita o Macri se atienden en el hospital público: eso es una farsa para la gente incauta. El tema (no permitamos que lo embarullen) es si la población en general obtiene que el Estado atienda su salud con eficiencia y decoro.

@juandelsur2

miércoles, 6 de enero de 2016

Un año, miles de años

 
Charlie Hebdo: "Un año después, el asesino sigue suelto"