miércoles, 17 de junio de 2015

En Guernica los amigos de Perón bombardearon al pueblo a mansalva


A propósito del aniversario del bombardeo del 16 de junio, los autores de “El Guernica argentino”, en un rapto de imprudencia, han traído a la memoria la destrucción de esa ciudad vasca durante la Guerra Civil española por parte de los amigos de Perón: Franco, Hitler, Mussolini.

Pero es su único traspié: en el resto de la extensa nota logran ignorar las responsabilidades y los móviles del General en los golpes del ’30 y del ’43, en la Masacre de Ezeiza y en la creación de la Triple A y el Plan Cóndor, a pesar de mencionar todos esos hechos, menos el último.

Distinto es el caso de la matanza de pilagás de 1947 en Rincón Bomba, a la cual evitan referirse, pese a venir embaladísimos en una enumeración minuciosa.

Vayan las siguientes líneas a los autores, a modo de ayudamemoria.

 

ACERCA DE LA NOTA “MASACRE SOBRE BUENOS AIRES / BOMBARDEOS DEL 16 DE JUNIO DE 1955”


La nota de Cena y González Bazán en Villa Crespo Digital* rememora el bombardeo del 16 de junio de 1955, un hecho no solo criminal, sino demencial, si el propósito, como se dijo, era matar a Perón arrojando toneladas de bombas sobre los inciertos lugares donde podría hallarse en esos momentos.

Es una prueba más sobre el desprecio que tienen los militares por la vida. La vida ajena, se entiende, porque la propia bien que la cuidan.

Pero la nota, a su pesar, es también la prueba de cómo es tergiversada y mutilada la historia si la cuenta un peronista.

Después de 72 años de peronismo en la Argentina hay que ser muy diestro —a nivel de un neurocirujano— para seleccionar los hechos de la historia que permitan seguir declarándose peronista.

Por ejemplo, hay que extirpar los datos incuestionables que atan a Perón con la creación de la Triple A, y también con la del Plan Cóndor, al cual le dio configuración en sucesivas reuniones con los dictadores del sur de América, que desde entonces lo pusieron en práctica (aunque solo le dieron contextura formal más tarde). Y que él mismo aplicó, particularmente contra los exiliados del golpe del ’73 en Chile (su mujer, Isabelita, condecoró a Pinochet).

Pues bien, Cena hace ostentación de su identidad peronista, así que ya calculamos cuál puede ser su rigor como historiador. Y no nos defrauda.

En esta nota nos promete algunos antecedentes históricos de masacres contra los desposeídos, y a detallarlas se consagra en el capítulo “Desde el inicio”, hasta llegar a 1924, desde donde, gracias a un portentoso salto, cae en 1955.

¿Qué pasó en ese lapso? Lo más significativo, a los efectos que se propone la nota, fue la matanza en Formosa de alrededor de mil indígenas pilagás, que luego de ser estafados por los terratenientes salteños, volvían hambrientos y agotados, y fueron ametrallados por la gendarmería cuando reclamaban a causa de su desesperada situación. ¿Fecha? Octubre de 1947. Gobierno de Perón.

 “Podríamos seguir enumerando las distintas represiones al movimiento obrero y popular”, dicen los autores cuando interrumpen tan abrupta y oportunamente su cronología en 1924.

 “Pero no lo haremos” —deberían agregar—. “¿Por quién nos toman? ¡Nosotros somos peronistas!”

 
 

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