La pista más seria: al fiscal Nisman lo mató la revolución
En homenaje a los que se esfuerzan
en sostener principios y valores contra la corriente, aquí algunas puntas para
desenredar la madeja de espionaje y corrupción que esconde su muerte.
Tirso Fiorotto/De la Redacción de
UNO
Domingo, 01 de febrero de 2015
David
Rockefeller tenía 50 años ya, cuando nació Alberto Nisman. Nisman acaba de
morirse, Rockefeller va para los 100 (ahora, en junio que viene), y sus socios
y sirvientes hacen cola para el besamanos. Hierba mala nunca muere, dice el
refrán. En esta columna damos pistas para demostrar que a Alberto Nisman lo
mató Rockefeller. Rockefeller como símbolo (no se enoje, don David).
Por
lo menos intentamos hurgar en pistas que nos saquen del baño de Puerto Madero.El
mundo cambió en 2014, y muchos de nosotros, como el propio Alberto Nisman,
pudimos estar tan enfrascados en asuntos de segundo orden que no alcanzamos a
calibrar los desplazamientos de las placas del “orden”. Esta perspectiva tiene
importancia en este momento. Así el fiscal hubiera muerto por un conflicto
amoroso, desde este ángulo que decimos podemos apreciar que estamos en el mismo
problema: su muerte, por dolorosa que sea, no cambia nada porque la bisagra se
colocó antes: en 2014.
¿No
cambia nada? Es un decir. La sociedad argentina está saturada de problemas que
la clase política no ha hecho sino multiplicar, de modo que un incendio, una
muerte, por ejemplo, puede desencadenar muchas otras cosas y no tenemos la bola
de cristal.
¿Por
dónde empezaremos a tirar el hilo en la enmarañada madeja que envuelve la
muerte de Alberto Nisman?
Una
pista: el orificio de la bala, el proyectil, el arma, la mano, el contexto, los
custodios, las llamadas telefónicas, las circunstancias, sus denuncias
recientes, las personas cercanas. Otra pista: el cambio del mundo en los meses
previos, el giro de las diplomacias de los países poderosos, las nuevas
alianzas, el mundo de los dueños del petróleo y los alimentos y los
medicamentos, los reacomodamientos históricos que pudieron dejar a Alberto
Nisman colgado de la brocha, o dicho de otro modo, con lisas en un pantano. Nos
interesa más, para el caso, esta opción porque explicaría en parte la muerte de
este argentino y explicaría otras muertes, otros cambios, es decir: con el
mismo esfuerzo abrimos todo un panorama que nos saca del laberinto del edificio
que guarda para siempre los últimos sueños y secretos de Nisman, y nos encamina
no ya a un muerto sino al universo de la muerte.
Gran impacto
Un
atentado es impactante y tensa todas las relaciones sociales y políticas porque
es provocado y, además, todos mueren a la vez. (El biocidio entrerriano, por
caso, sería noticia excluyente del planeta entero por un mes completo si
lográramos mostrar ante las cámaras en un día la tala rasa -con la enumeración
de las muertes horrorosas de millones de ejemplares de miles de especies- que
produjimos aquí en un siglo para ofrecerle el territorio libre de vidas
molestas a las multinacionales. Eso sería un best seller si le agregáramos la
masacre de personas que precedió ese biocidio, es decir, el genocidio, nuestro
tributo al capital financiero que es nuestro dios).
Respecto
de las muertes en sí, un atentado que se lleve a 100 personas en la Argentina
equivale a los efectos del 2 por ciento de los choques en las rutas de la
Argentina (como el que acabó con la vida del colega Tomás Bulat ayer), en un
año, choques que también son evitables pero están naturalizados, como la tala
rasa.
En
las dos décadas que pasaron desde el terrible ataque a la AMIA que dejó 85
víctimas fatales, han muerto en las rutas argentinas por choques estúpidos unas
120.000 personas. Sería tan justo echar a todos los responsables de la
seguridad de Nisman, como echar y descontar sus sueldos a todos los
presidentes, gobernadores, ministros, legisladores que en estos 20 años
provocaron la muerte de 120.000 personas en las rutas. Empezando por los que,
en 20 años, gobernaron 20.
El
impacto y las consecuencias de la muerte de una persona con poder, que
investigaba casos de enorme repercusión pública, son sin dudas superiores al
impacto y las consecuencias de la muerte de un niño desnutrido, sea en un
barrio o entre los qom o los wichí, porque hemos naturalizado que los niños en
un barrio o entre los qom y los wichí estarán más o menos desnutridos. Y
depende también de la propaganda del sistema.
Sin enojarnos
La
muerte de Alberto Nisman no debiera enemistar o separar a los argentinos, al
contrario, es motivo de unidad y reflexión. Los que han cometido errores en el
apuro por caratular esta muerte quizá no estén con margen anímico para
admitirlos o pedir disculpas, en un año electoral, y bajo la presión de
distintas denuncias, sea por corrupción o por encubrimientos varios. Dentro de
algunos años, Cristina Fernández de Kirchner, ya más serena, reconocerá
tropiezos y se preguntará por el flaco favor de asesores y seguidores
acríticos.
El
caso tiene muchas aristas para analizar. Hijas destruidas, gobierno
atolondrado, espías ensoberbecidos y enfrentados, y un sinfín de actores que
dan para todo el arco de sensaciones posibles. Aquí buscaremos una perspectiva
distanciada sobre el rol del país en el mundo, porque la muerte de Nisman se
produce en el mismo instante en que la Argentina se encuentra con un plus de
debilidad, dada su oscilación en la búsqueda de amos.
USA baja un cambio
Un
problema que sufre la Argentina en las últimas décadas es la subordinación a
los Estados Unidos de América –USA- y sus aliados. El fiscal no venía a
contrapelo en esta corriente. Los principales sospechosos estaban en el “eje
del mal”, la cosa marchaba aceitada. Durante 2014 el mundo sintió un sacudón y
empezó a rearmar las piezas. Estados Unidos ya no hace y deshace a gusto y
placer. Por casualidad, o no, Alberto Nisman murió en el mismo instante en que
la Argentina muestra con mayor claridad una mutación, y un cierto desconcierto.
En 2014 Rusia y China frenaron a USA en Siria y en Ucrania. Hoy, la USA de
Obama no lanzaría bombas sobre Irak así nomás.
Las
negociaciones de los países están al rojo vivo. Los acuerdos de China y Rusia,
los intereses cruzados sobre los países árabes, el derrumbe del precio del
petróleo, pero principalmente la consistencia de las armas de otros países que
no son USA y sus desarrollos en defensa antiaérea, le cerraron a USA el camino
fácil del ataque a capricho. De uno u otro modo las clases poderosas de la
tierra están preparando la destrucción del mundo, y decidiendo quién se salvará
de esa catástrofe (perdón por la noticia, pero Martín Fierro está vigente como
nunca: “dentro en todos los barullos pero en las listas no dentro”). Nosotros
no entramos en la lista del imperio. (Sería largo desarrollar aquí el modo de
selección que han pensado los “estrategas” que siguen los caminos imperialistas
de Kissinger).
Si
nos atenemos al equilibrio de fuerzas entre las potencias imperiales, hoy el
Este, con China y Rusia a la cabeza, tiene voz y voto. Por eso USA (y compañía)
muestra esos balbuceos en Siria, en Irán, en Ucrania, y opta por desgastar a
las estructuras con poder que podrían convertirse en peligrosas para su aliado
Israel y para sus necesidades de materias primas, pero no las destruye de una.
El escenario internacional es un tembladeral. La bisagra: 2014. Ahora con el
capitalismo chino al frente.
Colonialidad
¿A
qué vienen estos comentarios? Los gobiernos argentinos son permeables a los
estados imperialistas. Se recuestan donde el sol calienta. Durante años se ha
educado a los argentinos para hacerlos permeables a la “colonialidad”. La
escuela, los medios masivos de comunicación, somos útiles en esa línea. Así es
que en un país parasitado por el imperialismo, a través entre otras cosas de
las multinacionales y el capital financiero en el centro, ni oficialismo ni
oposición sienten reclamos insoportables por la independencia. Sí una
relajación, un campo abierto que el gran capital aprovecha, como aprovechan las
organizaciones de espionaje. Salta a la vista.
Con
una fuerte clase media no preocupada por el saqueo de las multinacionales sino
por los subsidios a los desocupados, el camino está allanado. Así, cuando un
gobierno está precisando dólares o mercado para salir de un pantano, y un país
que llamaremos Equis le ofrece auxilio y a cambio exige que le concedamos la
construcción, vamos a suponer, de una obra por millones de dólares sin
licitación, el gobierno lo resolverá en un santiamén. (Por supuesto,
previamente debió edificar un sistema de licitaciones digitadas, en sociedad
con las corporaciones, para que los que puedan hacer la obra estén enhebrados y
callen). Las potencias conocen al dedillo las debilidades de la inmediatez y el
exitismo. Este es el sistema. En la división internacional nosotros cumplimos
el rol de consumidores y productores de materias primas. En cada crisis de la
Argentina sacarán un bocado USA, Francia, España, Alemania, Gran Bretaña,
China, Rusia, en fin. Esto, desde los tiempos de Rivadavia.
Cómo saber
No
es fácil para nosotros acceder a alguna pista verosímil sobre las razones
profundas de la muerte de Alberto Nisman (quién disparó es lo de menos). Hay
mucho secretismo, mucho espionaje, demasiados pactos ocultos. No sabemos,
siquiera, cómo se constituyó en el norte de Siria el llamado Estado Islámico,
una organización con la que los medios de mayor alcance aterrorizan a la
humanidad mostrando degüellos antioccidentales, mientras Siria y otras fuentes
afirman que es una obra exquisita de “inteligencia” de la CIA y el Mossad…
Desequilibrar
para invadir, dividir para reinar. Más viejo que la escarapela. Y vaya si lo
saben los yanquis. Algunas décadas después el gobierno ordena “desclasificar
los archivos” (si no los revela Snowden a puro coraje), y descomprime luego de
que el daño ya está hecho y el objetivo logrado. ABC del imperialismo. Ahora,
tan lejos de esos intereses, ¿cómo orientarnos? Para encauzar el tema, digamos
que a Nisman lo mató el sistema, que lo dejó colgado de la brocha. ¿Y quién
expresa mejor el sistema? Los filántropos. A Nisman lo mató, entonces, la
filantropía.
Los filántropos
El
poder es como el tero, grita lejos del nido. Pasa con las multinacionales, pasa
con los gobiernos. La filantropía es una condición muy usual del ser humano,
pero la más conocida es la “filantropía” entre comillas que practican los
Rockefeller, los Bill Gates, entre otros, es decir, los dueños del petróleo, el
comercio, las patentes, las comunicaciones, los grupos financieros. Gritan
donde están las “fundaciones” y ponen los huevos en Monsanto, Barrick Gold, en
la banca JP Morgan Chase, en Goldman Sachs, por decir. Si decimos JP Morgan
Chase estamos diciendo Monsanto, y estamos diciendo Barrick Gold, los
accionistas son compartidos, y el apellido que mejor sintetiza la sociedad es
Rockefeller. Lo decimos para facilitar la respuesta, cuando alguien pregunte de
quién es la Argentina. Rockefeller es una dinastía, pero ayuda saber que uno de
ellos, David Rockefeller, ha tenido una estrecha relación con los presidentes
argentinos desde Jorge Rafael Videla hasta Cristina Fernández, sin solución de
continuidad, es un emblema de la colonia. Rockefeller (un apellido que
sintetiza una veintena de los apellidos que dominan la tierra) simboliza al
hombre que acumula y sin escrúpulos, el que se siente dueño y señor, el que
toquetea el suelo y el subsuelo, toquetea el aire y la semilla y patenta sus
monstruos. Representa a los que matan la fuente de la vida (las abejas por
caso) y luego bancan el documental para llorar la muerte de las abejitas. Los
que destierran a 99 campesinos de 100 y luego le palmean la espalda al que
quedó para armarle un proyectito turístico. Eso es moneda corriente en Entre
Ríos, y que lo diga Irazusta.
Rockefeller
Entrar
en buenas migas con Rockefeller y todo lo que eso significa (Comisión
Trilateral, Club Bilderberg, etc), y a la vez en juegos amatorios con el “eje
del mal”, así calificado por el imperialismo estadounidense, y querer negociar
con China en el apuro por las divisas que faltan hoy, todo eso es para una
diplomacia fina, no para entusiastas de la verborragia que convertirán un licor
en un cóctel explosivo. Ahora, a este tipo de gobiernos, a la hora de
sostenerse ¿les importa la verdad o las divisas?
Las
patentes, los transgénicos, los insumos agropecuarios, el petróleo y los
minerales, y principalmente el manejo del capital financiero, no dan lugar para
ir a contrapelo.
Así
es como una investigación puede correr aceitada y toparse, de pronto, con un
camino sin salida. Para los poderosos, la justicia es un entretenimiento, sino
una ilusión.
Si
Estados Unidos y Rusia están desenfundando las espadas, y lo mismo China y
Europa, todos armados hasta los dientes, con algún equilibrio incipiente en
cuanto a capacidad ofensiva y defensiva, y a cada cual mejor pertrechado para
el espionaje, es una obviedad que los gobiernos de países como la Argentina
deberán tener proyectos muy claros y actitudes muy firmes si no quieren ser
arrastrados por estos vientos como juguetes, que es lo que hoy ocurre.
El rol de la CIA
El
problema se origina en los gobiernos (no es una exclusividad del actual) que en
vez de actuar con soberanía se dejan arrastrar por los intereses de los países
poderosos, imperialistas, y acceden a las sugerencias (e imposiciones) de sus
servicios de espionaje, sean estadounidenses, israelíes, iraníes, británicos,
rusos o chinos, por dar ejemplos.
Si
está acreditado que sectores del poder rendían cuentas a espías de afuera y sus
embajadas, y se sostuvieron en sus puestos durante más de una década, no hay
que ser muy astuto para advertir la magnitud del arreglo, y para olfatear el
toma y daca en que entró la investigación por el crimen en la AMIA que dejó 400
víctimas entre heridos y muertos, más sus familiares y amigos. Así las cosas,
cuando ya conversamos demasiado con los “patrones” del mundo, luego ellos
entienden lo que está a la vista: que somos sus perritos falderos, y exigen.
Hacer algo distinto a lo que se conversó pasará a ser una traición. Si en el
periodismo se aconseja que el profesional no tenga un diálogo amistoso con el
gobernante o el gran empresario, para no sentirse condicionado, qué diremos en
los ámbitos del espionaje y la diplomacia. Por este lado podríamos sospechar,
de entrada, de la CIA. Hoy está en ascenso China, de manera que los sectores
que han rechazado el imperialismo yanqui y no son antiimperialistas (ahí
tenemos un problema adicional en la Argentina) sino antiyanquis, negocian un
poco con Estado Unidos para no cortar el ombligo, un poco con Europa, un poco
con Rusia, y un poco in crescendo con China. Si a la diplomacia China se le
antoja negociar con Irán, por decir un supuesto, no sería raro que un país
dependiente, con gobiernos regalones, al momento de pedirle un auxilio
financiero a China acceda a pedidos del aliado de China. ¿Quién triangula?
¡Todos! Puede ser Venezuela, puede ser Rusia…
Las
triangulaciones son moneda corriente en la diplomacia, una exigencia puede no
provenir directamente del país que exige.
El
que exige indirectamente puede ser un Estado, o no, quizá un socio al que le
debemos un favor: un narco, un banquero, una organización de otro tipo de
crímenes, un imperio, algún grupo que nos puso plata en la campaña electoral,
alguien que sabe demasiado…
El
sistema nos puso en el gobierno, nos debemos al sistema, el camino es sinuoso,
dejamos hombres en el camino. Ahora, ¿por qué entrar en el toma y daca? Los que
entran son los gobiernos, porque están encabezados por la alta burguesía que se
beneficia, en su familia, en su clase, con las relaciones de tipo colonial.
Nadie
le palmea la espalda y le besa las manos a Rockefeller o a Peter Munk o a los
accionistas de Monsanto, por decir, si no es para beneficiar a su bolsillo, a
su grupo, a su clase social, a sus socios. El que se acaricia con Rockefeller y
le palmea la espalda a los del barrio, sabemos a quién le está clavando el
puñal. Sea presidente o propietario de un multimedio. El problema del gobierno
(de los gobiernos) de la Argentina no está en dejar entrar a espías de aquí y
de allá, está en la permeabilidad. Cuando uno es permeable, los que mejor pasan
son los poderosos o, perdón: los filántropos. Que los hay aquí y allá, y uno
los simboliza: Rockefeller.
Los
mayores capitalistas hacen de filántropos, y no solo eso: están en la
vanguardia de la revolución. Llaman revolución a los transgénicos, revolución a
la fractura hidráulica. Nisman murió en manos de revolucionarios.
El fin
Volvamos
pues a Rockefeller y los suyos, volvamos al capital financiero, a Chevrón,
Monsanto, la banca Morgan, Cargill, Barrick… Nisman estaba entregando sus
esfuerzos por un sistema que carga el germen de su muerte. Se equivocó, como
nos equivocamos todos los que de vez en cuando creemos en este sistema, los que
no advertimos cómo las multinacionales son las verdaderas cabezas de nuestros
estados.
Hace
mucho que los gobiernos argentinos están aliados a los Estados Unidos (y Gran
Bretaña y la OTAN), flirtean con la CIA y el Mossad, y a la vez ‘hacen como
que’ con los países vecinos del cono sur y sus simpatizantes (tipo Irán). La
presencia de Monsanto, varios bancos, Cargill, Chevrón, y los impresionantes
pagos de una deuda externa fraudulenta sin investigarla son algunas pruebas.
Eso facilitaba la adjudicación del atentado de la AMIA a los “enemigos”
iraníes. Pero en gobiernos atados al humor de los poderosos (habrían estado con
España en 1800, con Gran Bretaña luego, con Estados Unidos después), la
ascendencia de China y la recuperación de Rusia los hipnotiza, y en este juego
cualquier cosa que tenga olor a verdad, molesta.
La
serie es sencilla. Muere Nisman, arriba de Nisman hay dos asuntos asociados: 1-
el problema de un gobierno acorralado en su economía que busca socios con
alguna desesperación (arriba, el plan económico del país -más soja, más granos,
más petróleo- sostenido en programas que llegan de afuera), y 2-un subproducto
del enfrentamiento de poderes que es el terrorismo, con su grueso chorro de
sangre inocente.
Arriba
de esas circunstancias está el sistema dominado, en la Argentina y en el mundo,
por las multinacionales de las finanzas, el petróleo, los alimentos, los
medicamentos, los grandes medios masivos, en los que Rockefeller es rey.
Arriba, determinaciones de lo más granado del capitalismo (Trilateral, Club
Bilderberg, respaldo militar de los grupos de poder a través de los estados),
donde Rockefeller es socio fundador y vanguardia.
Nisman
no investigaba las causas del terrorismo, investigaba una consecuencia
concreta. La verdad no es ingrediente en el plato de la política, ¿Nisman creía
que sí? ¿Y si la política negocia? ¿Y si Irán cambia de gobierno? ¿Y si USA va
por otra vía? ¿Dónde queda la pretendida justicia cuando de poder se trata?
Si
a los intereses económicos y estratégicos de Estados Unidos, Israel, China,
Rusia, Alemania, Gran Bretaña, Irán, les conviene saber quién mató en la AMIA,
podrá investigarse. En el mismo instante que no convenga, se moverá la
escalera. El obrero caerá al vacío. Eso por la permeabilidad argentina, que
decíamos, permeabilidad ante los mayores “filántropos” y “revolucionarios”.
Después, podrá desaparecer por mano propia, mano ajena, melancolía, amor,
retiro. Se le puede caer en la sien un acoplado de soja, un barril de petróleo,
un quintal de dólares. No participará, claro, en el cumple 100 del maestro,
David Rockefeller, que celebraremos este 12 de junio con los amiguitos de la
Argentina.
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